¿Es posible encontrar entre los animales sociales conductas que se puedan asimilar de alguna forma a nuestra elección de los líderes? Más claro aún ¿votan los animales? Por asombroso que parezca, algunas investigaciones parecen confirmarlo.
Líderes por consenso
La aparición de líderes en las agrupaciones sociales de animales, fundamentalmente entre los mamíferos, no es algo excepcional, y muchas veces en el acierto o en el error se pone en juego la supervivencia del grupo. No es sencillo llegar a líder y en ocasiones esta condición es determinada por los demás miembros del grupo, e incluso por una mayoría de ellos. No es sencillo resistirse a la comparación con nuestras propias estructuras.
Lo más asimilable a nuestras democracias, es decir, a la prevalencia de la conducta de la mayoría, se ha observado recientemente en manadas de ungulados de la sabana africana, especialmente entre ciertas especies de gacelas. La aparición súbita de un predador, como por ejemplo del velocísimo guepardo, debe provocar la huida fulminante del grupo sin pérdida de tiempo alguno: unas fracciones de segundo de duda o la elección de una ruta de fuga equivocada puede suponer la muerte, pero es preciso evitar una estampida descontrolada. Aquí entran en juego los "delegados de seguridad" que serán elegidos y seguidos por sus "electores".
Son sólo algunos individuos previamente reconocidos como guía quienes marcarán lo que los humanos venimos llamando "hoja de ruta" para trazar los senderos de la fuga; lo más asombroso es que la manada parece capaz de "contar" el número de líderes que corren en cada dirección, para seguir de manera casi unánime aquella trayectoria que marque la mayoría numérica de éstos.
El "escrutinio", en décimas de segundo, viene facilitado por ciertos semáforos, o señales coloreadas muy visibles que portan de manera especialmente intensa los candidatos a ser seguidos: elipses blancas entre paréntesis negros en la grupa, bandas negro azabache en los costados u otros diseños llamativos sirven de guía para el seguimiento de los elegidos como modelo. La supervivencia es el premio al acierto.
Líderes menos democráticos
El liderazgo en el mundo zoológico no siempre se consigue por votación, pero para jefe no sirve cualquiera. Es lógico que encontremos ejemplos muy interesantes en este sentido dentro del complejo mundo social de nuestros primos los grandes primates; digamos como ejemplo curioso que un gorila no puede ser elegido como líder si cede el paso a otros miembros del grupo cuando se presenta una encrucijada o se abren varios caminos opcionales en las rutas por las copas de los árboles. Este ejemplar cuya conducta asimilaríamos con la cobardía, tampoco tendrá sencillo aparearse con las hembras.
Las alianzas contra los matones tampoco son infrecuentes en el seno de los grupos sociales o de las manadas, tanto en las aves como, especialmente, en los mamíferos. Los toros bravos que tienen que soportar en grupo el acoso de algún ejemplar especialmente agresivo con sus congéneres pueden establecer alianzas para terminar con el tirano. Quienes conviven con el ganado arisco o bravo suelen contar historias de círculos de machos rodeando a aquél y atacándolo en grupo hasta terminar con su vida. El hecho de que estos combates suelan tener lugar de noche, frecuentemente a la luz de la luna llena, añade misterio y poesía a estas tragedias camperas.
Feminismo en la elección y otras curiosidades
En los animales sociables se observan casos de verdadero feminismo: el líder es siempre una hembra, generalmente de edad avanzada y gran experiencia. La manada entera de los elefantes sigue de esta forma el mandato de las abuelas, cuyo liderazgo nadie discute, y la verdad que esta presidencia femenina no ha funcionado nada mal en el mundo de estos gigantes.
Ser generoso y repartir los recursos sin corrupción es otra cualidad que no debe faltar a un líder animal. Los cazadores sociales, como los lobos, mantendrán su liderazgo repartiendo de manera solícita y sin apropiarse de todo el botín los resultados de las cacerías. Los más débiles tendrán un "seguro de vida" si solicitan su ración de comida de manera adecuada (lamiendo los labios del dominante y hasta adoptando posturas infantiles). El egoísmo de los más fuertes no es bueno para la manada y la selección natural no premia conductas indeseables.
Terminemos pidiendo disculpas a aquellos lectores que exigen, y están en su derecho, máxima objetividad y rigor científico. Todo lo que aquí se expone son observaciones científicas, pero hemos querido evitar caer en la humanización de las conductas animales, lo que nos apartaría de la explicación real. Esperamos no habernos deslizado hacia el mundo de Disney, pero en fechas como la jornada electoral de hoy es fácil caer en la tentación de pensar que ni siquiera en nuestros actos socialmente más complejos, como el de elegir y votar a nuestros líderes, dejamos a un lado nuestros lazos con la ancestral naturaleza.