Ayer, Manuel Valls, el ex-primer ministro francés y candidato de Ciudadanos a la alcaldía de Barcelona, volvió a impartir instrucciones al partido de Albert Rivera sobre las negociaciones para la formación de gobierno en Andalucía. "Hay que tener la cabeza fría" al pactar el gobierno andaluz, dijo Valls, que advirtió de que, en su opinión, "Vox es como la extrema derecha europea".
Como no es la primera vez que Valls arremete contra Vox, tildándolo de extremista, pidiendo cordones sanitarios o equiparándolo a los golpistas de la CUP, creo que va siendo hora de contestar a don Manuel. Y para contestarle, nada mejor que acudir a la hemeroteca.
Retrocedamos a septiembre de 2013 y leamos la crónica del periódico El País (entre otros muchos que se hacían eco de la noticia) sobre unas declaraciones radiofónicas que acababa de hacer Manuel Valls, por aquel entonces ministro del interior en Francia. Cito literalmente:
A seis meses vista, la campaña electoral de las municipales y las europeas de la primavera de 2014 ha comenzado en Francia y los gitanos se han convertido ya en el asunto principal y en el chivo expiatorio del fracaso de las políticas sociales de la República.
El ministro del Interior, Manuel Valls, ha defendido este martes que los campamentos ilegales de gitanos rumanos y búlgaros que han proliferado en Francia –donde se calcula que habitan entre 5.000 y 20.000 gitanos europeos- deben ser desmantelados, y ha asegurado que sus ocupantes serán expulsados a sus países. "Los gitanos tienen vocación de volver a Rumanía o a Bulgaria", ha dicho Valls, que ha añadido, sin un atisbo de ironía, que las autoridades de esos dos países deben hacer más "esfuerzos para su integración".
En una entrevista concedida a la emisora de radio France Inter, Valls asoció a la minoría gitana con "la mendicidad y la delincuencia", y afirmó que la "única solución son los desmantelamientos de campamentos y las expulsiones". El ministro justificó así lo ocurrido hace una semana en Lille (norte), donde la policía destruyó, a petición de la alcaldesa socialista, Martine Aubry, un asentamiento que alojaba a un millar de personas, la mayor parte mujeres y niños, a quienes no se ofreció una vivienda alternativa.
"Las soluciones pasan en particular por las expulsiones", insistió el político socialista nacido en Barcelona, que al ser preguntado sobre el fracaso de la integración de esos gitanos en Francia respondió con una generalización: "Estas poblaciones tienen modos de vida que son extremadamente diferentes de los nuestros".
Hasta aquí la crónica de El País del 24 de septiembre de 2013. Efectivamente, en consonancia con sus declaraciones, miles de gitanos fueron expulsados de Francia en los meses siguientes por Manuel Valls, que no se privó en ningún momento de cuestionar públicamente la capacidad de los gitanos para integrarse en la sociedad francesa, de abogar por las expulsiones, de arremeter contra las autoridades europeas por criticar esa política migratoria, de justificar su política en la lucha contra las mafias de tráfico de inmigrantes, de felicitarse por la disminución de la delincuencia que esas expulsiones habían traído...
Podemos entrar a discutir si la política de Valls como ministro de interior francés era buena o mala, justificada o injustificada… De hecho, la opinión pública francesa apoyaba de forma abrumadoramente mayoritaria la política de Valls con los gitanos, lo que le valió acusaciones de electoralismo por parte de sus oponentes políticos. Pero que este cantamañanas, que puso en práctica en Francia una política de expulsiones de tintes claramente xenófobos, venga a tildar a nadie de extremista es como para mondarse de la risa.
Para terminar, un par de preguntas: ¿me podría alguien explicar por qué Ciudadanos apoya a un señor que implantó una política de expulsiones con aspectos abiertamente xenófobos y racistas? ¿Y por qué este señor, que ni siquiera es militante de Ciudadanos, se permite dar órdenes a Albert Rivera sobre con quién debe o no pactar en Andalucía?
Es por curiosidad.