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Mario Noya

¿Tuvo Derek Chauvin un juicio justo? 

Si usted hubiera sido miembro del jurado, ¿se habría atrevido a emitir un veredicto de 'no culpabilidad'?

Si usted hubiera sido miembro del jurado, ¿se habría atrevido a emitir un veredicto de 'no culpabilidad'?
ABC News

Antes de que empezara el juicio, de hecho cuando se estaba seleccionando a los miembros del jurado, el influyente intelectual conservador Roger Kimball lanzó las preguntas del millón: 

¿Cuán sencillo resultará encontrar jurados imparciales en Minneapolis, donde el Ayuntamiento, tras la muerte de Floyd, de hecho votó por abolir el Departamento de Policía? Si usted fuese miembro del jurado, ¿se atrevería a emitir un veredicto de no culpabilidad?

Acto seguido, el mismo Kimball las respondió, recurriendo primero al argumento de autoridad: 

“No hay posibilidad concebible de que Derek Chauvin pueda tener un juicio justo en Hennepin County, por la sencilla razón de que será imposible conformar un jurado no intimidado, ajeno a las amenazas de violencia de las turbas. Celebrar un juicio bajo tales circunstancias sólo servirá para dar un ligero barniz de legalidad a lo que en realidad será un linchamiento legalizado sostenido sobre un veredicto emitido por un jurado adecuada y muy comprensiblemente aterrorizado” (George Parry, ex fiscal estatal y federal); 

y después y definitivamente a la cosecha propia: 

El juicio contra Derek Chauvin, que sería complicado de celebrar con ecuanimidad en cualquier parte del país, será poco más que un teatrillo izquierdista en Minneapolis. (...) Lo que la turba quiere no es justicia sino justicia social, que en este caso quiere decir reparación racial. Así pues, es de esperar que Derek Chauvin sea el chivo expiatorio en esta despreciable farsa.

Con el juicio ya empezado, Jonathan Tobin, director del JNS, publicó en Newsweek una columna con el título acongojante de “¿Merece Derek Chauvin un juicio justo?”, en la que constataba con pesar y alarma el creciente desprecio de la izquierda norteamericana por el imperio de la ley y las libertades civiles y tomaba como ejemplo un tuit en el que la humorista (¡!) Chelsea Handler tachaba de “patético” que se celebrara un juicio, “cuando hay un vídeo” en el que a Chauvin “se le ve hacer lo que hizo” con George Floyd.

En vísperas de que se reuniera el jurado para emitir su veredicto, la congresista demócrata Maxine Waters, con un larguísimo historial de incitación impune a la violencia, proclamó que no concebía siquiera que no se declarara a Chauvin “culpable, culpable y culpable” de los tres cargos que se le imputaban (homicidio en segundo grado, homicidio en tercer grado, homicidio imprudente), y llamó a las hordas vandálicas a permanecer alerta y en las calles. 

Con el jurado ya reunido y recluido (secuestrado), nada menos que el presidente Biden sentenció que las pruebas contra Chauvin eran “abrumadoras” y confesó que estaba rezando por que los catorce justos emitieran el “veredicto correcto”.

Por fin, Derek Chauvin fue condenado, condenado y condenado

Entonces, el jurista de Minneapolis Scott W. Johnson, que cree que la acusación lo hizo muy bien y la defensa muy mal y a quien el desarrollo del juicio le llevó a cambiar de opinión y perspectiva sobre el caso, escribió:

Los cargos fueron presentados bajo un clima de justicia popular (mob justice) el 29 de mayo y el 3 de junio de 2020, días después de la muerte de George Floyd, el 25 de mayo. Es más, se presentaron tan rápidamente en respuesta a las demandas de la masa que en ese momento metía fuego a las Ciudades Gemelas [Minneapolis y Saint Paul].

Chauvin fue declarado culpable de asesinato repetidas veces por parte del gobernador de Minnesota, Tim Walz; del fiscal general de Minnesota, Keith Ellison –antiguo agitador racial de la Nación del Islam–, y de otras autoridades locales en conferencias de prensa emitidas para todo el estado nada más morir Floyd. Walz convocó otra rueda de prensa junto con los alcaldes de Minneapolis y Saint Paul para volver a insistir en ello cuando el jurado se retiró a deliberar, el 19 de abril.

[...]

(...) El edificio de 24 plantas en el que se celebró el juicio fue cercado con ladrillos y alambradas (...) En las últimas seis semanas lo han estado custodiando soldados y miembros de las fuerzas del orden. Salvo para el juicio, (...) estuvo mayormente cerrado por razones de seguridad. La sede judicial dejaba visualmente de manifiesto la atmósfera en que se ha celebrado el proceso.

