El islote de los esclavos
La isla de Tromelin es un minúsculo islote, de 1 km cuadrado, situado en pleno Océano Indico, y descubierto en 1722 por el marino francés Jean Marie Briand, que inicialmente le puso el nombre de "Isla de las arenas".
En julio de 1761, el barco francés Utile, dedicado al comercio ilegal de esclavos, naufragó cerca del islote. En el naufragio perecieron 20 marineros y unos 70 de los esclavos que se hacinaban en la bodega del buque. Los supervivientes, 122 miembros de la tripulación y 88 esclavos, consiguieron alcanzar la costa de aquel islote, a la que fueron llegando los restos del naufragio, llevados por las corrientes o arrastrados por los propios supervivientes. Entre esos restos del naufragio, los más valiosos de todos eran los barriles de agua.
Durante las dos primeras semanas, fue el agua el elemento clave que decidió la vida y la muerte. Dada la escasa cantidad de agua que habían conseguido rescatar, los miembros de la tripulación la racionaron, reservándola principalmente para sí mismos. 28 de los 88 esclavos que sobrevivieron al naufragio murieron de sed en esos quince días. Finalmente, los franceses consiguieron excavar un pozo que les permitió disponer de agua, si no en abundancia, sí al menos suficiente para abastecer a todos, esclavos incluidos.
A lo largo de los siguientes meses, la tripulación del Utile se afanó en construir, con los restos del naufragio, un barco en el que poder escapar de aquella isla maldita. Medio año tardaron, pero finalmente lograron aparejar un pequeño velero con el que tratar de llegar a Isla Mauricio. El viaje era arriesgado y, para maximizar las posibilidades de supervivencia, llenaron el barco con tanta agua y comida como pudieron meter. Ni que decir tiene que en ningún momento se les pasó por la cabeza llevarse consigo a los esclavos negros.
A principios de 1762, por tanto, los marinos partieron en aquel velero improvisado, dejando a unos 60 esclavos negros en la isla, con la promesa de volver a rescatarlos. Pero aunque existe constancia de que los marineros franceses consiguieron llegar a Isla Mauricio, el rescate prometido no fue nunca enviado y aquellos esclavos cayeron en el olvido durante trece largos años.
En 1775, un mercante avistó de lejos un fuego en la isla. Era la hoguera que aquellos esclavos mantuvieron encendida día y noche, año tras año, para reclamar que alguien viniera a por ellos. Habiendo informado a las autoridades, los franceses decidieron enviar un buque para ver quién había esa isla. Un miembro de la tripulación se acercó al islote en una barca, pero el mal tiempo y los arrecifes le hicieron naufragar. El capitán del buque, temeroso de que su barco naufragara también, y probablemente convencido de que el marinero había muerto, optó por marcharse.
Pero aquel marinero logró llegar a tierra, donde encontró a 14 supervivientes: 3 hombres, 10 mujeres y un niño recién nacido. Era todo lo que quedaba de los 60 esclavos abandonados doce años atrás. En algún momento, 18 de los 60 habían intentado huir de la isla en una balsa. Nunca se volvió a tener noticia de ellos; probablemente murieran en el mar. Otros 29 de los esclavos habían ido falleciendo por las privaciones. Los restantes se mantuvieron con el agua de aquel pozo excavado por los franceses y comiendo tortugas, almejas y huevos de aves marinas.
El marinero encallado construyó otra balsa (¡otra más!) y logró llegar a Isla Mauricio con seis de los esclavos: los 3 hombres y 3 mujeres. Y por fin los franceses enviaron una auténtica misión de rescate, dirigida por Bernard Boudin de Tromelin, que rescató a las siete mujeres y el niño que aún quedaban y bautizó al islote con su nombre definitivo.
Nada se sabe de aquellos catorce esclavos supervivientes que lograron llegar a Isla Mauricio. Tan solo que se les concedió la libertad y que aquel niño nacido en Tromelin fue adoptado (junto con su madre y su abuela) por el gobernador francés y bautizado con el nombre de Santiago Moisés.
Les traigo esta historia a colación porque el islote de Tromelin ha vuelto estos días a la actualidad. Bajo soberanía francesa, el islote (que alberga tan solo una estación meteorológica y una pista de aterrizaje) es reclamado desde hace mucho tiempo por la República de Mauricio, sin que haya podido solucionarse nunca el conflicto territorial.
Pero, aunque la historia ha pasado desapercibida en los medios de comunicación de nuestro país, recientemente el presidente francés Hollande llegó a un acuerdo con Mauricio, para poner fin al conflicto territorial mediante un tratado de soberanía conjunta. En teoría, ese acuerdo debía haber sido ratificado esta semana por la Asamblea Nacional Francesa.
Pero el simple anuncio del acuerdo hizo que el Frente Nacional de Marine Le Pen se movilizara en defensa de la integridad territorial e iniciara una petición popular a través de las redes sociales.
Y, aunque el Frente Nacional solo cuenta con 2 diputados y aunque la petición popular solo recogió unas exiguas 11.000 firmas, el gobierno de Hollande, ante la posibilidad de que Marine Le Pen capitalizara el tema de cara a las elecciones próximas, dio marcha atrás y retiró del orden del día de la Asamblea Nacional la ratificación del acuerdo.
Con lo que Tromelin vuelve a ser el islote que Francia y Mauricio se disputan y que guarda en sus arenas la trágica historia y los restos de unos esclavos abandonados a su suerte en mitad de la nada.