El increíble hombre menguante
'El increíble hombre menguante' es una película en blanco y negro de 1957, basada en la novela homónima de ciencia ficción publicada por Richard Matheson el año anterior. El argumento trata de lo que el título describe: de la tragedia de un hombre que, a causa de un accidente radioactivo, comienza a encoger lenta y proporcionalmente de tamaño.
Para quien no lo sepa, Richard Matheson era uno de los más originales y 'serios' escritores de ciencia-ficción. Quizá su mejor y más famosa novela sea 'Soy leyenda', sobre el que en 2007 se haría una pésima película protagonizada por Will Smith; al guionista habría que condenarlo a galeras, por destrozar una novela maravillosa. Mejor suerte corrió otra historia de Richard Matheson, 'Duelo', que serviría a Steven Spielberg para su debut cinematográfico en 1971, con una película desasosegante que muchos de ustedes recordarán: 'El diablo sobre ruedas'.
Las novelas de Matheson tienen siempre un trasfondo filosófico, algún tipo de drama psicológico en el que se cuestiona la relación del hombre con el mundo, con la muerte, con el destino, con la sociedad… Matheson siente predilección, asimismo, por las epopeyas personales: en las tres novelas mencionadas, por ejemplo, se retrata la lucha contra el mundo de un hombre que tiene que enfrentarse a los desafíos completamente solo.
En el caso de 'El increíble hombre menguante', lo que la novela nos plantea no es tanto el proceso en sí de progresiva reducción de un hombre, sino el drama que ese hombre vive al darse cuenta del alcance del proceso y al cuestionarse el futuro que le aguarda. La novela, siendo trágica, encierra en el fondo un optimismo resignado y apasionadamente vital; una confianza inagotable en el futuro, que resume perfectamente el protagonista en una sola frase: “Para Dios, no existe el cero”.
Ayer vivimos la salida de escena - según él, temporal - de Pedro Sánchez, a quien Vds recordarán que bauticé hace ya muchísimos meses (¡Que Richard Matheson me perdone!) con el sobrenombre de 'El increíble hombre menguante'.
Echando la vista atrás, uno no tiene más remedio que preguntarse a qué extremos de degradación habrá llegado la cosa pública, para que alguien tan insoportablemente leve como Sánchez haya llegado a dirigir el que durante mucho tiempo fuera el más importante partido político español.
Tras el cataclismo que supuso la llegada de Zapatero (que dejó el PSOE y el país como un solar), Rubalcaba consiguió llevar al Partido Socialista al peor resultado de su historia democrática. Parecía imposible que las cosas pudieran empeorar más aún. Sin embargo, llegó Sánchez para sacarnos del error rápidamente: no solo empeoró por dos veces los ya menguados resultados de su partido en las generales, sino que el PSOE ha conseguido ser irrelevante en Cataluña, el País Vasco, Navarra o Galicia, así como pasar a desempeñar el papel de simple comparsa en los principales municipios españoles.
Y si las cosas se hubieran quedado en los simples resultados numéricos, quizá el asunto tendría un pase, pero es que Sánchez ha conseguido que su partido se desdibuje también en el terreno de la táctica, de la estrategia, de la ideología y del mensaje. ¿Qué quiere el PSOE? ¿A quién se dirige? ¿Cuáles son sus planes?
Con una política errática, con unas formas ininteligibles, con un tono de voz siempre impostado,el increíble hombre menguante ha logrado estar hablando durante incontables meses para al final no decir nada de nada. ¿Qué pretendía Sánchez? ¿Alguien lo sabe? ¿Lo sabe él?
En la penúltima escena de la película, un Sánchez carente por completo del poder necesario, se atreve a enfrentarse a la tela de araña tejida por sus críticos, para al final terminar arrojando la toalla en un comité donde solo le faltó a sus compañeros acuchillarle. Manolete, si no sabes torear, ¿pa qué te metes?
Y ayer veíamos terminar el drama, con un mutis por el foro en el que Sánchez termina de encoger y desaparece. En lugar de mantenerse fiel a sus principios y quedarse en el escaño para votar no a Rajoy y encararse con la gestora (¿acaso no son los críticos con Sánchez los que están traicionando sus promesas electorales?), Sánchez arrojó la toalla entre vagas promesas de volver para presentarse a unas primarias.
Por supuesto, Sánchez no volverá. Ahora que ha renunciado a la visibilidad que le daba el escaño, Sánchez ha pasado a no existir. De tanto menguar, ya no será distinguible a simple vista. Sus posibilidades de volver a tomar las riendas del PSOE simplemente no existen.
Pero bueno, aunque su carrera política haya terminado, Sánchez debería recordar que el encarar la vida con optimismo es solo cuestión de actitud. Sánchez es lo que siempre fue, un don nadie , sí, pero que recuerde las palabras del protagonista de Richard Matheson: para Dios, no existe el cero. Ni siquiera el cero a la izquierda, Sánchez. Hasta tú eres una criatura del Señor.