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Los enigmas del 11M

¿De qué estamos hablando?

El periódico El Mundo volvía a apuntarse ayer un tanto con una importante (y excelente) exclusiva de Antonio Rubio. La noticia en sí es enormemente llamativa: un testigo del 11-M corrobora que Jamal Ahmidan "El Chino" tenía contactos continuados con miembros de ETA con los que trabó relación en la cárcel de Carabanchel.

La noticia en sí es sólo la confirmación de algo que todos intuíamos: si es cierto que El Chino operaba sus negocios de distribución de droga en el Pais Vasco, forzosamente tenían que existir vínculos con el entorno de ETA. Pero esa exclusiva de Antonio Rubio tiene una trascendencia que va mucho más allá del simple titular, por dos razones distintas.

En primer lugar, porque quien hace esas declaraciones es un testigo del 11-M. Esas declaraciones exigen, como bien apuntaba ayer El Mundo, que ese testigo vuelva a declarar ante el juez Del Olmo y que se investigue la veracidad de las aseveraciones realizadas, empezando por la determinación de la identidad de esos etarras con los que Jamal Ahmidan hubiera coincidido en prisión y continuando con la comprobación de los posibles contactos que hubieran podido producirse antes del 11-M.

Pero, en segundo lugar, la noticia que daba ayer Antonio Rubio contenía un elemento nuevo de información con una enorme trascendencia y que, sin embargo, no se destacaba lo suficiente: la mujer de El Chino era hija de un policía nacional.

Es decir, no sólo se liberaron (al parecer) los teléfonos móviles en la tienda de un policía (Kalaji); no sólo los hermanos Almallah tenían una estrecha relación con un traductor de la Policía y con el propio Kalaji; no sólo existe la sospecha de que las armas del 11-M pudieran haber sido entregadas por un guardia civil; no sólo fueron confidentes policiales los que suministraron los explosivos, ... sino que ahora resulta que el jefe del comando mercenario de Morata era también yerno de un policía.

Pero, ¿de qué estamos hablando?

Evidentemente, nadie es responsable de sus yernos, pero ¿podría alguien aclararnos si la propia mujer de El Chino tiene alguna vinculación con las fuerzas de seguridad o trabajaba de confidente?

Creo que por una vez voy a tener que dar la razón a Rodríguez Zapatero: en el 11-M no hay agujeros negros, en plural.

Porque todo el 11-M es un único, inmenso y tenebroso agujero negro.

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