La aprobación de la nueva Ley Animal de México, que prohíbe el uso de animales en espectáculos, sin permitir excepción alguna, puede conducir a la muerte a los más de cuatro mil animales "artistas" que venían siendo utilizados en las exhibiciones circenses. Verdaderamente hay cariños que matan.
La ley ha sido promovida por el Partido Verde y las sociedades protectoras de animales y entrará en vigor el próximo 8 de julio con extensión a todo el país. Como ha recordado el propietario del zoológico de Aldama, Alberto Hernández, los promotores no han tenido en cuenta el destino de los animales del Circo, imprevisión que conducirá a la mayor parte de ellos a la muerte.
Son muy numerosos los partidarios de que los animales salgan de la pista de los circos. Se ha llegado a llamar en nuestro país "circo ecológico" al espectáculo promovido por la popular Alejandra Boto, que se anuncia así por la carencia de todo tipo de representantes de la fauna.
Con todo el afecto para esta artista, puntualicemos que ecología es sinónimo de vida, es más de "funcionamiento de la vida" o de "la vida en su casa", es decir en el medio que la rodea. Si no hay animales, y sin entrar por el momento en la discusión de si debe o no haberlos, más que ecológico procedería llamarlo "lunar", o "marciano", lugares ambos en los que sepamos, por ahora, no hay señal alguna de vida.
Hay que reconocer que algunos números del circo clásico con animales eran restos de un pasado insostenible y carecían de futuro, pero las asociaciones de profesionales estaban haciendo muy bien sus deberes: ya no hay monos en la pista y los chimpancés, orangutanes y otros primates recogidos se han podido poner a salvo y mantener en instalaciones adecuadas que aseguran su supervivencia con dignidad. Los próximos llamados a la jubilación son los elefantes, a los que no es posible alojar en las carpas sin mantenerlos encadenados e inmóviles durante casi toda la jornada.
Los felinos son los siguientes en la nómina de la polémica. También pasan largas horas enjaulados y en sus exhibiciones se hace gala de una violencia, falsa, en realidad es un juego perfectamente preparado, pero su futuro simulando rugidos y zarpazos no está claro y seguramente saldrán también del espectáculo.
Las criaturas insólitas que se presentan en la pista como objeto de asombro no tienen cabida en los circos y algunas ni siquiera en los zoológicos. Recuerdo que en mi infancia pude ver en un circo que visitaba Madrid un tamandúa, raro oso hormiguero sudamericano que sólo conocía por las colecciones de cromos. Un pasado lleno de recuerdos, pero actualmente insostenible.
Yo comenzaría por felicitar a los profesionales del Circo por su colaboración a la evolución del espectáculo limitando las especies objeto de doma y exhibición a aquéllas que entran en el terreno doméstico, como caballos, perritos u otros animales familiares del grupo que Linneo llamó "Educabilia", es decir, lo suficientemente sensibles y próximos al hombre como para que sean susceptibles de entrenamiento en positivo, es decir, por medio del premio y de la caricia, una vez eliminados los látigos y los signos de violencia.
Pero dejando bien claro todo lo anterior ¿hay algo de malo en que unos caballos maravillosos realicen ejercicios de doma en la pista o en que simulen recrear el legendario Oeste con sus carreras y saltos montados por verdaderos acróbatas?
La pista también puede ser una pasarela de artistas caninos o de los más variados animales domésticos que son objeto de verdadero mimo, salvo cuando estuvieran en manos de desaprensivos, pero es a ellos, y no a los animales, a quienes habría que desterrar. ¿Es malo mostrar hermosos animales domésticos en acción sobre el serrín de la pista?
Volviendo al dramático caso de México, los desesperados propietarios de los circos han intentado vender sus animales a zoológicos, pero éstos no tienen ni sitio, ni fondos suficiente para unas especies de las que están saturados o no son adecuadas para sus instalaciones. Las reservas proteccionistas también se verían desbordadas. La manutención, costosa, de estos animales se basa en la plusvalía del espectáculo, de manera que en su mayor parte serán sacrificados. Esto es lo que se ha conseguido con una Ley exagerada, insensible y precipitada por no haberse previsto cual sería el destino de los cerca de cinco mil animales a los que afecta.
Con optimismo, que parece exagerado, el titular de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente Guillermo Haro, ha afirmado que "seguramente encontraremos destino para estos animales", pero al tiempo reconoce que no todas las Unidades de Manejo Ambiental están preparadas para recibirlos.
La Unión Nacional de Empresarios y Artistas de Circo indica que cerca de setenta de estos negocios han cerrado ya ante la inminencia de la entrada en vigor de la nueva Ley, lo que ha provocado que queden a la deriva catorce mil animales, como perros, caballos, cabras, dromedarios y felinos entre otros. Hay que contar además con la pérdida de unos dos mil empleos. El sacrifico de los animales se contempla como la única opción. "Si no podemos alimentarlo tendremos que dormirlos" ha afirmado el presidente de dicha Unión.
En situaciones conflictivas como esta, los verdaderos amantes de los animales luchan por todos los medios a su alcance para evitar la muerte, disimulada con eufemismos como "sacrificarlos" o "dormirlos". Por el contrario, quienes hacen bandera ideológica de la supuesta defensa animal no suelen tener demasiados problemas a la hora de recurrir a la "liberación" mediante la inyección letal. Lo último a lo que habría que recurrir y sólo en casos verdaderamente humanitarios.
"Estúpida y equivocada" es esta Ley en palabras de los propietarios de circo, que ven condenados a muerte a unos bellos y valiosos animales que llevan generaciones siendo sus compañeros de trabajo.