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Los enigmas del 11M

El coñazo

Que Rajoy está incapacitado para dirigir al Partido Popular hacia un triunfo electoral, es algo que sabemos ya hace tiempo. La metedura de pata de ayer, calificando al desfile del 12 de octubre de "coñazo", no es más que la plasmación simbólica de una sucesión de despropósitos que dura ya cuatro años y medio.

El Partido Popular ha iniciado ya en Navarra, como antes el Partido Socialista en Cataluña, el inevitable proceso de fragmentación territorial que los planes de confederalización de España exigen, sin que Rajoy pueda, sepa o quiera poner coto a la actitud entreguista de UPN. Se ve que Rajoy tan sólo tiene autoridad o carácter a la hora de sacudir a la Cope, de invitar a los liberales y conservadores a abandonar el Partido Popular o de depurar a todos aquéllos que siguen defendiendo los principios con los que el PP concurrió a las elecciones.

Para acabar echando a María San Gil del partido y neutralizar cualquier posibilidad de que Esperanza Aguirre pudiera presentar una candidatura alternativa, Rajoy sí tenía energías y no tuvo reparo en que su equipo recurriera a las más miserables maniobras. Para pararle los pies a Zapatero, para meter en cintura a Miguel Sanz, para plantar cara a los nacionalistas con todas las consecuencias, para movilizar a su electorado contra el proceso de transformación social puesto en marcha por el PSOE o para promover el respeto a los símbolos nacionales, Rajo no tiene ni fuerzas, ni ganas, ni voluntad. Todo es un coñazo a la hora defender lo que es bueno para España, pero para impedir que nadie pudiera amenazar su elección como presidente del PP sí que trabajó como una bestia y no vaciló en usar todas las armas a su alcance.

Ése es Rajoy: alguien de quien no podemos esperar que lidere o proponga ninguna iniciativa que permita desbaratar los planes del PSOE en materia territorial o social, pero que hará todo lo posible por evitar que otras personas que sí desean desbaratar esos planes puedan llegar a hacerse cargo del partido.

Lo malo del desliz de ayer no es que Rajoy dijera que el desfile del 12 de octubre es un coñazo. El que lo dijera es indiferente. Lo malo es que ese desliz indica a las claras que eso es lo que Rajoy piensa en su fuero interno acerca del desfile: que es un coñazo. Para Rajoy, ese desfile no es una forma simbólica de expresar el orgullo de sentirse español, no es una oportunidad de promover ese orgullo como antídoto frente al cáncer nacionalista que se está comiendo España. Para Rajoy, ese desfile es un puro tostón, una obligación, una tradición caduca y trasnochada que nada le dice y nada le inspira, y en la que no ve ninguna oportunidad de transmitir unos valores encarnados en un cierto contenido simbólico.

Si Artur Mas, o Carod-Rovira, o José Montilla, hubieran sido sorprendidos por los micrófonos calificando la ofenda floral a Rafael Casanova de coñazo, hubieran durado dos minutos en su cargo. Y, en caso de que no lo abandonaran por una razón u otra, el daño al imaginario colectivo del nacionalismo catalán sería suficientemente grande como para sumirnos en un duradero regocijo a todos aquéllos que deseamos que esos nacionalismos que desangran España sean definitivamente derrotados. No es necesaria mucha imaginación, por tanto, para comprender el regocijo que hoy deben de estar sintiendo aquéllos que desean el fin de España como nación.

Si el único partido que supuestamente defiende los valores constitucionales está dirigido por un sujeto para quien el desfile del 12 de octubre es un coñazo, tenemos la partida perdida.

Rajoy tiene que irse. Mejor ayer que mañana. Y, si no lo hace, me temo que son muchos los españoles que van a ahorrarse el coñazo de ir a votar a un partido que tan sólo demuestra mano dura para con sus propios electores y que está dirigido por un señor a quien defender los intereses de su país le aburre soberanamente.



P.D.: El próximo domingo 19 de octubre, a las 17:30, la Mesa por la Libertad Lingüística y la Asociación Gallega por la Libertad de Idioma han convocado en La Coruña una manifestación en contra de la imposición lingüística. La manifestación dará comienzo en el Obelisco y la marcha discurrirá hasta María Pita. La manifestación cuenta con la adhesión de varias otras organizaciones cívicas, como el Foro de Ermua, Convivencia Cívica Catalana y Coruña Liberal. Más información:

http://www.libertadlinguistica.com/


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