Cualquier observador razonable se habría planteado si Derek Chauvin podría recibir, o si ha recibido, un juicio justo en Hennepin County. Yo, ciertamente, lo hago. En el auto con el que rechazó la petición [de la defensa] de un cambio de juzgado, el juez Cahill reconoció el problema de la publicidad previa al juicio, pero consideró que un traslado de sede no lo resolvería. 

[...]

(...) Abogados prominentes prestaron sus servicios a la acusación (...) Por lo visto, la Oficina del Fiscal General de Minnesota, que emplea a más de cien, no se bastaba para ello (...)

[...]

(...) La acusación contra Derek Chauvin se convirtió en una causa para agitadores raciales y élites profesionales; una causa política, no jurídica.

Entonces, el prestigioso jurista Andrew McCarthy, que ha hecho un impagable seguimiento exhaustivo del juicio y que, aunque él se hubiera decantado por el homicidio imprudente, cree que el fallo del jurado es “racional y defendible”, escribió:

(...) el jurado se reunió para deliberar durante menos de un día. (...) no remitió notas al tribunal para plantear preguntas sobre lo registrado, para solicitar volver a escuchar algún testimonio, para demandar algún tipo de ponderado asesoramiento [legal]. (...)

[...]

(...) No creo que las condenas sean revocadas [...] Ahora bien, hay un tema importante en lo de si Derek Chauvin tuvo un juicio justo. Un tema distinto al de si las pruebas de cargo eran convincentes. (...)

(...) tan pronto como empezaron las deliberaciones del jurado, el propio [juez] Cahill concedió que la publicidad contra Chauvin previa al juicio, exacerbada por la retórica incendiaria de la congresista Maxine Waters (...), generaba una notable cuestión apelativa.

Para [dejar claro] que el jurado no se vio abrumado por la publicidad y la intimidación, habría sido mejor que sus integrantes hubieran deliberado durante varios días –después de todo, había una montaña de pruebas que revisar– y, quizá, remitido algunas notas al tribunal. Un fallo dividido (culpable de homicidio en segundo grado y de homicidio imprudente, pero no de homicidio en tercer grado, por ejemplo) podría asimismo haber protegido al jurado de cualquiera de esas críticas. [...] La mera deliberación [tal como se produjo] da apoyo a la denuncia de que el jurado no contempló la absolución como opción.

Este es un caso en el que el acusado puede plausiblemente argüir que no podía ser objeto de un juicio justo en Hennepin County. El juez rechazó el cambio de juzgado (...); en medio del proceso [de selección del jurado], [el Ayuntamiento de] Minneapolis, que estaba obligado a velar por la integridad del proceso, hizo pública su decisión de pagar 27 millones de dólares a la familia Floyd para poner fin a una demanda civil (...) podría haberlo hecho en cualquier momento, pero deliberadamente optó por hacerlo mientras el juez trataba de armar un jurado imparcial. 

Durante el proceso, la publicidad siguió siendo intensa. Hubo también una cobertura significativa sobre los jurados. No se revelaron sus nombres ni sus domicilios, pero se publicó información suficiente para que sus familiares los reconocieran sin tener que investigar demasiado.

Y (...) justo cuando estaba a punto de concluir la presentación de pruebas se produjo la trágica muerte [del delincuente] Daunte Wright a manos de una agente de policía en Brooklyn Center, a apenas 15 kilómetros de la sede del tribunal. Algunos de los jurados residen en o tienen alguna vinculación con ese suburbio de Minneapolis.

Con razón, el abogado de la defensa, Eric Nelson, solicitó al juez que confinara al jurado (...) En cambio, el juez le dio un largo fin de semana libre (...) Como Nelson predijo, la negativa del juez (...) implicó que los jurados pudieran, en los cruciales días previos a la deliberación, marinarse en la intensa publicidad, la violencia callejera y las demenciales exigencias de que Chauvin fuera condenado por asesinato como fuera.

Fue sobre este barril de pólvora que Waters y, horas antes del veredicto, el presidente Biden arrojaron sus bombas retóricas. 

El afamado abogado y profesor de Derecho Alan M. Dershowitz, demócrata que defendió a Trump pero votó “entusiásticamente” por Biden, y que también se hubiera decantado por una condena por homicidio imprudente, ha acusado a la agitadora negra Maxine Waters de emplear tácticas de acoso idénticas a las desplegadas por los supremacistas blancos en el viejo Deep South, no descarta que los tribunales superiores revoquen las condenas contra Chauvin, “como han hecho en otros casos en los que se ha intimidado al jurado”, y clama por que prevalezca la ley, no “la pasión de la masa”.

