¿Y qué hacemos ahora? Los datos que Casimiro García Abadillo va desgranando y las noticias que se filtran van dejando claro, hora a hora, que los tres peritos actuaron de forma escrupulosamente legal, que sus superiores son responsables de la falsificación de un informe pericial y que la actuación del juez Garzón se va aconvertir en un boomerang explosivo.
Por resumir lo que se ha ido sabiendo:
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El registro del despacho de los tres peritos demostró que éstos hicieron su informe el día 21 de marzo de 2005 (tal como decían) y que la copia que entregaron a su jefe en julio de 2006 era una copia fiel del original.
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Demostró asimismo que la inclusión de referencias a las utilizaciones anteriores de un explosivo en otros actos terroristas era habitual (con lo cual no había razón para eliminar las referencias a ETA).
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También permitió ese registro certificar dos indicios más de la falsificación que habría efectuado el superior de los tres peritos, Ramírez. El primer indicio: en el libro de registro de la Unidad de Análisis no consta que Ramírez se hiciera cargo de ningún análisis y sólo consta el nombre de uno de los peritos. Además, en el cuaderno de incidencias redactado por uno de los peritos constan las presiones a que éste fue sometido para que cambiara su análisis pericial.
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Además, hemos sabido que Ramírez carece de la titulación necesaria para firmar pericias de análisis farmacológico o toxicológico.
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El éxito lleva persiguiendo a Garzón desde hace años. Pero Garzón siempre consigue demostrar que él corre más deprisa.