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Pablo Molina

Como mujer os digo

Nos reímos, pero esto no es nada comparado con las cosas que vamos a ver en cuanto la ley cometida por esta perturbada entre en vigor.

Nos reímos, pero esto no es nada comparado con las cosas que vamos a ver en cuanto la ley cometida por esta perturbada entre en vigor.
EFE

La nueva España anunciada por Sánchez consiste en que todos podamos autodeterminarnos. La cosa empezará en Cataluña con un referéndum pactado para la secesión que, crucemos los dedos, debería salir triunfante a ver si acabamos de una vez con la matraca independentista de estos piernas y nos dejan al resto de españoles en paz. Pero no solo los separatistas podrán conseguir por fin ser como ellos se sienten, sino también todos los demás gracias a la ley que ayer aprobó el Consejo de Ministros, siempre mirando por nuestro bien.

Los separatistas en términos políticos y el resto de españoles en cuanto a nuestra identidad sexual, todos podremos cambiar nuestra condición sin tener en cuenta la Constitución o la biología, esas dos construcciones fascistas que el Gobierno ha dejado sin efecto por obra de Su Sanchidad.

La nueva ley abre un horizonte inabarcable de posibilidades, a cuál más interesante. Tras varias décadas legislando para otorgar privilegios por razón del sexo biológico, la posibilidad de cambiarlo haciendo un mero acto de presencia ante el funcionario encargado del registro permitirá a centenares de miles de hombres usufructuar los enormes beneficios administrativos que antes nos estaban vedados. Las matrículas en las universidades técnicas, las oposiciones a los cuerpos policiales o las subvenciones creadas para fomentar el feminismo, por poner solo tres ejemplos a vuelapluma, podrán ser trincadas a partir de ahora también por los hombres con una mera declaración de voluntad. Qué decir de los miles de deportistas mediocres, que ahora podrán labrarse una carrera y beneficiarse de las becas olímpicas participando en pruebas femeninas, mucho menos exigentes físicamente. Los próximos juegos olímpicos van a ser dignos de contemplar, especialmente las competiciones de velocidad, de combate o de levantamiento de peso, donde los trans van a tener, sin duda, mucho que decir.

A partir de ahora habrá que concretar en qué condición sexual se actúa en cada momento porque, si bien hay un plazo antes de que estos cambios se sustancien legalmente, la identidad de género no puede estar sometida al procedimiento administrativo. Uno se siente hombre o mujer según el momento y las circunstancias. Es nuestro derecho y nadie puede negárnoslo, que es la sentencia que subyace en el texto farragoso de los podemitas. De hecho, yo he comenzado esta columna como hombre cisgénero no binario fluido intersexual y ahora mismo me siento mujer-mujer, que diría Aznar. Nos reímos, pero esto no es nada comparado con las cosas que vamos a ver en cuanto la ley cometida por esta perturbada entre en vigor.

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