¿Cómo marcha el Plan Conjunto de Acción Global, también denominado acuerdo nuclear con Irán?
Desde que entrara en vigor en enero, varias empresas occidentales se han lanzado a hacer negocios con Teherán. Airbus ya ha accedido a venderle 118 aviones civiles, en lo que constituye un acuerdo milmillonario. A cambio, Irán está vendiendo petróleo por valor de varios miles de millones a compañías europeas, entre otros clientes.
Irán también ha celebrado elecciones legislativas en las que, de creer los titulares, salieron elegidos muchos moderados. En realidad, como señala Reuel Gerecht, a los verdaderos moderados –los que quieren que Irán se convierta en una auténtica democracia y deje de ser una teocracia– no se les permitió presentarse. Los denominados moderados que ganaron apoyan al Estado terrorista iraní y, en todo caso, carecen de poder para corregir ese tipo de operaciones estatales, ya que el verdadero poder es ejercido por el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, y por los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Iraní (CGRI).
Por eso no supone ninguna sorpresa que Irán siga apoyando al régimen de Bashar al Asad, causante de la mayoría de los cerca de 470.000 muertos que se calcula se ha cobrado la guerra civil siria. Y tampoco es nada sorprendente que esta semana Irán haya probado dos nuevos misiles balísticos con un alcance de unos 1.900 kms, más que de sobra para impactar en cualquier punto de Israel, situado a tan sólo 950 kms de la República Islámica. Para asegurarse de que nadie pasara por alto ese detalle, los mandos de los CGRI responsables de probar los misiles escribieron en ellos (¡en hebreo!) la frase "Israel debe ser borrado del mapa". ¿A que son sutiles?
Ahora le toca a la Administración Obama demostrar si responde o no a esta provocación. Estas pruebas de misiles violan las sanciones de Naciones Unidas. Tras la última de esas pruebas, en octubre, la Administración esperó hasta la entrada en vigor del Plan Conjunto y a la liberación de rehenes estadounidenses para imponer a Irán, a finales de enero, unas insignificantes sanciones. Evidentemente, no suponían un verdadero coste para Irán, que si no no habría llevado a cabo las provocadoras pruebas de esta semana.
Es un patrón que ya hemos visto anteriormente: recordemos cómo el régimen de Asad, cliente de Irán, fue usando armas químicas en dosis cada vez mayores, tanteando así la reacción estadounidense y descubriendo, una y otra vez, que esta Administración no está preparada para hacer pagar un verdadero precio por violar la ley internacional. Así, probablemente los iraníes estén probando a ver si Estados Unidos se pone serio. Si descubren que no hay una respuesta enérgica, preparémonos para ver cómo Teherán desobedece abiertamente los términos del acuerdo en meses y años venideros.