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Los enigmas del 11M

Un artículo fallido

Pues supongo que, como hay campaña electoral, tendría que poner un artículo dedicado a las elecciones europeas, pero me temo que mi opinión iba a resultar bastante incorrecta desde el punto de vista político. Así que casi mejor me abstendré de hacerlo.

Porque, si escribiera ese artículo, tendría que comentar que, por primera vez en mi vida, no tengo a quien votar, de modo que estoy hecho un auténtico lío, un completo mar de dudas. No tengo ni la más repajolera idea de lo que voy a hacer el próximo domingo. Sólo tengo claro lo que no voy a hacer.

Tendría que comentar en ese artículo, si lo escribiera, que no hay ningún partido con representación parlamentaria que esté defendiendo, en estos momentos, que se investigue de verdad lo que pasó el 11 de marzo de 2004. Con lo que mi voto a cualquiera de ellos me convertiría automáticamente en cómplice de la política de omertá impuesta desde esas instancias políticas. Y, obviamente, no estoy por la labor.

Igual que tendría que comentar en ese artículo, si no me diera tanto reparo escribirlo, que me niego a votar a Mariano para echar a José Luis, o a votar a José Luis para echar a Mariano, porque lo que en realidad creo es que empieza a ser urgente echarlos a los dos de una tacada.

Como tampoco me podría dejar en el tintero, suponiendo que me decidiera a escribir el artículo, que me estomaga la charca de inmundicia en que la economía del ladrillo ha convertido a todas las formaciones políticas; que me enferma ver cómo todos los partidos cierran filas en torno a los más sospechosos de sus miembros y que me descompone que nos hayamos pasado toda la campaña electoral hablando de los problemas de los partidos y no de los de los ciudadanos y el país.

De la misma manera que también tendría que dejar constancia, en el hipotético caso de que al final optara por escribir ese artículo maldito, de lo lamentable que me parece que nos convoquen cada cinco años a elegir con nuestro voto a un parlamento inútil, un parlamento trampa, que tan sólo sirve para dotar de una apariencia de legitimidad democrática a las decisiones que la Comisión Europea toma al margen del propio parlamento, en un ejercicio de perfecta burla democrática.

Y claro, si yo escribiera un artículo así, entonces aquellos de mis lectores que todavía se piensan que "los suyos son los buenos" automáticamente me freirían a correos preguntándome que de qué voy y echándome en cara mi pasotismo. Y entonces tendría que enzarzarme en complejas discusiones de carácter más sentimental que racional, cosa que me da mucha rabia.

Así que mejor no escribo ese artículo y me ahorro que me pongan verde todos esos lectores a los que no querría ofender de ninguna manera.

Hala, a pensar en otro tema para el artículo de hoy.

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