¿Que el Estado Islámico está actuando a la defensiva y a punto de perder? De hacer caso a los mandos militares estadounidenses, la respuesta sería que sí. El pasado día 15, mientras caía Ramadi, el general de brigada del Cuerpo de Marines Thomas D. Weidley, Jefe del Estado Mayor de la Fuerza de Acción Combinada de la Operación Resolución Inherente, y el coronel Steve Warren, director de la Oficina de Prensa, ofrecieron una rueda de prensa surrealista. El general Weidley afirmó:
Creemos firmemente que el Daesh [el Estado Islámico] está actuando a la defensiva en todo Irak y Siria (…) Según el análisis de la Fuerza de Acción Combinada, los iraquíes, con el apoyo de la coalición, están realizando sólidos avances.
Por desgracia, el único avance que están haciendo las tropas iraquíes es en rápida retirada ante la ofensiva del Estado Islámico, que le ha llevado a tomar no sólo Mosul y Faluya, sino Ramadi, capital de la provincia de Anbar.
Si atendemos al general Martin Dempsey, jefe del Estado Mayor Conjunto, Ramadi no importa. Hace un mes le dijo a la prensa que dicha localidad "no es simbólica en absoluto. (…) Preferiría con mucho que Ramadi no cayera, pero, de hacerlo, no supondría el fin de una campaña". En el mundo real, la capital de Anbar sí que importa y su caída indica que la Operación Resolución Inherente, que es el nombre que recibe la campaña estadounidense contra el EI, está fracasando.
Pero en vez de afrontar esta cruda realidad, los mandos militares prefieren dedicarse a urdir absurdas patrañas propagandísticas que, por desgracia, recuerdan a las de sus predecesores mientras se perdía la guerra de Irak entre 2003 y 2006. ¿Quién puede olvidar las declaraciones del general George Casey, comandante de las fuerzas estadounidenses en Irak, mientras la situación se salía de control? Por ejemplo, el 19 de marzo de 2006 el general dijo:
En 15 de las 18 provincias hay un máximo de 6 incidentes violentos al día, y no se trata sólo de violencia sectaria, sino de todo tipo. (…) Así que el país no está sumido en la violencia sectaria. (…) Confío bastante en que lo que estamos haciendo aquí en Irak tendrá éxito. (…) Aquí aún queda mucho trabajo duro por hacer. Pero soy optimista y creo que, al final, lo lograremos.
Estas declaraciones se realizaron apenas un mes después del atentado de la mezquita de Samarra, momento en el que Irak se precipitó en el abismo de la guerra civil total. Pero hasta cuando la violencia escapaba fuera de control, Casey sostenía alegremente que todas las tropas estadounidenses podrían retirarse en 18 meses y los iraquíes podrían hacerse cargo de su propia seguridad.
Visto desde ahora, semejante optimismo parece ridículo, salvo porque estamos escuchando unas declaraciones igual de absurdas por parte de los altos mandos militares. Al afirmar que todo va bien, los mandos son culpables de negligencia en el cumplimiento del deber, que era el título de un bestseller sobre el Estado Mayor de la época de la guerra de Vietnam, escrito por el ahora teniente general H. R. McMaster, en el que acusaba a todos aquellos generales de no cumplir con su deber al no hablar del fracaso de la estrategia estadounidense en Vietnam. Hoy, otra generación de generales guarda parecido silencio mientras Estados Unidos pierde otra guerra.
Entiendo por qué el presidente Obama se niega a tomar medidas que puedan impedir el desastroso curso que está siguiendo la campaña bélica en Irak: no quiere verse arrastrado a otra guerra, aunque eso suponga ceder buena parte de Oriente Medio a los fanáticos chiíes y suníes. Pero, ¿por qué los generales hacen posible que tome unas decisiones tan discutibles fingiendo que con las acciones actuales se está avanzando, cuando no es así? De acuerdo, los generales dependen del comandante en jefe, pero también tienen una responsabilidad frente a la Constitución y a las personas bajo su mando: ser sinceros con el público y, especialmente, con el Congreso respecto a lo que está sucediendo en realidad. Como poco, es una vergüenza que ningún militar en activo esté dispuesto a admitir lo evidente: que estamos perdiendo frente al Estado Islámico, no ganando.