El pasado sábado, 16 de enero de 2016, fue el día más trascendental en las relaciones irano-estadounidenses desde el 4 de noviembre de 1979, fecha en la que un grupo de estudiantes iraníes asaltó la embajada norteamericana en Teherán y tomó a su personal como rehenes. La consiguiente crisis de los rehenes puso fin a la época de alianza entre Irán y Estados Unidos vigente durante el reinado del Sah, y supuso el comienzo de una nueva guerra fría.
El sábado Estados Unidos e Irán dieron pasos que, según espera el presidente Obama, pondrán fin a esa época de hostilidades e iniciarán un nuevo y brillante capítulo en las relaciones entre ambos países. Fue el Día I, de implantación del acuerdo nuclear alcanzado el pasado verano. La AIEA (Agencia Internacional de Energía Atómica) certificó que Irán había cumplido su obligación de congelar su programa nuclear, aunque la República Islámica aún no ha sido del todo sincera respecto a sus actividades nucleares previas. A cambio, Estados Unidos comenzó el levantamiento de las sanciones económicas que pesaban sobre los iraníes.
Eso implica que ahora Irán tiene acceso al sistema Swift de transferencias interbancarias y, lo que es más importante, a unos 100.000 millones de dólares en ingresos congelados procedentes del petróleo. Estados Unidos incluso ha accedido a pagar 1.700 millones de dólares a los iraníes debido a una disputa sobre unas armas norteamericanas que compraron y que nunca llegaron a ser entregadas, cuestión que se remonta a 1981. Al consentirle aumentar la exportación de crudo, el nuevo acuerdo podría reportar a Irán 30 millones de dólares diarios, incluso teniendo en cuenta el actual hundimiento de los precios del petróleo.
El sábado también fue el día en que ambos países cumplieron un acuerdo complementario: Irán accedió a liberar a cuatro rehenes norteamericanos que tenía en cautiverio. A cambio, Estados Unidos liberó a siete agentes iraníes condenados por ayudar a la República Islámica a evadir sanciones por la venta de tecnología militar, y retiró las órdenes de detención que pesaban sobre otras 14 personas. A la vez, Washington impuso sanciones a 11 individuos o compañías iraníes implicados en el programa ilegal de misiles balísticos de su país; dichas sanciones se han aplazado hasta que tenga lugar el intercambio de prisioneros.
El presidente Obama manifestó albergar grandes esperanzas ante todo lo que pueden lograr estos tejemanejes. Declaró a la NPR:
Tienen ante sí una vía para romper ese aislamiento y deberían seguirla. Porque, si lo hacen, hay una increíble cantidad de talento, de recursos y de sofisticación allí, en Irán, y sería una potencia regional con muchos éxitos que además respetaría las normas y reglas internacionales, y eso sería bueno para todos. Sería bueno para Estados Unidos, para la región y, sobre todo, sería bueno para el pueblo iraní.
Sí, no hay duda de que sería algo maravilloso. Si Irán de verdad lleva a cabo esa transformación que imagina Obama, de Estado criminal a "potencia regional" respetuosa de la ley, entonces todos los compromisos que ha adoptado habrán valido la pena. Pero ¿cuán probable es que suceda eso?
Tengamos en cuenta que, incluso mientras el acuerdo entraba en vigor, el Consejo de Guardianes iraní vetaba al 99% de los candidatos reformistas para las próximas elecciones del 26 de febrero. "Predije que el Consejo de Guardianes descalificaría en masa a los reformistas", afirmó uno de ellos. "Pero la realidad es mucho peor". Recordemos que la mayor parte de losreformistas, como el presidente Hasán Ruhaní, está a favor del programa nuclear y de los intentos de exportar la revolución iraní, pero pese a ello son considerados demasiado amenazadores por el estamento clerical, que, naturalmente, conserva el poder de manipular la falsa democracia iraní como le viene en gana.
Tengamos en cuenta que, incluso mientras el acuerdo entraba en vigor, Irán estaba redoblando su campaña de propaganda por el breve apresamiento de unos marinos estadounidenses en el Golfo Pérsico. Los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria iraní no sólo emitieron unas imágenes humillantes de los marinos puestos de rodillas (lo que, probablemente, constituye una violación de la Convención de Ginebra), sino que su segundo al mando, Husein Salami, también afirmó que los marinos lloraron y que su detención demostraba que Irán era la potencia militar dominante en la región. "Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, ningún país había podido apresar a personal militar estadounidense", alardeó Salami.
Tengamos en cuenta que, incluso mientras el acuerdo entraba en vigor, otros tres estadounidenses que, al parecer, trabajaban como instructores militares fueron secuestrados en Bagdad por una milicia chií que, sin duda, tiene fuertes vínculos con Irán. Según esta noticia de AP, fueron capturados a plena luz del día por hombres armados que llevaban uniformes militares y conducían todoterrenos ligeros, y fueron conducidos a Sader City, un bastión chií. Todo esto lleva el sello de secuestros anteriores cometidos por el grupo Asaib Ahl al Haq, un peón de Irán. Independientemente de que la Fuerza Quds haya aprobado previamente esta operación o no (y lo más probable es que lo hiciera), cuesta creer que pudieran mantener cautivos a rehenes norteamericanos en Sader City sin la aprobación de Irán.
Tengamos en cuenta que, incluso mientras el acuerdo entraba en vigor, fuerzas de Bashar al Asad avanzaban en Siria gracias a la ayuda brindada por Irán y por los ataques aéreos rusos. Su sangrienta campaña incluye privar de alimentos a zonas controladas por los rebeldes (el caso más relevante es Madaya) o lanzar bombas de barril sobre ellas. El número de muertes supera ya las 250.000 y sigue aumentando, pese a lo cual los iraníes no están haciendo nada por impedir loscrímenes de guerra de Asad. De hecho, tanto ellos como sus peones de Hezbolá están ayudando a cometerlos.
Y tengamos en cuenta que, incluso mientras el acuerdo entraba en vigor, Irán se comprometía a proseguir su (ilegal) programa de misiles balísticos. "Las sanciones contra [ciertas] personas y empresas no tendrán impacto sobre el desarrollo de la industria, y demostraremos en la práctica [su ineficacia] desplegando nuevos misiles", afirmó el general de brigada Husein Dehqan, ministro de Defensa de Irán.
De acuerdo, son sólo datos. No son una prueba de que, bajo el vigente régimen, Irán no sea capaz de reformarse. Pero apuntan con fuerza a esa conclusión. Suponiendo que Irán no se reforme, el acuerdo que acaba de entrar en vigor enriquecerá y reforzará enormemente a un régimen empeñado en el "Muerte a América" y también en la muerte de Israel. La pretensión iraní de hacerse con la hegemonía regional se intensificará mientras sus ambiciones nucleares, en el mejor de los casos, quedan suspendidas durante una década. Esto sólo tiene sentido si, entretanto, Irán se convierte en esa "potencia regional" amable y moderada que imagina Obama. Por desgracia para el presidente (y para el resto de nosotros) los mulás que conservan el control en Teherán no tienen intención de permitir que suceda tal cosa. Eso sugiere que el 16 de enero pasará a los anales, no de la historia de la diplomacia exitosa, como imagina el secretario de Estado Kerry, sino de la historia del apaciguamiento; un monumento a la insensatez y el delirio, no a la Realpolitik y la distensión.