En The Federalist, Joy Pullmann sube la apuesta, denuncia que “no hay manera de que los americanos puedan confiar en el veredicto del jurado” y condena sin remisión a una izquierda que, advierte, va a pagar las consecuencias:

Puede que un juicio justo hubiera llegado a las mismas conclusiones (...) Pero nunca lo sabremos (...) porque la izquierda ha imposibilitado intencionadamente su celebración. Y todo por el poder.

Deliberadamente, pervirtieron la Justicia en beneficio de la horda violenta para reforzar sus posiciones políticas. Han hecho una fechoría y lo llaman justicia. Han sembrado el viento, y aunque la preceptiva tempestad aún no ha sacudido a nuestro país por completo, lo hará.

El anónimo redactor de esta pieza “exclusiva” de la web revolver.news, que pretende sustituir al mítico Drudge Report como agregador de referencia de la derecha norteamericana más dada al agitprop (y cuenta para ello nada menos que con el apoyo de Donald Trump), da un paso (mucho) más allá y sentencia:

La condena de Chauvin remacha el colapso total de la ley, el orden y el proceso debido en la América de Biden.

Revolver desenfunda, hace lo que casi nadie –defender abiertamente a Chauvin– y no deja títere con cabeza:

Derek Chauvin creyó en el sistema. Ahora, lo paga con su vida.

[...]

Salvo que se produzca un milagro en el proceso de apelación, Chauvin pasará décadas en prisión, si no el resto de su vida. Es injustificable y es injusto, la mayor farsa judicial desde que se dejó libre a O. J. Simpson, hace dos décadas y media.

El imperio de la turba se ha hecho con América, lo que significa que la ley y el orden han muerto y el derecho constitucional a un juicio justo ha sido desfigurado hasta quedar irreconocible. Ya no es que la turba izquierdista sepa que puede manipular a jueces y jurados con impunidad. Es que la turba es incitada a manipular a jueces y jurados por el brazo mediático del Imperio Global Americano, con el pleno respaldo de la casta gobernante (...)

[...]

Derek Chauvin era un humilde oficial de policía que trataba de proteger a su comunidad de drogadictos y depredadores peligrosos, cada vez más habituales. [...] El estado al que sirvió renegó de él, así como la gente a la que protegía.

Chauvin nunca iba a tener un juicio justo.

[...]

Los policías captarán el mensaje: si recurren a algún tipo de fuerza para impedir la huida de un sospechoso, o reducir a alguien que se resiste a ser detenido, el Estado no les protegerá. Se alineará con el delincuente. Así pues, la pregunta sensata es: ¿vale siquiera la pena ser policía? Son miles los que se lo están preguntando, y dando la respuesta lógica. En Minneapolis, casi un tercio de la plantilla ha renunciado o tomado una excedencia en 2021. En Nueva York, las jubilaciones se han duplicado. 

Los delincuentes han recibido el mismo mensaje. (...) De manera nada sorprendente, la delincuencia se ha disparado. Los asesinatos han aumentado un tercio.

[...]

América se adentra en un periodo oscuro. Pero no todo está perdido. Cuanto antes desechen los americanos la ficción de que viven en un sistema justo y racional que respeta los derechos de todos, mejor. Los americanos deben comprender que el sistema es auténtica y completamente perverso, horrible, disfuncional, corrupto e ilegítimo antes de que puedan erigir algo mucho mejor en su lugar.

A la descarga fusilera de Revolver, la National Review replicaría que, pese a las dudas sobre la imparcialidad del proceso, las pruebas eran abrumadoras contra un Chauvin al que habría condenado su praxis de “mal policía”, mientras que el Wall Street Journal sostiene que el jurado y la Administración de Justicia se han comportado “mejor de lo que predecían los políticos críticos y mejor que estos mismos, que han condonado las protestas violentas y exigido un veredicto de culpabilidad desde hace mucho”, niega la mayor revolveriana y concluye:

(...) los políticos y los medios deberían aplacar los ánimos, no excitarlos. El veredicto ha mostrado que el sistema legal no es sistemáticamente racista, y que un oficial de policía que se extralimita puede ser condenado. Como siempre, el reto es permitir a la Policía defender a los inocentes y el orden público, sin dejar de castigar a quienes hagan mal uso de su poder. La Justicia norteamericana no es perfecta, pero funciona.

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