Editorial del programa Sin Complejos del domingo 8/1/2012: "El Klan de Bilbao"
El término "Ku Klux Klan" no designa a una organización concreta, sino a todo un movimiento, que a lo largo de la Historia de los Estados Unidos ha experimentado diversas encarnaciones y ha presentado características distintas.
El denominado "Primer Klan" fue fundado en 1865 en el sur de Estados Unidos por veteranos de la Confederación, tras la Guerra de Secesión, para luchar contra la emancipación de los negros por medio del terrorismo. El objetivo de sus ataques eran los negros recién liberados de la esclavitud y los blancos que militaban en el Partido Republicano, partidario del abolicionismo. Cinco años después del inicio de las actividades de ese grupo terrorista, el Congreso de los Estados Unidos aprobó una serie de leyes para defender a los negros y proscribir las actividades del Klan, pero éste continuaría operando de manera clandestina bajo esa y otras denominaciones a lo largo de las siguientes décadas.
Aquella campaña inicial de terror del Ku Klux Klan dio, tristemente, sus frutos, porque para 1877 el Partido Demócrata, contrario a la abolición de la esclavitud, consiguió recuperar el gobierno en todos los estados del Sur, gobiernos que había perdido tras la Guerra de Secesión.
El Klan había sido, en teoría, proscrito, pero en realidad había conseguido un éxito rotundo. Porque es verdad que la esclavitud no volvió a ser implantada, pero el Klan continuó operando y a los negros se los condenó, en los estados sureños, a una condición de ciudadanos de segunda, carentes de derechos laborales, privados en la práctica del derecho a voto, con acceso restringido a la educación, imposibilitados de ocupar buena parte de los puestos en la administración pública y obligados a soportar un régimen de apartheid que quedó incluso reflejado en las denominadas Leyes de Jim Crow.
Oficialmente, el Klan había sido desarticulado, pero en realidad lo que había sucedido es que el Gobierno Federal se había rendido y había entregado el control de casi todo el sur de los Estados Unidos a los miembros y simpatizantes del Klan, que a partir de aquel momento dictaron la política racial como les vino en gana, con el apoyo nada velado de muchos políticos.
Aunque parezca mentira, hasta el propio Tribunal Supremo de los Estados Unidos declaró que las leyes de segregación racial, recurridas por las organizaciones de defensa de los derechos civiles, eran constitucionales.
A lo largo de 80 años, los negros fueron libres en teoría, pero siervos en la práctica. El Klan continuó operando, a veces de forma totalmente clandestina y a veces de manera más abierta - como en la década de 1920, en la que llegó a contar con 4 millones de miembros en todo el territorio de Estados Unidos y a influir decisivamente sobre la política interna del Partido Demócrata. En 1928, una auténtica multitud de miembros del Ku Klux Klan desfilaba desafiante por las calles de la propia capital de la nación, Washington, con sus vestimentas blancas y sus capuchas, ante la pasividad de las autoridades.
Tendría que llegar la década de 1950 para vivir la desarticulación definitiva del Ku Klux Klan, tras la lucha protagonizada por las organizaciones de defensa de los derechos civiles, cuya figura más prominente es, sin duda, Martin Luther King.
Para entonces, el Klan no era una organización unificada, sino más bien una especie de franquicia utilizada por numerosos grupos autónomos que recrudecieron, en distintas ciudades del Sur, los ataques contra negros y contra activistas de los derechos humanos, muchas veces con el apoyo abierto o en la sombra de los políticos locales. Algunos de los asesinatos del Klan en esa época fueron especialmente crueles, como el ataque con bomba en 1963 contra una iglesia en Birmingham, Alabama, en el que resultaron muertas cuatro niñas negras.
Pero, a diferencia de lo que sucedió con las actividades del "Primer Klan", esta vez la campaña de terror no rindió sus frutos. Es verdad que se calcula que unos cinco millones de negros emigraron hacia los estados del Norte entre 1940 y 1970, en parte huyendo del terror y de la condición de ciudadanos de segunda que en el Sur tenían, pero las autoridades federales terminaron imponiendo con mano de hierro, aunque no sin dificultades, las leyes anti-segregación y los distintos grupos del Klan fueron paulatinamente desarticulados, enjuiciándose y encarcelándose a muchos de sus miembros.
Hoy es noticia en los periódicos la manifestación de los proetarras por las calles de Bilbao en apoyo de los asesinos terroristas. Los amigos del terror se manifiestan hoy libremente en España, con la misma altanería y prepotencia con que el Ku Klux Klan lo hacía en Washington en 1928.
Tal como sucediera con el Klan, los de la capucha son hoy un movimiento triunfante en el País Vasco. Es un movimiento teóricamente ilegal, pero que ha logrado imponer por el terror su política de segregación, ante la inacción del gobierno central.
Hoy, como ayer, vemos a los amigos de los asesinos pavonearse, mientras sus víctimas anteriores o potenciales se ven forzadas a emigrar a otras latitudes.
Hoy, como ayer, los derechos individuales no rigen más que sobre el papel en una parte del territorio español, porque en la práctica la discriminación de una parte de la sociedad se produce de manera cotidiana.
Hoy, como ayer, los supremacistas, los segregacionistas, los racistas, los amigos de los asesinos, controlan la política en una parte del territorio, aunque el gobierno central insista en decir que han sido desarticulados.
Hoy, como ayer, el gobierno central ha entregado un trozo del país a quienes se consideran al margen de la Ley, sin que a nuestros políticos parezca importarles nada la vulneración de los derechos de una parte de la sociedad.
Hoy, como ayer, se acosa impunemente a las personas que se niegan a vivir como ciudadanos de segunda, y a aquellos activistas que osan defender a esas personas.
Hoy, como ayer, los terroristas de antaño se atreven incluso a participar en la política, y encuentran eco en los medios e incluso entre una parte significativa de la población.
Hoy, como ayer, vivimos días tristes, porque triste es todo aquel día en que la injusticia triunfa sobre la Justicia.
Pero hoy, como ayer, la lucha no ha hecho más que empezar. Y los movimientos por los derechos civiles, y los periodistas independientes, seguirán dando la batalla, hasta forzar al gobierno central a cumplir y hacer cumplir la Ley. En todo el territorio.
Y entonces, como sucedió con el Klan, los asesinos y los amigos de los asesinos terminarán sus días entre el desprecio de la sociedad y la cárcel.
Y viendo cómo los españoles, los negros de hoy en el País Vasco, salimos triunfantes en nuestra lucha por la libertad.