Decía Tolkien, el autor de El señor de los anillos, que "las falsas esperanzas son más peligrosas que el miedo".

Esta semana han causado un enorme revuelo las declaraciones del ex-presidente Aznar en la entrevista que concedió a Antena3. Como ya saben ustedes, Aznar vino a decirle a Rajoy, en esencia, que hay que bajar los impuestos y cumplir el programa electoral. Asimismo, reveló que solo ha mantenido con Rajoy una conversación a lo largo de este año y medio de gobierno. Dijo que esa conversación había sido larga y que se había producido recientemente.

Cabe deducir, de las palabras de Aznar, que el ex-presidente optó hace poco por exigirle a Rajoy en privado un cambio en su política y que, al no haber obtenido una respuesta satisfactoria, ha decidido repetirle la recomendación de manera pública.

Bastantes votantes del PP se han apresurado a aplaudir la iniciativa de Aznar y a señalar que ya era hora de que alguien en el PP le cantara las cuarenta a Rajoy. Muchos se han frotado las manos, incluso, pensando que esas declaraciones de Aznar serían el preludio de su vuelta a la política, lo que permitiría corregir el equivocado rumbo que el gobierno del Partido Popular está siguiendo.

Sin embargo, permítanme ustedes que exprese mi cautela y que les manifieste mis dudas.

En principio, yo también tendería a saludar esa iniciativa de Aznar, porque me parece que es imprescindible y urgente un cambio de rumbo. Sin embargo, solo puedo saludar esa iniciativa si efectivamente se termina concretando en algo.

Si José María Aznar concreta, seré el primero en aplaudirle. Pero lo que me preocupa es que Aznar se quede, al final, en las meras palabras.

Si el ex-presidente se limita a hacer declaraciones críticas y no se decide a dar al final un paso al frente, entonces sus declaraciones no solo no serían positivas, sino que resultarían tremendamente negativas. Porque al sugerir Aznar que está disponible, entonces el resto de operaciones de regeneración que pudiera haber en marcha se paralizan inmediatamente, a la espera de lo que Aznar decida.

De modo que, si todo se queda en meras palabras, Aznar no solo no habría socavado la posición de un Rajoy enloquecido, sino que habría contribuido a fortalecer a Rajoy, al evitar que otras iniciativas prosperen y sigan adelante.

Así que espero que el ex-presidente sea consciente de la responsabilidad que está contrayendo.

Aznar ha lanzado su advertencia pública, pero Rajoy ya le ha contestado que verdes la han segado y que no piensa cambiar su política. De modo que a Aznar solo le queda una alternativa, que es pasar a la acción y promover una rebelión interna en el partido, o una escisión. Y no puede dejar pasar muchos días antes de hacerlo.

Esta semana veremos qué da de sí el tema y si las declaraciones de Aznar son algo más que una floritura dialéctica, porque el ex-presidente acude mañana lunes al Congreso a presentar un nuevo libro editado por la Fundación FAES.

Si Aznar se limita a soltar este lunes una serie de vaguedades y no aprovecha la oportunidad para concretar qué va a hacer, o al menos para elevar suficientemente el tono del mensaje, entonces me ratificaré en mi desconfianza y pensaré que estamos ante un simple teatro más, destinado a apuntalar este régimen que se desmorona. Sé que puede parecer un juicio duro, pero es que a estas alturas el tiempo de las simples palabras ha pasado hace mucho tiempo y me fío ya muy poco de cualquiera que ocupe, o haya ocupado, algún cargo público.

Nada me alegraría más que comprobar que mi desconfianza es infundada, y que ver a Aznar pasar a la acción. Pero mientras no lo vea, permítanme ustedes que ponga en cuarentena todas las declaraciones que no vayan acompañadas de hechos concretos.

Ni el pueblo español ni los votantes del PP se merecen, señor Aznar, que nadie les venda las falsas esperanzas de las que Tolkien hablaba. Si está usted dispuesto a hacer algo concreto por este país que se desmorona, hágalo. Y hágalo ya. Contará con el respaldo de millones. Pero si al final no va a lanzarse a la piscina, no juegue a hacer declaraciones que para lo único que servirían es para evitar que otros den el paso al frente que en estos momentos se necesita.