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Los enigmas del 11M

Deprisa, deprisa

¿Quién no ha visto un espectáculo de magia? ¿Quién no ha disfrutado con esos magos capaces de hacer aparecer en tu bolsillo la carta que acabas tú mismo de romper en pedazos, tras extraerla de la baraja?

Existen muchos tipos de magos, pero uno de ellos es el que podríamos denominar, sin intención peyorativa, el "mago charlatán": el ilusionista que habla a toda velocidad y gesticula de manera grandilocuente, consiguiendo que fijemos nuestra atención en su cara o en una de sus manos, mientras con la otra ejecuta sus trucos. Básicamente, se trata de distraer nuestra atención, de no dejarnos tiempo para pensar, para que no podamos detectar cómo nos está engañando.

Acaba hoy el mes de agosto y se inaugura un nuevo curso político. Y a partir de mañana los acontecimientos van a empezar a acelerarse, pero no porque sea necesario que se aceleren, sino porque así lo quieren los ilusionistas malintencionados que nos gobiernan.

Van a pasar muchas cosas en muy pocas semanas. Pero, sobre todo, nuestra clase política va a hablar mucho y muy rápido, de forma que la opinión pública no cuente con tiempo para sentarse a reflexionar.

No les quepa a ustedes duda: se trata de una técnica consciente, que los poco simpáticos magos que nos gobiernan usarán para tenernos entretenidos, mientras escamotean con una mano lo que puedan o nos cuelan de rondón algún nuevo desafuero.

Acepten mi consejo: bajen al supermercado y cómprense un buen cargamento de palomitas, para sentarse a disfrutar del espectáculo. Y sean conscientes de que es todo ilusionismo. Cuando escuchen a los políticos hablar mucho y muy deprisa en estas semanas venideras, recuerden que lo único que intentan es distraer su atención. No se fijen en lo que dicen, sino solo en lo que hacen. Y aprendan a diferenciar, entre aquello que hacen, qué cosas son importantes y cuáles pretenden solo atraer nuestra mirada, mientras nos la clavan por algún otro lado.

El PP, el PSOE y CIU están inmersos en una trampa de la que no saben cómo salir. Así que irán improvisando al calor de las encuestas de opinión. Si pudieran, darían marcha atrás al reloj y retrocederían dos años en el tiempo. Pero ya es tarde para rectificar, así que tienen que encontrar una salida que permita a todos ellos salvar la cara ante sus respectivos electores. Si no pueden hacerlo, si no pueden encontrar esa salida honrosa para todos, tendrán que ver quién saca la pajita más corta. Y el que más papeletas tiene en estos momentos de sacarla es Artur Mas, con lo que CIU sería la primera sacrificada.

Pero ni siquiera eso bastaría en estos momentos. Ni siquiera el sacrificio ritual de CIU le sirve ya a PP y PSOE para garantizarse su propia supervivencia, ante el ascenso de la extrema izquierda de Podemos. Cada vez son mayores los indicios de que puede resultar imposible salvar el sistema bipartidista, dado que la caída del PSOE se está demostrando imparable. Encuesta tras encuesta, el PSOE sigue rompiendo su suelo electoral. Y cada vez se antoja más complicado que PP y PSOE puedan sumar, entre los dos, un cincuenta por ciento del voto en unas futuras elecciones generales, lo que haría imposible la que hasta ahora se había considerado siempre la solución de último recurso: el gobierno de coalición.

Si eso es así, si la decadencia del PSOE es ya irreversible, y todo apunta a que lo es, el sistema diseñado en el 78 está muerto, porque un sistema bipartidista no puede, por definición, descansar sobre una sola pata, la del PP. Y menos aún si esa pata demuestra también estar carcomida.

El PP podría tratar de recuperarse y jugárselo todo a la carta de "o yo, o el caos de Podemos". Pero para recuperar un nivel de votantes aceptable como para poder lanzar ese órdago, tendría que pasar una de dos cosas: o que la situación económica mejorara en los próximos meses de manera espectacular (cosa cada vez más improbable, dado el contexto internacional, que apunta justo a lo contrario); o que el PP aplacara a sus votantes defraudados, a base de medidas ideológicas (cosa que el PP no puede hacer, porque incumpliría los pactos alcanzados para llegar a La Moncloa).

En consecuencia, el futuro de las tres patas del sistema (PP, PSOE y CIU) está en el aire en estos momentos. Con lo que la única salida para España sería el ascenso de fuerzas moderadas alternativas que sustituyeran a los actuales partidos. Pero, obviamente, ni CIU, ni PSOE, ni PP van a suicidarse por propia voluntad. Y cuando alguien está acorralado, intenta desesperadamente salvarse.

Por eso les decía que todos van a hablar muy deprisa en estas próximas semanas. Y van a hacer muchos aspavientos para tratar de ocultar sus verdaderas acciones.

Tómense las cosas que van a pasar con toda la calma del mundo, queridos oyentes. Y plantéense siempre qué hay detrás de las apariencias que nos quieran vender. Y recuerden aquellas palabras con las que se despedía el mago Anthony Blake, porque vienen al pelo: "Todo es producto de tu imaginación".

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