Andábamos todos cabizbajos, preguntándonos que dónde estaba la oposición; angustiándonos al pensar que el PP había caído en la inactividad después de las pasadas elecciones; deprimiéndonos mientras hacíamos cábalas sobre el efecto adormecedor del sorayismo lasallista, o del lasallismo arriolesco, o del arriolismo marianil.
¡Pero resulta que no estaban inactivos! Simplemente estaban pensando. Y aguardando al momento oportuno para emprender la contraofensiva.
Ayer han desvelado los estrategas del PP su arma secreta: un concurso de vídeos. Pero no un concurso cualquiera, no: el premio para el que haga el vídeo más impactante sobre la situación política y económica de España será comer con Rajoy.
Sencillamente apasionante. Seguro que hay bofetadas para participar. A mí no se me ocurre, personalmente, una experiencia más emocionante que comer con el líder del PP. Después de él, el pediluvio, que diría Luis XIV.
Yo propondría al PP que siguiera por esa línea, porque no hay nada como motivar a los votantes. Se podría, por ejemplo, convocar un concurso de eslóganes electorales en el que el ganador pudiera hacer una visita al Parque de Atracciones con Soraya Sáez de Santamaría. ¡Superdivertido!
O una competición de lanzamiento de pelotas de goma a un cartel con la cara de Zapatero. El premio podría ser un paseo en barca con Ruiz Gallardón por el estanque del Retiro, que incluyera la pesca de un par de carpas. Entretenido a la par que instructivo, no me digan que no.
Y, para aquellos a los que les gusten las emociones fuertes, como a mí, nada mejor que un concurso de memorización del programa electoral del PP, en el que el ganador tuviera la oportunidad de disfrutar de unas clases de esperanto en compañía de Manuel Fraga. ¿Se imaginan qué derroche de amor, cuánta locura?
En fin, que no sé si concursar ahora o reservarme para las siguientes ideas que los estrategas de la calle Genova, sin duda, tendrán.
Porque eso es lo que siempre sucede cuando se abre la puerta a la participación de las bases: que a partir de entonces ya no hay manera de conseguir que los afiliados dejen de interesarse por la política y éstos nunca sienten saciadas sus ansias de integrarse en el partido. ¡Es lo que tiene hacer que la gente se sienta parte de un proyecto común ilusionante! Así que no le quedará otro remedio al equipo de Rajoy que exprimirse las neuronas y poner cada vez más alto el listón.
Por si se les agotan las ideas para los premios, les doy unas cuantas más: un par de entradas para escuchar una sonata de triángulo y zambomba con Javier Arenas; una lectura pública de las obras completas de José Saramago en compañía de González Pons; unas clases de migajón al lado de Núñez Feijoo...
Puede que los afiliados del PP no tengan la oportunidad de elegir libremente a los compromisarios de su congreso nacional, ni de intervenir de ninguna forma en la designación del presidente nacional de su partido, pero se lo van a pasar bomba los tíos.