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Los enigmas del 11M

La mentira de los suicidas

Resulta muy aleccionador repasar la falsa historia de los suicidas difundida en su día por la Cadena Ser. Aquella falsa noticia fue dada primero por Ana Terradillos a eso de las 10 de la noche del 11-M. A partir de las 6 de la mañana, el programa de Iñaki Gabilondo se haría eco de la noticia y ya el bulo correría imparable hasta las elecciones.

La entonces directora del Instituto Anatómico Forense, Carmen Baladía, confirmaba en la entrevista concedida a Libertad Digital que ya en la propia madrugada del 11 al 12-M se tenía la certeza de que no existían esos suicidas, a pesar de lo cual aquella falsa noticia no sólo no fue inmediatamente desmentida por quien la había dado, sino que se adornó incluso con detalles de una precisión sorprendente. Ana Terradillos sólo "informó" en la noche del 11-M de la "existencia" de ese suicida. Sin embargo, en el programa de Iñaki Gabilondo, a la mañana siguiente, ya se proporcionaba una descripción completa de ese suicida: tenía tres capas de calzoncillos, iba depilado... Esa profusión de detalles es enormemente importante, por varios motivos.

En primer lugar, porque indica una voluntad deliberada de mentir. Mientras que el rumor de la "existencia" de un suicida puede atribuirse a un error o a una mala interpretación, la profusión de detalles sólo es explicable si alguien está elaborando conscientemente una mentira y trata de hacerla lo más creíble que pueda.

Porque, y esta sería la segunda consideración, las mentiras resultan tanto más creíbles cuantos más detalles se proporcionan. Si yo digo: "Fulanito se ha embolsado una comisión por la concesión de las licencias de juego", mi mentira resulta infinitamente menos creíble que si afirmo: "Fulanito cobro una comisión de 236.000 euros por la concesión de las licencias de juego. El dinero fue transferido el 12 de noviembre desde Madrid a la cuenta 12332144 del Whitaker, Johnson & Fictitious Virtual Bank, radicado en Gibraltar y retirado mediante un cheque al portador con código de control 123A456BCD".

La reacción instintiva ante una mentira elaborada es. "No puede ser mentira, si proporcionan tantos datos. Al menos tiene que haber algo de verdad".

Si nos fijamos, ésa es exactamente la técnica utilizada para construir la versión oficial del 11-M: son tantos los informes, tantos los datos, tantos los implicados, tantas las grabaciones telefónicas, tantos los confidentes, tantos los funcionarios, ... que resulta inevitable decirse. "No es posible que todo sea una patraña. Tiene que haber algo de verdad".

Si nos olvidamos de todo lo que sabemos de la instrucción del 11-M y acudimos a las pruebas directas (análisis de los explosivos de los trenes, fotografías de las explosiones, declaraciones de testigos de los trenes), en realidad no hay nada mínimamente creíble que conduzca a la versión oficial. Antes bien, los intentos de ocultación y la destrucción de esas pruebas directas a lo que apuntan es a que se nos ha intentado colocar una milonga.

Todo lo que conocemos de la versión oficial se basa en cosas aparecidas fuera de los trenes (Kangoo, mochila de Vallecas, listados telefónicos...), supuestas "pruebas" sobre las cuales hemos acumulado una abrumadora cantidad de indicios de falsedad a lo largo de los meses pasados. Así que la única conclusión lógica posible sería: "Todo esto es una bazofia, que nada tiene que ver con el 11-M".

Y, sin embargo, no podemos evitar esa vocecita en nuestro interior, repitiéndonos machaconamente: "No es posible que todo sea mentira. Alguno de los que han detenido o condenado por el 11-M tiene forzosamente que tener algo que ver con los atentados de los trenes". Somos incapaces de aportar ni la más mínima prueba que avale lo que esa vocecita nos dice... pero a pesar de todo no podemos dejar de prestarla atención. Una mentira muy elaborada puede llegar a ser irresistible.

