No era sencillo esta semana escribir sobre animales abandonados o sobre catástrofes ecológicas después de las informaciones que llegan de Hungría sobre los refugiados que escapan de la miseria y de la guerra, o, peor aún, tras tener acceso a las imágenes más terribles que uno recuerda a lo largo de toda su vida: el cadáver de, como diría Félix Rodríguez de la Fuente, de " un cachorro de nuestra propia especie".
Ni hace falta insistir ni aclarar nada; el periodismo ha cumplido con su obligación y no es la primera vez que contemplamos escenas parecidas, pero en este caso el impacto, por diversas razones, ha sido extraordinariamente grande. Sirva al menos para remover conciencias e incitar a quienes tienen autoridad y poder para hacerlo a perseguir a los mafiosos explotadores de la desesperación de los que huyen.
De manera que no pensábamos ocuparnos esta vez de los animales, pero las noticias que llegan procedentes de una localidad castellana llamada Palacios del Sil superan las barreras de la sensibilidad y es necesario abordar un tema particularmente macabro, aunque no nuevo por desgracia.
Se trata de dos hermanos, por añadidura de dos jóvenes, de 23 y 29 años de edad que habitan en aquella localidad y que han sido detenidos y puestos a disposición judicial como presuntos autores del ahorcamiento de al menos cuatro perros de caza cuyos cadáveres ya han sido encontrados, y otros cuatro que se encuentran desaparecidos y que seguramente han seguido el mismo camino hacia la muerte.
Uno de los dos hermanos ya tenía antecedentes por actuaciones parecidas, de manera que nos encontramos ante una matanza especialmente grave y repugnante, con premeditación y organización, ya que en poder de los detenidos se ha encontrado el siniestro material necesario para las bárbaras prácticas que el perecer ejecutaban.
Ya existen suficientes precedentes y algunas sentencias judiciales condenatorias para poder denunciar que la práctica de ahorcar perros de caza, sobrantes o ineficaces, es algo mucho más extendido de lo que puedan pensar los ciudadanos normales, es decir, aquellos en cuyas mentes ni siquiera cabe imaginar que existan semejantes desaprensivos.
Porque simplificando, en este caso para acercarnos a la realidad, quienes así proceden son simplemente "malas personas", según la voz popular, e incluso presuntos individuos potencialmente peligrosos también para sus congéneres. Hay que acabar con estas prácticas macabras de una vez para siempre.
No vamos a entrar en una guerra de números sobre la cantidad de perros de caza, galgos en especial, que son eliminados en nuestro país por el brutal método del ahorcamiento. No caben disculpas, ni podemos hablar de ignorancia ni de falta de cultura, aquí hay sólo maldad en estado puro, brutalidad y malos instintos.
Menos mal que aparecen los buenos de la película. Los amantes de la naturaleza y los defensores de los animales no sabemos ya cómo dar las gracias al Seprona por su celo al combatir toda clase de desmanes ambientales, éstos en particular también. Sólo queremos recordar aquí el Premio Panda de Oro con que la organización ecologista WWF España, antes ADENA, premió a este cuerpo especializado de la Guardia Civil cuando Adena cumplió su cincuentenario.
Creo justo destacar que Seprona no considera como "menor" ninguna agresión al Medio Ambiente. No es lo mismo a efectos prácticos quemar un monte que matar un animal doméstico, pero ambas acciones son absolutamente reprobables y dignas de investigación, localización del autor y puesta del mismo a disposición judicial.
El ahorcamiento de perros es una práctica que no puede caber en una mente sana, de manera que como complemento a las medidas procesales que se adopten no estarían de más otras de índole psicológico. ¿Qué puede pasar por la mente de un ser humano para cometer semejante felonía?
El juzgado de Villablino (León) se ocupa del caso. Esperemos que Su Señoría sepa limpiar, con una sentencia justa, el noble nombre de las tierras leonesas, Al tiempo que los cazadores deben contribuir con sus denuncias y su ejemplo a expulsar de sus filas a semejantes indeseables como los que ahora han sido detenidos.