Yo tuve un buen amigo que no pertenecía a mi propia especie: se llamaba Moustache y era el macho dominante del grupo de Otarios de California que estrenó, a comienzo de los años setenta, las instalaciones para mamíferos acuáticos del Zoo de Madrid, llamado en sus orígenes "Zoo de la Casa de Campo".
El nombre, francés, hacía referencia a los enormes bigotes que los de su especie lucen en el hocico. Este bigote de los pinnípedos está formado por una serie de vibrisas muy sensibles, que seguramente les sirven en el agua para la localización de los peces con que se alimentan.
Ni Moustache ni el grupo de hembras que convivían en grupo en el Zoo necesitaban pescar; de alimentarles generosamente se encargaban sus cuidadores, que siguiendo periodos fijos de tiempo entraban en su instalación con cubos de pescado que repartían todo lo equitativamente que permitía la voracidad de los ejemplares, especialmente del enorme macho, que pesaba más de doscientos cincuenta kilos. Las hembras, mucho menos espectaculares, apenas sobrepasan los noventa.
Tratando de mostrar a los animales en movimiento y de procurarles oportunidad de hacer ejercicios, el recién nacido zoológico contrató a un profesional del mundo del circo para que les enseñara algunas habilidades, como reclamar su comida con vocalizaciones "operísticas" de bajo profundo o por medio de golpecitos con sus aletas en el trasero del cuidador cuando este fingía descuidarse y les daba la espalda.
Pero Moustache llegaba mucho más lejos: solicitando un pescado fresco se acercaba a su cuidador o a quien se atrevía a sustituirle, y le daba un sonoro beso en la mejilla que, de manera inmediata era compensado con un presente en forma de caballa o de sardina. El gran león marino lo hacía con verdadera gracia; pero nadie puede imaginar la sensación que supone ver avanzar, hacia quien le ofrece el pescado, a una criatura marina de formidable musculatura que se mueve oscilando de aletazo en aletazo, y que cuando llega a tu lado muestra unos descomunales colmillos capaces de hacer correr despavorido a quien no se encuentre muy avezado en el estudio y cuidado de estos inteligentes animales.
Inteligentes y educables
Las portentosas adaptaciones de estos mamíferos a la vida en el mar hacen que cueste reconocer su origen, que se encuentra en el orden de los carnívoros, lo que les hace primos hermanos de perros, osos o felinos, y en estos sí se conoce su inteligencia y capacidad de adiestramiento. Linneo, padre de la ciencia de la sistemática y clasificación de los seres vivos, llamó "educabilia", es decir, animales capaces de ser educados, a las criaturas de sistema nervioso más complejo y evolucionado entre el reino animal; los pinnípedos pertenecen a este grupo de pleno derecho.
Dentro del grupo de los pinnípedos los leones marinos se incluyen entre los Otarios, o "focas con orejas". Realmente no se trata de focas, hasta el extremo de que muchos zoólogos piensan que otarios y verdaderas focas se separaron con independencia de los carnívoros terrestres. Sus diferencias anatómicas y morfológicas son notables: las focas se arrastran fuera del agua, los otario se levantan sobre las aletas anteriores y caminan con gran seguridad en tierra firme.
Existe un tercer grupo de pinnípedos con características más de otario que de foca, pero en general pueden considerarse intermedios: nos referimos a las morsas, cuyos enormes dientes orientados hacia abajo les permiten romper caparazones de moluscos y crustáceos habitantes de los fondos costeros en que desarrollan sus habilidades pesqueras.
Ruidosas colonias de cría
Los congéneres de mi amigo Moustache han saltado estos días a la actualidad como consecuencia de la publicación de unas insólitas observaciones desarrolladas por naturalistas de prestigio en sus territorios de cría: "Algunos jóvenes leones marinos copulaban con pingüinos emperador, cabalgando sobre sus dorsos y, en algunas ocasiones depredando después sobre su circunstancial pareja."
Verdaderamente las colonias de cría de los leones marinos son tan ruidosas y aparentemente anárquicas que da la impresión de que cualquier cosa es posible dentro de ellas, pero verdaderamente lo observado y publicado ahora resulta poco menos que inconcebible.
La posible explicación se encuentra en el parecido del dorso entre una hembra de león marino, como sabemos mucho más pequeña que el macho, y la zona dorsal del ave. Algunos machos sub-adultos y poco experimentados, acuciados por la prisa al tener que eludir la vigilancia de los machos dominantes, que son los verdaderos reproductores, se equivocan de pareja y nos han asombrado con su insólita conducta.
Catorce especies de otáridos viven actualmente en nuestro planeta, repartidas por las costas del Pacífico Norte, desde el Japón hasta Méjico; en las Islas Galápagos y en la Costa occidental de Sudamérica, desde Perú hasta el Sur de Brasil pasando por el Cabo de Hornos; también se hacen presentes en las costas de África meridional , en Australia y en la Isla Sur de Nueva Zelanda, siempre en aguas menos frías que las que suelen frecuentar sus primas las focas.
Se podría pensar que unas criaturas tan formidables no deberían presentar enemigos naturales, pero no es así: las Orcas, sin duda, los más eficaces depredadores que haya producido la evolución en nuestro planeta, acechan en las costas en tiempo de nacimiento de las crías, y verlas asomar con casi todo el cuerpo fuera del agua para capturar cachorros es uno de los más impresionantes dramas que puede ofrecer la madre naturaleza.
Sin duda la categoría de "estrella del zoo" conlleva numerosas ventajas, entre ellas, para nuestros leones marinos, no tener como vecinos a los formidables cetáceos blanquinegros. Moustache era una criatura realmente maravillosa.