La anulación de la subida del recibo de la luz en un 11% con que el Ministerio de Industria nos había amenazado en el ecuador del Adviento ha quedado sin efecto, al menos por el momento. No descorchemos todavía nuestro espumoso de Requena para celebrarlo, porque lo que ha dicho el ministro es que "ese 11% no va a subir bajo ningún concepto", lo que abre la puerta a que el incremento final de la factura de la luz sea incluso superior. Cuando algo es susceptible de empeorar, el Gobierno de Rajoy nos tiene acostumbrados a emplearse a fondo en cumplir nuestras peores expectativas.
La planicie encefalográfica del progresismo acusa al libre mercado de estar detrás de estas oscuras conspiraciones para castigar al proletariado, sin reparar en que más de la mitad de la factura eléctrica se la apropia el Gobierno, en gran medida gracias a las chorradas ecologistas que tanto entusiasman a los que ahora se quejan por tener que pagar las consecuencias. La oposición a la energía nuclear y el apoyo a las energías renovables para detener el calentamiento del planeta –esto último se puede comprobar simplemente saliendo estos días a la calle– han contribuido a encarecer la factura de la luz que todo el mundo está obligado a pagar, comulgue o no con estos dogmas absurdos que Zapatero incorporó al BOE con la satisfacción de estar salvando no sólo a España sino al planeta Tierra en su conjunto.
En realidad, los progres deberían exigir que la energía eléctrica subiera hasta niveles prohibitivos para reducir el consumo y propiciar que la diosa Gaia se apiade de esta civilización capitalista, decadente, corrupta y criminal, aplazando durante un par de décadas el exterminio global que los archimandritas del cotarro, como el multimillonario y contaminador compulsivo de Al Gore, ya han anunciado. Lo que no se puede es estar a favor de las medidas que encarecen el consumo eléctrico y en contra de abonar el precio correspondiente.
Cuando el Estado es gestionado por un Gobierno de progreso, aumenta la deuda para las generaciones futuras ocultando el dispendio. En otro caso aparece un ministro como José Manuel Soria haciendo estos alardes de felicitación interruptus que ya veremos cómo se consuman finalmente.
De momento Soria nos desea una Feliz Navidad. De la prosperidad para el Año Nuevo ya si eso hablamos después de Reyes.