Evidentemente, para que una mentira elaborada tenga un efecto duradero, es imprescindible adornarla con detalles que sean ciertos en sí mismos. La mentira de los suicidas de los trenes no resistió más allá de unos días, porque se pudo comprobar que los detalles tan precisos que se proporcionaron eran falsos: no había cuerpos depilados, ni capas de calzoncillos. La mentira de la versión oficial, por el contrario, ha resistido el paso del tiempo, porque una parte de los detalles proporcionados son ciertos: es verdad que existe un señor llamado Suárez Trashorras, es verdad que los detenidos hablaban por teléfono entre sí, es verdad que hay gente que trafica con Goma2-ECO, es verdad que hay personas en España de tendencia islamista... La mentira consiste en poner todo eso en conexión con el 11-M.

En nuestro caso hipotético, mi mentira sobre las comisiones por licencias de juego no resistirá el más mínimo análisis si proporciono datos completamente falsos. Por ejemplo, si es mentira que en Gibraltar exista un banco llamado Whitaker, Johnson & Fictitious Virtual Bank.

Sin embargo, si ese banco existe; si es verdad que alguien hizo una transferencia de 236.000 euros a la cuenta 12332144; si es verdad que esa transferencia se efectuó el 12 de noviembre desde Madrid; y si existe un cheque al portador cobrado en ese banco de Gibraltar, con código de control 123A456BCD... si es verdad todo eso, mi mentira tendrá un recorrido mucho más largo, aunque ninguno de esos datos ciertos tenga nada que ver con comisiones ilegales ni con licencias de juego. Gracias a esos datos que son verdaderos en sí mismos, mi mentira tendrá una oportunidad de perdurar. Especialmente si quienes tienen que comprobar la relación de todos esos detalles con el asunto de las licencias de juego están dispuestos a certificar que esa falsa relación existe.

En el caso del 11-M, se ha tomado un conjunto de datos más o menos ciertos y se los ha tratado de ligar con el 11-M mediante un conjunto de pruebas demostradamente falsas. Pero quienes tenían que echar abajo esas pruebas no se han atrevido a cumplir del todo con su obligación y han fingido tragarse la mitad de la patraña. Allá cada cual con sus decisiones y con su conciencia.

La última consideración que cabe realizar con respecto a la mentira de los suicidas de los trenes es que se trata, curiosamente, de uno de los hilos que más rápidamente permitirían avanzar en el conocimiento de lo que ocurrió el 11-M. Porque los periodistas de la Cadena Ser tienen que saber, forzosamente, quién les intoxicó. Y quienquiera que fuera el que les habló de capas de calzoncillos y suicidas depilados tiene obligatoriamente que tener una estrecha conexión con las personas que fabricaron en aquellos días las pruebas falsas. Por ejemplo, la falsa mochila de Vallecas.

En otras palabras: que la Cadena Ser tiene que saber, con nombres y apellidos, quién fabricó la mentira de los suicidas. Por tanto, tiene en sus manos poner bajo los focos a una o más personas pertenecientes al núcleo duro de los falsificadores de pruebas. En mi opinión, su obligación moral sería contarnos a todos los españoles, pero especialmente a las víctimas del atentado, quiénes fueron esas "tres fuentes de la lucha antiterrorista" que la intoxicaron. Porque, sabiendo quiénes son, tendríamos al alcance de la mano a quienes fabricaron la mochila de Vallecas y el resto de las falsas pruebas del caso.

P.D.: Muy recomendable el nuevo vídeo elaborado por nuestro contertulio Jomesa, acerca de los explosivos de los trenes. Podéis verlo en el canal QSVTV, que la Plataforma Ciudadana Peones Negros ha abierto en Youtube, como parte de la campaña de difusión sobre los atentados del 11 de marzo. A diferencia de algunos, a los que parece que las ganas de saber se les terminaron en cuanto se cerraron las urnas el 14-M, somos muchos los que seguimos queriendo saber la verdad. Y son muchas las personas que están trabajando para que podamos lograrlo. Muchas gracias a todos los que componen el equipo de producción audiovisual de Peones Negros.

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