Parece que el mundo taurino desde sus organizaciones y a través de algunos de sus principales protagonistas no va a soportar sin protestas la insólita, fulminante y autoritaria decisión de Doña Ana González, la alcaldesa de Gijón, que anuncia la suspensión de la renovación de la salida a concurso de la plaza de Toros de El Bibio con vista a próximas ediciones de su corta pero intensa feria. Pero no se trata aquí de hablar de toros…
Hubo un toro " Comunista"
Fue el 2 de julio de 1939 con motivo de la alternativa de Manuel Rodríguez "Manolete" en La Maestranza sevillana cuando se reparó en el nombre del toro que le había caído en suerte, que era nada menos que "Comunista". La guerra estaba a punto de terminar y "las dos Españas" habían mantenido viva la Fiesta en los dos bandos; que nadie vaya a pensar, ni se lo crea si se lo cuentan, que los toros han sido en España cuestión "de derechas" a lo largo de su historia.
Pero en esa doble crónica de una Fiesta que era de todos en aquellos terribles momentos bélicos, no cabía desde luego el nombre de "Comunista" para un toro en un festejo convocado en zona Nacional, algunos recordamos que hasta la palabra "rojo" era sustituida por "encarnado", de manera que se cambió el nombre del astado por el de "Mirador", políticamente más correcto. Pero no se trata aquí de hablar de toros…
Un choque entre el mundo rural y el "urbanita"
Algunos ganaderos, como don Daniel Ruiz y doña Rocío de la Cámara, se han apresurado a informar a la ejecutiva e imperiosa alcaldesa sobre la costumbre rural que rige la imposición de nombre a un becerro bravo: sencillamente se le impone masculinizado el de la vaca que lo ha parido, y esta imposición de nombre se establece desde el momento del herradero.
Desde la sencillez de su mundo rural, tanto los ganaderos como otros muchos simpatizantes del mundo del toro han tratado de informar sobre este tema "nominal" a la máxima autoridad municipal de Gijón pero sus intenciones caen en vacío porque en el nivel cultural que cabe suponer a toda una alcaldesa del Siglo XXI no cabe pensar que tenga cabida una decisión tan elemental como la que ha tomado y firmemente defiende, ¡por el nombre de dos toros de lidia! Pero no se trata aquí de hablar de toros…
Si se tratara de un simple equívoco causado por la reacción precipitada de una autoridad que cree lesionada su sensibilidad por la coincidencia del nombre adjudicado a un animal con determinados conceptos o iconos de sus más o menos radicales creencias políticas, habrían bastado las razonadas y educadas explicaciones de los personajes del mundo del toro a que nos hemos referido, pero vamos a hablar bien claro: no se trata de eso.
El caso de "Bioko" y "Malabo"
Son muchas las anécdotas que vienen a la memoria respecto a equívocos producidos por la adjudicación de nombres a los animales, por ejemplo la sucedida en el Zoo Aquarium de Madrid a principios de los años noventa.
Se trataba de poner nombre a dos preciosos gorilas de costa, especie que tiene su hábitat natural en la República de Guinea; hay en este país ecuatorial toponímicos que suenan muy bien y que nos evocan aquellas latitudes y bellos paisajes selváticos: fueron elegidos Bioko y Malabo, nombres de dos capitales guineanas.
Lo que no podíamos suponer es que estábamos ofendiendo a algunas formaciones políticas guineanas, que nos escribieron recordando que tales apelativos correspondían a legendarios reyes tribales que eran sagrados en su cultura.
Inmediatamente se produjo nuestra disculpa, el ofrecimiento de cambiar los nombres de los gorilas y la aclaración de que en nuestra cultura tal situación no resultaba ofensiva, como probaba el buen sentido del humor con que el entonces Presidente español, Felipe González, había recibido la adjudicación de su nombre a no sé qué bestezuela recién venida al mundo.
No hizo falta cambiar los nombres. Los miembros de la etnia Bubi fueron mucho más tolerantes que la alcaldesa y comprendieron la inocencia de la intención y aceptaron las disculpas. Pero no se trata aquí de hablar de gorilas…
Hablemos de libertad y de libertades
No se trata de hablar de toros, ni de gorilas, ni de conciertos como los que quiere promocionar la Alcaldesa de Gijón en el recinto de El Bibio. Lo que está en juego es la Libertad, como concepto que algunos consideramos sagrado, y también las libertades. Grandes y pequeñas, es decir la posibilidad de desarrollar las actividades que nos gustan a cada uno siempre que sean legales, como es el caso de los aficionados a la Tauromaquia.
La capacidad de decisión que muestra la Alcaldesa y la fulminante toma de decisión prohibitiva que se atreve a tomar, nos mueve a preguntarnos cuáles son las competencias de los concejales Gijoneses. ¿Existe una Concejalía de Cultura? ¿Y una comisión de festejos? ¿No habría que votar en el Pleno Municipal una decisión tan importante?
Que no nos hable la Edil ¿O la llaman "edila"? de porcentajes de ciudadanos a los que les gustan o no los toros. Particularmente no me sirve el argumento de los referendums porque la democracia no se basa solo en el gobierno de las mayorías sino también en el respeto a las minorías, suponiendo que fuera tal el porcentaje de los aficionados a la Tauromaquia.
Por ejemplo, a un servidor le horrorizan esos "conciertos" que doña Ana va a promocionar en el recinto ahora fundamentalmente taurino y lo que me encanta es la zarzuela, de manera que como diría un castizo, "lo llevo claro".
Suponen los conciertos llamados multitudinarios un tremendo despilfarro energético, dados los requerimientos en este sentido de la deslumbrante iluminación y del atronador sonido. Yo nunca pienso asistir a uno de ellos. ¿Qué les parece adoptar similar decisión con los toros a quienes no gustan del espectáculo taurino?
No vivimos buenos tiempos para el respeto a la Libertad y es fundamental su defensa: vengan las mociones de censura, las manifestaciones, las taurinas no solo son pacíficas sino también educadas; rechacemos toda imposición totalitaria, sea sobre el tema que sea, porque hemos insistido en que no se trata de hablar de toros.
Doña Ana González, alcaldesa de Gijón: tiene la hermosa ciudad asturiana un fantástico paseo marítimo, que yo hace poco tiempo tuve ocasión de recorrer y que recuerdo de manera gratísima. ¿Por qué no se da un largo paseo por el mismo? Sí señora, vaya usted a paseo.