Los medios han decidido echar un mantón de silencio sobre el debate del viernes pasado en tevetrés entre los candidatos al Congreso por Barcelona. Vale que si el de Rajoy y Rubalcaba fue aburrido, ni les cuento lo que fue éste. Quizás ello explique el profundo desinterés. De todas formas, en otros tiempos, gran escándalo hubieran provocado las palabras de Jorge Fernández Díaz negando que en Cataluña exista un conflicto lingüístico. En esta campaña, en cambio, han pasado desapercibidas, es de suponer que involuntariamente.
En Cataluña, sin embargo, los medios de corte nacionalista –los medios, vaya–, sí destacaron la valentía del mayor de los Fernández y le pidieron, como hizo in situ Duran, que diga lo mismo en Madrid. En el otro lado del cuadrilátero, sólo a los hermanos Tercero –que merecen un homenaje ya–, les pareció tremebundo que el número uno del PP por Barcelona se ponga ahora de perfil. Y no creo que fuera por los límites difusos del término; no sé, ¿existe conflicto lingüístico en Cataluña cuando CCOO pide que se "investigue" a los funcionarios de la Generalitat que hablan en castellano, como publicó un periódico de Lérida –no me da la gana hacerles propaganda– en su portada del sábado 13 de noviembre de 2010? Pues no les sabría decir; pero cuando se utilizan en la misma frase las palabras "investigar" y "hablar en castellano", si no existe conflicto, está claro que alguien quiere provocarlo. Pero el caso es que lo de Jorge Fernández no es que sea matizable o interpretable: si no existe conflicto lingüístico en Cataluña, ¿por qué Alicia Sánchez-Camacho lo denuncia? ¿Por qué pide formalmente que escolaricen a su hijo en castellano, con gran éxito de crítica y público? O si no hay conflicto ¿por qué dice que no pactará con aquellos que multen por rotular en castellano? Es verdad que ha empezado el curso y que el niño sigue sin estar escolarizado según los deseos de su madre y sin que medie recurso judicial, que ya es lo que toca. Y también es verdad que en Cataluña se sigue multando por rotular en castellano por aquellos con los que pacta el PP; pero, existente o no, el conflicto se ha denunciado. A veces incluso por el PP.
Yo de todas formas, teniendo en cuenta la anecdotilla de que este artículo estará colgado durante el mandato de dos presidentes del Gobierno –al menos, Rajoy el domingo por la noche ya será presidente electo–, no quiero fastidiar este día gloricioso al PP, en particular, ni a España en general. Todo lo contrario. Quiero felicitar a Rajoy porque si obtiene un gran resultado en Cataluña será porque se lo merece; y no es broma. Cuando por decir dos cosas completamente opuestas consigues que te aplaudan en Barcelona y te loen en Madrid, es señal de que has hecho bien tu trabajo. Porque yo pienso que en el PP no tienen por qué contentarse con quedar segundos en Cataluña. Al fin y al cabo, a Chacón le puede pasar como a Montilla, que pensó que tenía un suelo electoral y acabó como el Carmelo. Como el barrio, quiero decir: con un socavón electoral.