Se les ha ido la mano. Se creyeron su propia propaganda y tanto han querido meter mano a los funcionarios que han ido directos al bolsillo. La buena nueva ministerial ha tapado lo suficiente el hecho de que la Generalitat haya distraído de la nómina de sus funcionarios una pequeña contribución que oscila entre no menos de trescientos euros y no más de seiscientos, dependiendo del nivel, la escala y el grupo. Como sabrán, el consejero del ramo anunció que los funcionarios de la Generalitat cobrarían la nómina de diciembre en tres cómodos plazos: el primero, el día 21 de diciembre. El segundo, el 28, con la salvedad de que sería sólo el ochenta por ciento de la paga extraordinaria. Y el resto, como diría el clásico, si eso ya pasaré. El problema es que en la nómina del día 21 se ha retenido a los funcionarios la parte de la renta de la paga extraordinaria que aún no han cobrado. De ahí la rebaja.
Ya sé que es necesario reducir funcionarios de todo tipo y mandar a la estructura administrativa a la Buchinger una temporada; y yo estoy a favor. Pero no se puede robar. Y menos a cuatro días de la Navidad, que aquí dura un día más porque se celebra Sant Esteve. Entiendo que muchos de ustedes piensen que si los funcionarios se quejan, que se den un paseo por el sector privado, que es el auténtico lado salvaje de la vida; al menos, de la vida laboral. A lo que yo añado la vida del autónomo, que ni es vida ni es nada. Y también es verdad que los funcionarios estaban avisados de que por culpa de España la paga de Navidad se iba a trocear. Pero que a un sueldo de mil seiscientos euros le quiten trescientos en estas entrañables fechas no tiene perdón de Dios, ni del Niño Jesús.
La metedura de pata ha sido tal, que el mismo Artur Mas ha pedido perdón por el error; y está muy bien. Perdonen, pero aguanten unos días al menos. Como les decía al principio, la cosa es que con la oposición de rodillas y tanto medio a favor, se han acabado creyendo que su poder es absoluto, aunque no lo sea. Y esta vez se han pasado un poquito demasiado. Hay que volver a leer el resultado de las elecciones. Repitan conmigo: dieciséis de cuarenta y siete. Sesenta y dos no es mayoría absoluta. Perfecto. Por cierto, ¿en qué demonios se ha gastado Mas el dinero de las nóminas?