Ya sabemos que el almuerzo gratis no existe, siempre paga alguien. Lo del almuerzo gratis es un embuste que encierra un engaño aún mayor.
En un mundo de recursos limitados, el mal uso de los mismos se paga caro. Muchos españoles parecen felices de poder ir al médico cuantas veces quieran sin pagar coste directo alguno (los españoles son los ciudadanos de la UE que más van al médico: 8,1 veces al año, frente a las 5,8 veces de media). Pero lo que no imagina el pícaro consumidor español es que, al final, el pagano es él.
El ir muchas veces al médico no nos hace estar más sanos, ¡todo lo contrario! Los alegres consumidores de visitas médicas, muchas veces intrascendentes, las pagan caras cuando realmente necesitan atención especializada. Aún parecen creer que es posible tener un sistema sanitario con recursos inagotables, y no se enteran de que, justamente por ello, viven en un país donde el acceso a la atención especializada es de los peores de Europa. España ocupa el puesto 33 –de 35 países evaluados– en accesibilidad, según el informe Euro Health Consumer Index 2012. Sin embargo, los defensores del sistema sanitario público español, así como detractores acérrimos del copago y la gestión público-privada, continúan creyendo y repitiendo, como un mantra, que se trata del mejor del mundo en su categoría.
El más conocido de los argumentos que suelen utilizar quienes proclaman que "lo público es le mejor" es el que hace referencia a la esperanza de vida de los españoles, una de las más altas del mundo y que se explicaría por la calidad de nuestro sistema sanitario. Habría que recordarles la importancia del concepto de calidad de vida o de vida sana, es decir, los años que pueden ser disfrutados sin padecer las limitaciones propias de una enfermedad o discapacidad. Los años de vida sana son también fundamentales por su impacto sobre la productividad y el gasto sanitario. Por ello es que un aumento en los años de vida sana es uno de los principales objetivos de la política sanitaria de la UE.
Las españolas viven 1,8 años más que las suecas; sin embargo, éstas tienen 7,3 años más de vida sana más que las españolas. En el caso de los españoles, tienen una esperanza de vida de 78,4 años, frente a los 78,8 de los suecos, que además disfrutan de 7,4 años más de vida que los españoles (Eurostat, 2010).
Así pues, las vidas de hombres y mujeres españoles están más marcadas por la enfermedad que las de los hombres y mujeres suecos. Perdemos en esta comparación con otros países, no sólo con Suecia. Y obstinadamente ignoramos este tipo de indicadores, que no dejan nada bien parado a nuestro sistema sanitario ni a sus ciegos defensores.