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Los enigmas del 11M

¿Por qué mata ETA?

Hoy he vuelto a escuchar en algún programa de radio lo de que "ETA mata cuando puede", para tratar de explicar por qué ETA ha atentado esta noche contra la casa cuartel de Legutiano.

¿ETA mata "cuando puede"? No es verdad. O, mejor dicho, es una verdad a medias. Por supuesto que ETA sólo mata si encuentra la oportunidad de hacerlo, pero no es cierto que mate simplemente porque ha encontrado la ocasión.

Me parece enormemente perversa esa simplificación, con la que sólo se consigue que el terror de ETA se perciba como un terror irracional, carente de causas inmediatas, contra el que nada puede hacerse porque no hay ninguna lógica que lo regule. Ante las catástrofes aleatorias, no existe ninguna prevención posible, y a los seres humanos no nos queda otra cosa que resignarnos al lento goteo de víctimas.

Pero nada de eso es verdad. Por supuesto que los atentados de ETA tienen un objetivo. Y por supuesto que responden a una lógica. Una lógica criminal, pero perfectamente comprensible. Si ETA mata es "porque quiere", además de porque encuentra la ocasión. Mata porque le conviene matar en un momento específico y a una serie de personas específicas. Si mata, es porque quiere conseguir algo concreto.

Y, en este caso, ETA mata como medio de reactivar la presión del terror entre la sociedad española, ante la etapa de negociación que se avecina. Si ETA mata es porque se va a empezar a discutir de un nuevo estatuto vasco. Mata porque dentro de unos días hay prevista una reunión entre un señor llamado Zapatero, que se supone que representa al estado español, y otro señor llamado Ibarreche, que se supone que debe intentar sacarle el Presidente del Gobierno las mayores concesiones posibles.

El escenario del teatro está dispuesto desde hace días, cuando ETA hizo pública su postura de oposición a la aprobación de un nuevo marco estatutario vasco. De ese modo, se puede vender a la ciudadanía la imagen necesaria para la negociación: en un extremo del escenario, el Partido Popular, opuesto a efectuar más concesiones al nacionalismo vasco; en el extremo contrario, la ETA, que muestra con un reguero de sangre que también se opone a la modificación estatutaria, aunque sea por motivos contrarios a los de los populares. Y en el centro del escenario, envueltos en la luz de la moderación y la sensatez, Zapatero e Ibarreche.

Un Zapatero y un Ibarreche que no van a perder oportunidad de lanzar los dos mensajes simultáneos que esa nueva capitulación del Estado exige: "nosotros somos los que representamos la estabilidad, frente a los extremismos contrapuestos de la ETA y del PP"; y "nosotros vamos a satisfacer las legítimas aspiraciones de autogobierno del pueblo vasco, para que ETA deje de matar".

Llevamos 40 años con la misma historia: utilizando a ETA en las mesas de negociaciones para hacer avanzar de manera inexorable el proceso de destrucción constitucional. Cediendo terreno a los nacionalistas cuando ETA deja temporalmente de matar, para que no vuelva a matar de nuevo, y volviendo a ceder terreno a los nacionalistas en cuanto ETA vuelve a matar, para que deje de hacerlo otra vez.

Sea como sea, ETA siempre está ahí, para intentar conseguir que los españoles se cansen, para intentar que el Estado efectúe nuevas concesiones, para poder contraponer esa banda asesina a todos aquéllos que no estamos dispuestos a que la Constitución se convierta en papel mojado, equiparando a los que asesinan con los que son asesinados.

Se utilizó la tregua de ETA para intentar vender a la ciudadanía el Estatuto de Cataluña y se utilizarán los asesinatos de ETA para sacar adelante el del País Vasco. En terminología bermejiana, ETA mata o deja de matar no "cuando puede", sino cuando la jugada lo aconseja. Y ahora la jugada aconseja matar.

Ese repulsivo teatro de la muerte sólo acabará cuando la sociedad española comprenda que llevan 40 años jugando con ella. Y que con quien hay que acabar es con el totalitarismo nacionalista que hace a ETA posible. Y con todos los que dan alas a ese totalitarismo nacionalista. ETA sólo terminará cuando destruyamos políticamente a todos aquéllos que recogen las nueces del árbol que ETA sacude. A todos aquéllos que aprovechan la existencia de ETA para ir avanzando pasito a pasito en su estrategia de superación del marco constitucional. Mientras no comprendamos eso, mientras no entendamos que ETA es sólo un instrumento, seguiremos fijando nuestra vista en los sicarios y dejando que los verdaderos capos se dediquen a hacer caja.

Ahora, mientras las familias de las nuevas víctimas lloran su desgracia, resulta aún más lamentable repasar lo sucedido en las últimas semanas y ver cómo el Gobierno, en lugar de disolver directamente todos los ayuntamientos que previamente entregó a los terroristas, se ha estado dedicando con el PNV a escenificar un nauseabundo paripé con las "mociones éticas" en los ayuntamientos vascos, esas mociones en las que se pide por favor a los que ayudan a ETA que a ver si tienen a bien renunciar de motu propio a sus cargos. ¿Cuándo va el Gobierno de Zapatero a expulsar de las instituciones a esos terroristas que ha contribuido a reintroducir en ellas?

Como también resulta lamentable, viendo la casa cuartel destruida, recordar las voces de todos los hipócritas de alquiler que en este país clamaban, no hace tanto, que "ETA siempre avisa". ¿Se acuerdan ustedes de la frase, queridos fariseos?

ETA mata cuando le conviene a sus señoritos. Y avisa sólo cuando le conviene a sus propósitos.

Y ya es hora de que nos deshagamos de ETA y de sus señoritos de una vez. Y de que todos los españoles podamos, realmente, vivir como ciudadanos libres e iguales.

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