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Miguel del Pino

Tres arañas españolas muy especiales

Todas las arañas del mundo son venenosas, aunque muy pocas son verdaderamente peligrosas para el hombre.

De vez en cuando las arañas saltan a la actualidad en los medios de comunicación. La supuesta picadura causada por alguna de ellas o la aparición de alguna especie potencialmente terrorífica,c omo la reciente Loxosceles de Vallecas obtienen de inmediato la mayor resonancia mediática.

La fauna española es rica en especies de arañas, aunque ninguna de ellas es potencialmente mortal, salvo los casos, nunca desdeñables, de personas que pudieran resultar alérgicas a las picaduras.

En nuestras latitudes no existen especies gigantes como las Mygales de Sudamérica o de Australia, pero algunas arañas ibéricas superan los veinte milímetros, sin contar las patas, lo que supone un porte considerable y suficientemente terrorífico.

Todas las arañas del mundo son venenosas: muy pocas son verdaderamente peligrosas para el hombre.

Las arañas inoculan su veneno por medio de un par de apéndices situados junto a la boca llamados quelíceros. Constan de una pieza basal y de otra acanalada conectada con la glándula ponzoñosa. Los venenos pueden se de dos tipos: neurotóxicos, capaces de causar parálisis o desvanecimientos, y necrosantes, que causan la destrucción de tejidos, muchas veces irreversible.

En las zonas tropicales de África y de Sudamérica y en el Continente australiano sí existen arañas cuyas picaduras pueden resultar mortales para el hombre, pero en suma, la peligrosidad de las arañas es notablemente menor que el de los escorpiones o las serpientes.

En cuanto a su forma de vida se distinguen arañas tejedoras y arañas errantes; las primeras forman mantos, superficies espirales o bolsas, tejidas con su seda; las segundas no forman telas salvo para envolver la puesta de huevos.

Centrándonos en la Fauna Ibérica las arañas son extraordinariamente abundantes en número de ejemplares y en especies. Entre ellas sólo hay una protegida, la araña negra de los alcornocales, una de las especies de mayor tamaño, perteneciente al mismo suborden de las Mygalas gigantes. Su nombre científico es Macothele calpeiana y se encuentra ligada al Valle del Guadalquivir, aunque acaba de descubrirse una pequeña población en Portugal. La picadura de esta araña es dolorosa, aunque sólo un poco más que la de una avispa.

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Macrothele Calpeiana, la araña negra de los alcornocales.

Hablando de picaduras hay en este sentido muchas y muy curiosas leyendas. En Aragón y la Mancha discurrían en un pasado reciente historias locales sobre "atarantados"; se llamaba a así supuestos picados por tarántulas que sufrían una serie de conlvusiones o "corea", y que necesitaban bailar de manera frenética para superar estas crisis.

La medicina no se ha definido claramente sobre la verdad o superchería que puedan encontrarse en el fenómeno anterior, pero se encuentran leyendas parecidas en otras zonas del Mediterráneo, como ocurrió en la región italiana de Tarento, sobre supuestas picaduras producidas por grandes arañas del género Lycosa, que son conocidas popularmente como "arañas lobo": daban lugar, se decía, a una gran fiebre que solo podía curarse bailando al rimo de una danza que llamaban "tarantela".

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La araña lobo, Lycosa fasciventris

Las grandes Lycosas muestran en la parte inferior del abdomen una zona anaranjada sobre la que se dibuja perfectamente la silueta negra de una guitarra. La imaginación popular hace el resto.

La denominación de tarántula hace referencia precisamente a Tarento, aunque también en nuestro país son muy abundantes estas Lycosa fasciventris, que cavan pozos en la tierra arenosa cuyo borde elevan con un brocal de pajitas y de seda.

Las Lycosa, o arañas lobo pueden verse en el caluroso verano español portando una bolsa con la puesta pegada en sus glándulas hileras, situadas al final del abdomen. Cuando nacen las crías suben al dorso de su madre, que las transporta y protege durante largo tiempo.

Muchos excursionistas han dormido a pierna suelta en pleno campo sin sospechar que lo hacían junto a los pozos de las Lycosas. No pasa absolutamente nada, a no ser que, de manera involuntaria, amenacemos con aplastar una de ellas cuando sale del pozo en busca de sus presas habituales, los saltamontes.

Las arañas tejedoras fabrican diferentes tipos de telas; la más espectaculares son las verticales en forma de red orbicular, en cuyo centro, inmóvil, suele encontrarse la cazadora en espera de que caigan sus presas, que son habitualmente insectos voladores.

Las más comunes en nuestras casas son la arañas del género Tegenaria, una de cuyas especies ostenta el nombre específico de doméstica. Forman telas en los rincones de las habitaciones, y resultan absolutamente inofensivas... salvo para las molestas moscas.

Entre las más venenosas de las arañas ibéricas se encuentran las del género Latrodectus, emparentadas con las viudas negras americanas, aunque mucho menos peligrosa que ellas. Latrodectus tredecimguttatus se encuentra sobre todo en Asturias y otros lugares del cornisa cantábrica. Es muy llamativa e inconfundible por su color negro con trece brillantes manchas rojas.

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Latrodectus tredecimguttatus, la viuda negra española

En definitiva las arañas españolas son mucho más abundantes de lo que se suele pensar; en algunos terrenos agrícolas hay varios miles de ejemplares por hectárea. En nuestros hogares también son frecuentes y variadas, Muchas llegan con la compra, especialmente procedentes de la frutería.

Recuerdo en este sentido un interesante artículo escrito por un especialista español con el curioso título de "Las arañas de mi casa".

La fobia a las arañas es casi habitual entre la población española. Hay que insistir en que sus picaduras son infrecuentes y casi nunca demostrables, porque cuando sentimos el efecto es muy fácil que lo podamos confundir con las de los insectos, mucho más frecuentes en nuestras latitudes. Como suele decir el aracnólogo español Dr. Ferrández, "si ves cómo te pica una araña, podrás decir que te ha picado".

La araña Loxosceles encontrada en una casa de Vallecas, a falta de determinar aun oficialmente si se trata de la especie americana Loxosceles reclusa, o de la española Loxosceles rufescens, mucho menos peligrosa, ha puesto otra vez de actualidad la fobia a las arañas. No es un tema para tomar a broma, pero sí para que "no cunda el pánico".

Por añadir algo grato en relación con este grupo zoológico, digamos que su seda es un material de extraordinaria calidad, mucho más resistente y fino que la seda de la mariposa de la morera, o seda natural. El hilo de araña suele emplearse para la fabricación de instrumentos físicos de alta sensibilidad, que requieran hilaturas prácticamente inextensibles.

En cuanto al comportamiento de estos animales puede llegar a ser tan complejo como maravilloso. La especie española Cyclosa cónica llega a construir imitaciones de su cuerpo con bolas de seda y restos de hormiga, que fija en su tela para confundir a los pájaros.

Increíbles, terroríficas, maravillosas arañas.

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