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En recuerdo de Félix

Zoo-Acuarium de Madrid rinde homenaje a Félix Rodríguez de la Fuente con motivo del 39 aniversario de su fallecimiento en Alaska.

Zoo-Acuarium de Madrid rinde homenaje a Félix Rodríguez de la Fuente con motivo del 39 aniversario de su fallecimiento en Alaska.
Félix Rodríguez de la Fuente. | RTVE

El pasado jueves 28 de marzo el Zoo-Acuarium de Madrid rindió homenaje a Félix Rodríguez de la Fuente con motivo del 39 aniversario de su fallecimiento en Alaska, ocurrido un 14 de marzo en pleno trabajo de filmación de uno de sus documentales, precisamente el día en que hubiera celebrado su 52 cumpleaños.

Los niños fueron protagonistas especiales del acto que comentamos, a través de la realización de talleres sobre fauna a cargo de alumnos de Enseñanza Primaria del Colegio Nuestra Señora de la Virgen del Val, de Alcalá de Henares. El Zoo supo darle a la ocasión merecida relevancia gracias a las intervenciones del Presidente de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido, y del Consejero de Medio Ambiente de la misma, Carlos Izquierdo.

No faltó la familia del gran naturalista: una de sus hijas, Odile pronunció unas emocionadas palabras en homenaje y recuerdo de su padre.

Empecemos por felicitar al Zoo-Acuarium de Madrid por su sensibilidad al promover este recuerdo a Félix: han pasado muchos años desde el desgraciado accidente de Alaska y hay que evitar el peligro de que las nuevas generaciones no sepan quién fue el hombre que, como gigante de la divulgación y poseedor de un entusiasmo contagioso, supo cambiar la mentalidad de tantos españoles en lo que se refiere a conservación de la naturaleza.

Una revolución televisiva

Cuando Félix apareció en televisión a principios de los años setenta todavía se conservaban en buena parte muchas de las tradiciones y mitos contrarios a las especies predadoras de nuestra fauna, en especial acerca del lobo; llevábamos más de un siglo ofreciendo recompensa por las capturas , con toda clase de medios, incluido el veneno, de las llamadas "alimañas". Hoy verdaderamente no imaginamos cómo pudieron sobrevivir a una presión tan intensa.

Jaime de Foxá dijo que Rodríguez de la Fuente era un "híbrido entre Tarzán y San Francisco", descripción muy gráfica de la conjunción de vitalidad y fuerza, y por otra parte de ternura mística que orlaba la figura de Félix. Se presentó en televisión resucitando el arte de la cetrería, olvidado desde tiempos remotos, y en pocos años adquirió máxima popularidad no sólo por su defensa de la fauna, sino también por la del hombre ligado al medio rural.

No en vano su programa más popular de televisión, producido en pleno triunfo del médico-naturalista, respondió al título de El hombre y la Tierra. Cuando su hija menor Odile presentó la fundación Félix Rodríguez de la Fuente, hizo el mejor homenaje posible a la memoria de su padre comenzando sus actividades con relevancia de los trabajos sobre el mundo del pastoreo y de la trashumancia.

Recuerdos personales

Conocí personalmente a Félix una tarde en que me ocupaba de los cuidados de un pequeño gorila que tratábamos de criar en el Zoo de Madrid cuando me ocupaba de las labores de conservación de la institución; la Doctora Margarita Celma me presentaba al doctor y yo trataba de estrechar su mano pero nos lo impedía el encantador primate al que sostenía en brazos apoyado en mi pecho: dijo Félix "qué hermoso animal".

A partir de aquí sólo puedo contar las muestras de apoyo a mi modesta labor divulgativa que yo desarrollaba en televisión por aquel entonces en el espacio Zoo Loco y recuerdo especialmente una frase que cobra relevancia hoy, cuando tantas revistas sobre naturaleza han desaparecido de los puntos de venta y tan escasos somos los supervivientes en radio y televisión en materia naturalista. Me comentó Félix: "Tenemos que ser muchos los que nos dediquemos a la divulgación naturalista".

En mi opinión personal a lo largo de la labor divulgativa de Félix Rodríguez de la Fuente se producen varios puntos de inflexión decisivos para la conservación de nuestra fauna y el más importante de todos fue la tremenda escena en la que una loba, que no ha podido salvar a toda su camada tras la persecución de los batidores, por no tener tiempo de trasladar al último lobezno a un lugar seguro, lo entierra con el hocico según la locución de Félix con "increíble ternura".

Todavía hoy el lobo es mitificado en la ciudad y vituperado en el medio rural por aquello de la competencia con los ganaderos, pero creo que tras contemplar los planos que aludimos, muchos miles de españoles dejaron de considerar al Canis lupus signatus, el lobo ibérico, como una criatura poco menos que demoníaca.

Su amistad con el lobo acarreó a Félix no pocas críticas, que supo afrontar con gallardía y siempre argumentando de manera científica a favor de lo que hoy llamamos "equilibrio ecológico", pero su defensa de esta especie y de otros predadores, como el águila imperial, el búho real o el lince ibérico, no tuvieron en su tiempo facilidades.

Para nuestro protagonista los niños tuvieron siempre una importancia muy especial, ya que pensaba en el futuro y creía absolutamente en ellos, de modo que lo mismo impartía conferencias en colegios que les ponía a hacer lo que entonces se llamaba "gimnasia sueca" antes de emprender una marcha naturalista por el refugio de rapaces de Montejo, que había creado en colaboración con ADENA.

Los vídeos de Félix Rodríguez de la Fuente fueron un gran apoyo para los profesores y de ello doy testimonio personal. Cuando el video VHS sustituyó en las aulas a la diapositiva, no se impuso tan fácilmente, ya que las imágenes en movimiento conducían a los niños a una especie de "pasividad televisiva", si me permiten la expresión. Los estudiantes se relajaban y disfrutaban sin después asimilar demasiado, salvo ante las películas de Félix que conseguían una atracción magnética cuando se contemplaban en el aula arropadas por la inconfundible voz del naturalista.

En definitiva expresamos nuestro reconocimiento y felicitación al Zoo-Acuarium de Madrid por su contribución al mantenimiento del recuerdo del gran Doctor Rodríguez de la Fuente, como generalmente se le conocía, y no terminaremos, para no cometer una gran injusticia, sin recordar a sus dos colaboradores que murieron junto a él en el accidente de Alaska: Teodoro Roa y Alberto Mariano. Descansen en paz y siga viva su memoria.

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