Hace al menos dos años que lo temíamos y la actualidad nos da la razón: el histórico Parque Zoológico de Barcelona que llegó hace no tantos años a ser uno de los mejores del mundo, se encuentra al borde de la desaparición para ser convertido en un recinto animalista reservado únicamente a once especies "autóctonas" indultadas del desastre.
El gobierno de Ada Colau acaba de dar el visto bueno a un plan estratégico encaminado hacia esta línea radical animalista que se apoya en quince mil firmas nacidas de la "iniciativa ciudadana" con la marca Zoo XXI. Un triste final para una institución histórica.
Como no podía ser de otra forma, la base de estas actuaciones no se encuentran en la Ciencia ni en la Historia: ambas son desplazadas por el rodillo populista que pretende una reconversión para "animales felices" dejando fuera a todas las especies exóticas. Los supervivientes serían seis especies de aves, dos anfibios, dos reptiles y un mamífero.
Suena la voz, lógicamente en contra, de relevantes zoólogos de la Universidad de Barcelona como Alex Aguilar, miembro del Comité para la Reconversión que clama por un nuevo modelo capaz de compaginar los aspectos científicos y lúdicos, y que recuerda cómo muchas especies en situación crítica han podido superar el peligro gracias a proyectos de reintroducción sufragados por los beneficios generados por los visitantes.
Las 15.000 firmas de "iniciativa ciudadana" y el apoyo de la alcaldesa, no parecen razones suficientes para acabar con una institución modélica que debería seguir siendo orgullo de Barcelona; el llamado "plan estratégico" que trata de desahuciar del precioso Parque de la Ciudadela a 2.000 animales pertenecientes a más de 300 especies es un inviable desatino y, de consumarse, constituiría un verdadero descalabro ecológico, con especial relevancia en los campos de la conservación y de la educación ambiental, especialmente en lo referente a la población escolar infantil y en los visitantes turísticos.
Habría que aclarar qué significa para los miembros del plan y para la señora Colau el concepto de "autóctono", porque si sólo van a tener cabida animales estrictamente de Cataluña, estaríamos entrando plenamente en el terreno de la demencia: sólo faltaría que tuviera cabida el tritón del Montseny y no el pirenaico, que se encuentra en la vecina Huesca.
Un poco de Historia
El precioso enclave del Parque de la Ciudadela, su ambiente marítimo y su privilegiado entorno contribuyeron notablemente al desarrollo del Zoo de Barcelona en el siglo pasado, pero a estos atractivos naturales se unía un ingente trabajo científico bajo la dirección de una figura de referencia: el zoólogo Antoni Jonch Cuspinera como coordinador de un equipo en el que figuraban personalidades como el primatólogo Jordi Sabater Pi, descubridor y "padrino" del inolvidable "Copito de Nieve".
Ya dice bastante el hecho de que el zoológico mantuviera un centro de investigación y aclimatación de primates en el corazón de la Guinea, entonces española; aquí fue donde el Doctor Sabaté tuvo noticia de la existencia de un bebé gorila completamente albino que era el único superviviente de la matanza de toda su familia; lo rescató, salvó su vida y lo trasladó a Barcelona donde terminó de aclimatarse.
Hasta aquí lo de Copito habría sido sólo un hecho anecdótico de no haber servido de base al desarrollo del más importante centro de investigación y crianza del gorila de costa con resonancia mundial. El gorila albino llegó a una fecunda ancianidad tras haber formado líneas familiares que comprenden hijos y nietos.
Es éste el más conocido de los acontecimientos zoológicos que se vivieron en el pasado glorioso del Parque Zoológico de Barcelona, pero no es sino la portada de una amplísima hoja de servicios que incluye contribuciones tan importantes a la conservación zoológica como las de la gacela dorcas, el bisonte europeo, el dragón de Komodo y un larguísimo catálogo de otros trabajos semejantes.
Con motivo del nacimiento de un nuevo zoológico en Madrid, que se llamó en principio "Zoo de la Casa de Campo" y hoy se conoce como "Zoo Acuarium de Madrid", se produjo un emotivo y fructífero encuentro entre las autoridades municipales y científicas de Madrid y Barcelona: este inolvidable "Barcelona-Madrid zoológico" impulsó el asesoramiento por parte de quienes regían el que era entonces el mejor Zoológico de Europa, para que tuviera en Madrid un hermano digno de su categoría.
La colaboración no se redujo al campo zoológico, sino también al del propio proyecto arquitectónico inicial, como siguen atestiguando instalaciones como la de los tigres de Madrid, prodigio debido al prestigioso arquitecto catalán Sr. Subirach, por no poner más que un ejemplo.
En definitiva hay demasiada historia, demasiada ciencia y demasiado prestigio almacenado en el Zoológico de Barcelona para que el populismo y el animalismo lo arrasen; resulta patética la afirmación de algunos miembros del "comité Zoo 21" de que los animales son felices si se encuentran en su propio ambiente geográfico, lo que excluye a toda especie exótica.
Soy privilegiado testigo de lo que afirmo ya que, en los tiempos referidos sobre el nacimiento del Zoo de Madrid yo era conservador del mismo. También colaboraba en Televisión española en un espacio que muchos recordarán, pionero en la divulgación del mundo de los animales, sobre todo de los domésticos y de los habitantes del Zoo.
La imaginación de Oscar Banegas , director de aquel espacio, le llevó a buscar un nombre muy original para aquel programa: Banegas no quería salir del campo de la ortodoxia zoológica, y para ello contaba con especialistas entre los que tuve el honor de contarme, pero al tiempo buscaba aspectos distendidos sobre la vida de los animales, el los llamaba "aspectos entrañables". Su Zoo, sin dejar de ser lógico, saltó a las pantallas con el nombre de "Zoo Loco", que alcanzó gran popularidad.
Pues, bien, de desmantelarse el actual Zoológico de Barcelona para dar nacimiento a ese idílico Zoo de "animales paisanos de la alcaldesa", habremos evolucionado del "Zoo Loco" de Oscar Banegas al "Zoo Tonto" de Ada Colau.