Iñaki Gabilondo, el mismo periodista que difundió el bulo de los terroristas suicidas depilados y con tres capas de calzoncillos en los trenes del 11-M, consiguió ayer en Valencia la proeza de dar una conferencia titulada "El compromiso de los medios audiovisuales con la Justicia y con los ciudadanos" sin partirse de la risa.
En su conferencia, Gabilondo afirmó que no ha visto en su vida "una mayor deslealtad que el 14-M", cosa en la que estoy absolutamente de acuerdo con él. Pero supongo que las razones por las que afirma eso son distintas de las mías.
Cree Gabilondo, según lo que ayer dijo, que las publicaciones sobre el juicio de los atentados han cuestionado la intencionalidad de la Justicia y han hecho un gran daño a la política, la sociedad y el periodismo. No aclaró si esas publicaciones a las que se refería eran las de El País y la Cadena Ser, o si, por el contrario, se estaba refiriendo a los medios que hemos ido demostrando una a una las falacias en las que se asienta esa versión oficial que el propio Iñaki Gabilondo ha contribuido, entre otros, a difundir.
También señaló Iñaki que "lo que no tiene nombre es que se haya llevado a cabo una operación periodística que parte de la base de que no se quiere saber la verdad. Y eso no se ha dicho un día ni dos, ni desde un medio ni dos".
¡Hombre! ¿Entonces Iñaki Gabilondo cree que sí que se quiere saber la verdad por parte de los poderes públicos? Pues mira por dónde, le voy a lanzar un desafío a nuestro conferenciante amigo.
Permíteme que te haga cinco preguntas muy simples, Iñaki:
1) ¿Cuáles son los nombres de las 13 personas que pusieron las bombas de los trenes?
2) ¿Cómo estaban confeccionados esos artefactos?
3) ¿Con qué instrumental fueron montados?
4) ¿En qué estación o estaciones se subieron a los trenes esas 13 personas?
5) ¿En qué vehículos se desplazaron hasta esa estación o estaciones?
Si eres capaz de responder a las cinco preguntas, Iñaki, y demostrarlas documentalmente, me comprometo a abandonar las investigaciones del 11-M. Te admito como "demostración documental" (para que quede clara la buena voluntad de la propuesta) las propias sentencias de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo. Es decir, te admito que recurras a la versión oficial que esas sentencias han establecido y que tú has difundido de manera tan acrítica.
Pero no vas a poder responder a esas preguntas, Iñaki. ¿Y sabes por qué?
Porque, aún admitiendo la versión oficial, ni siquiera sabemos, cuatro años después, los nombres de quienes colocaron las bombas.
Entonces, ¿dónde percibes, Iñaki, ese "deseo de saber" de las administraciones públicas? Porque lo más indignante, Iñaki, de la versión oficial de los atentados no es que sea infumable. Ni que sea contradictoria. Ni que sea pueril. Ni que sea demostradamente falsa en muchos aspectos. Lo más indignante, Iñaki, es... que ni siquiera está completa.
Ni siquiera admitiendo de principio a fin esa versión oficial sabemos, con nombre y apellidos, quiénes mataron a 192 personas el 11-M.
En lugar de recurrir a las palabras vacías para encubrir vuestro fracaso, Iñaki, deberías hacer algo más útil. Si de verdad tuvieras un "compromiso con la Justicia y con los ciudadanos", como rezaba el título de tu conferencia, nos dirías a todos los españoles el nombre y los apellidos de la fuente que hizo llegar a la Cadena Ser el bulo de los terroristas suicidas depilados. Porque el nombre de esa fuente, Iñaki, podría decirnos mucho sobre quién cometió verdaderamente el 11-M. O al menos sobre quiénes pusieron en marcha, en cuestión de tan poquitas horas, la máquina de la intoxicación, para influir en las elecciones generales y para tapar la verdadera autoría de la masacre.
Dinos a todos quién fue la "garganta tóxica" que os habló de las tres capas de calzoncillos, Iñaki. Yo creo que se lo debes a las víctimas de la masacre.
¿No lo crees tú también?