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Luis Herrero

Aló, Sánchez

Repasen los fragmentos más destacados del discurso de Sánchez y juzguen si hay alguno, aunque sea uno solo, que justifique su intervención.

Repasen los fragmentos más destacados del discurso de Sánchez y juzguen si hay alguno, aunque sea uno solo, que justifique su intervención.
Illa y Sánchez en una reunión reciente | EFE

El sábado por la noche asistimos a una rara comparecencia televisiva de Pedro Sánchez, más cercana al modelo chavista de Aló Presidente que al habitual en los sistemas democráticos. En los países libres, los jefes de los Gobiernos se asoman a la pantalla de televisión para anunciar, o en su caso para explicar, medidas excepcionales del consejo de ministros. Cualquier otro uso de esa práctica —mensajes navideños aparte— se considera juego sucio porque rompe el principio de igualdad de oportunidades que exigen las reglas de la democracia.

Hagamos el ejercicio, por un instante, de cambiar de zapatos. Si Sánchez hubiera sido jefe de la oposición, ¿habría aceptado de buen grado que su adversario político se marcara una alocución de cuarenta minutos, casi lo que dura la mitad de un partido de fútbol, para no decir nada nuevo? Repasen los fragmentos más destacados de su discurso. Háganlo exhaustivamente y juzguen si hay alguno, aunque sea uno solo, que justifique su intervención. Si a las pocas horas iba a prorrogar el estado de alarma hasta el día 11 de abril y pensaba decírnoslo en otra comparecencia televisiva del mismo corte, ¿por qué no esperó 24 horas para hacer un todo en uno? ¿O es que piensa irrumpir todos los días en nuestra sala de estar para hacer más heroica nuestra sufrida cuarentena? Me temo que los verdaderos motivos de su programa doble saltan a la vista.

"España se encuentra entre los países más afectados del mundo". "Lo peor está por llegar". "Los casos diagnosticados van a aumentar en los próximos días". "La ola más dura pondrá contra las cuerdas a nuestro sistema sanitario"… Sí, quedó bastante claro que el Gobierno teme la llegada inminente de momentos difíciles y que hace lo posible para prepararnos psicológicamente. Aunque, la verdad sea dicha, no sé si le preocupa más nuestra capacidad de resistencia o la posibilidad de que acabemos echándole la culpa: "Es una catástrofe para la que la humanidad no estaba preparada". "Luchamos contra un enemigo que no conocíamos". "España ha seguido los consejos de los expertos internacionales". "Hemos aplicado en todo momento la estrategia de la OMS".

Lo que no ofrece dudas es que Sánchez cree que lo está haciendo bien ("Hemos actuado escalonadamente para preservar la economía y nuestros derechos". "España ha tomado las medidas más duras del mundo". "El confinamiento es una medida para ganar el tiempo necesario que nos permita mejorar la resistencia de nuestro sistema de salud y que la ciencia encuentre la vacuna") y que señaló a Díaz Ayuso como la anti heroína de esta batalla: "El daño se concentra en algunos lugares. Hemos logrado que no sea uniforme. Es en Madrid donde mayores tensiones existen". La presidenta madrileña reaccionó enseguida y le encasquetó este tuit: "Sánchez no ha dicho ni propuesto absolutamente nada que no se esté haciendo en Madrid. Así que no acepto que la señale como la apestada en su mitin televisivo". ¿No es absurdo que un llamamiento a la unidad sirva para propiciar un nuevo enfrentamiento entre líderes políticos?

Con todo, el peor momento de la alocución fue cuando nos pidió que, mientras dure el confinamiento, recurriéramos a canales de información fiables y que evitáramos las noticias engañosas que provocan alarma y pánico. Parecía una invitación conminatoria a que apagáramos la televisión en ese mismo instante. ¿Acaso el Gobierno maneja información fiable? En su intervención anterior nos dijo que por estas fechas andaríamos por los 10.000 contagios y lo cierto es que ya rozan los 30.000. También fue el Gobierno quien acuñó los eslóganes ansiolíticos del inicio de la epidemia: "existe una posibilidad de infección muy baja", "el riesgo está perfectamente delimitado", "es como una gripe", "nuestros hospitales serán capaces de soportar la presión"… ¿Es eso información fiable? Si yo fuera asesor de Sánchez le habría recomendado que no se metiera en ese jardín.

Este Gobierno reaccionó tarde y mal a la epidemia. El 8 de marzo aún consideraba que la amenaza del virus era menos riesgosa que la heteropatriarcal. Desde ese día se sabe en pecado. ¿No sería más fácil pedir perdón que ocultar la falta? Mientras no lo haga, sus esfuerzos por convertirse en el sostén anímico de la sociedad resultarán patéticos. El liderazgo moral no depende de los galones en la bocamanga. Si es verdad, como él dice, que esta crisis está sacando lo mejor de nosotros mismos, que predique con el ejemplo.

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