Para que la población sometida a confinamiento y a la acción extremadamente contagiosa del virus pueda mantener la serenidad y evitar el pánico, es necesario que se mantenga puntualmente informada de la situación y de la evolución de la pandemia y que conozca las investigaciones científicas que se vienen realizando. Sólo así es posible generar no solo tranquilidad sino también esperanza.
Nada de esto se consigue en las interminables ruedas de prensa y no digamos en las comparecencias en solitario de un presidente del Gobierno mucho más predicador que resolutivo.
Cuando con los retrasos por todos conocidos se estableció un llamado "comité científico", y parece que otro diferente a su vez llamado "técnico", el primero permanece prácticamente oculto para quienes escuchan las parrafadas "moderadas" por el profesor Fernando Simón, ya que en tales "ruedas de prensa", muchas de ellas muy bien controladas por selección de los cuestionadores, la presencia del comité científico brilla por su ausencia.
"Dan la cara" en cambio altos cargos militares que nos informan con rigor de las actividades desarrolladas por las diferentes unidades de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y la Secretaria General de Transportes, Sra. María José Rallo, nos pone al día de las mil y una circunstancias de las modificaciones de los horarios de trenes. ¿Y los científicos dónde están?
En cuanto a los ímprobos trabajos que están desarrollando militares y policías que se juegan la vida para salvar las nuestras, nunca podremos agradecérselo bastante y en su momento habrá que hablar de que toda la sociedad les muestre su adhesión, que debe ser tan fuerte como la repulsas a los que han intentado boicotear su actuación desde la más abyecta de las conductas sociales. Pero las explicaciones de los generales integrados en el comité de expertos no pueden servir para eludir la obligación, por parte del ¿Gobierno?, de dar cuenta de lo que se está haciendo desde el punto de vista científico.
Desde luego las supuestas aclaraciones del moderador, Doctor Fernando Simón, quedan descalificadas por su reducción a una serie de estadísticas que pierden todo posible valor al cambiarse cada pocos días los criterios utilizados para establecerlas. Ni en las matemáticas a distancia que están siguiendo los niños por sus ordenadores se pueden dar por buenas las gráficas cuyos fundamentos son tan cambiantes como los decretos ministeriales al respecto.
Parece que, obsesionados por maquillar con sus volubles criterios ¿matemáticos?, las demoledoras cifras de fallecidos, los supuestos expertos no se ocupan de informarnos de lo que realmente podría proporcionar esperanza: los planes, suponiendo que los tengan, para salir de la situación y los estudios científicos que se están desarrollando.
A pesar de sus contradicciones constantes, de sus titubeos y de su impresentable manera de tratar de infundir confianza, no cabe dudar de la preparación del Dr. Fernando Simón ni de sus dedicación y vocación, que ha demostrado en sus duros trabajos desarrollados en el Continente africano: se trata de que se libere del corsé político que lo aprisiona y degrada. Una dimisión a tiempo le devolvería a la órbita de los verdaderos científicos, que lo es, aunque no pueda demostrarlo en estas circunstancias.
Afortunadamente algunos periodistas investigan sobre las verdaderas raíces de la investigación sobre la pandemia; y en este sentido cabe citar la entrevista publicada en El Confidencial con un investigador español, el Dr. David Lara Astiaso, que al tomar conciencia de la situación en que se encuentra España abandonó los trabajos que estaba realizando en Cambridge y se reintegró a su habitual actividad científica en Navarra, para desarrollar una investigación verdaderamente ilusionante impulsado por su patriotismo.
Con un equipo de voluntarios y en el seno del Comité de Investigación de la Universidad de Navarra las investigaciones del Dr. Lara Astiaso parecen formar parte del mundo de la ciencia ficción, pero son tan reales como esperanzadoras. Se trata de conseguir de forma masiva unos novedosos test para detectar a las personas infectadas por el Sars Cov 2 sin necesidad de utilizar los costosos reactivos convencionales tan escasos y costosos en el mercado internacional.
El ARN del virus se extrae mediante la fuerza atractiva de unas micro-bolas magnéticas introducidas en el suero objeto de investigación: ¡el virus se adhiere a ellas! y posteriormente se depura por medios químicos hasta separar el ARN del resto de los componentes, fundamentalmente proteicos.
Sigue a la extracción un proceso de conversión del ARN en ADN y finalmente otras complejas acciones que han conseguido un producto final capaz de ser empleado en testeos masivos de población sin reactivos imposibles de conseguir y a un precio muy inferior al de los test convencionales.
Los primeros resultados no pueden ser más esperanzadores, ya que en una residencia de ancianos de Navarra al testarse 148 residentes el virus se detectó en 76 de ellos, de los cuales 44 eran asintomáticos.
No citamos más que uno de los muchos ejemplos de las actividades científicas que en estos momentos se están desarrollando en el mundo entero, y por supuesto también en España. Al tiempo que felicitamos a El Confidencial, nos preguntamos si no sería imprescindible tener al corriente a los ciudadanos de tan esperanzadoras perspectivas.
Mientras la población sigue tan confundida como horrorizada, las supuestas estadísticas que nos ofrecen los "expertos" la Ciencia sigue trabajando. Los científicos, y no los políticos, son nuestra esperanza.