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Los enigmas del 11M

Análisis electoral (III): El secuestro de España

Pero si el análisis de las matrices de transferencia de voto es interesante, no lo es menos la descomposición de los totales de voto desde criterios puramente nacionalistas. La siguiente tabla muestra cómo se reparten los votos y los escaños en España, y como se dividen entre Galeusca (Galicia-Euskadi-Cataluña) y el resto de la nación:

TOTAL

GALEUSCA

RESTO

PSOE

11064524

44,1%

169

2782353

43,2%

44

8282171

44,5%

125

IU

963040

3,8%

2

256420

4,0%

1

706620

3,8%

1

NACIONALISTAS

1763051

7,0%

22

1656437

25,7%

21

106614

0,6%

1

SUBTOTAL

13790615

55,0%

193

4695210

72,9%

66

9095405

48,8%

127

PP

10169973

40,6%

154

1582430

24,6%

22

8587543

46,1%

132

UPD

303535

1,2%

1

26340

0,4%

277195

1,5%

1

CIUDADANOS

45750

0,2%

29142

0,5%

16608

0,1%

REGIONALISTAS

310472

1,2%

2

0

0,0%

310472

1,7%

2

SUBTOTAL

10829730

43,2%

157

1637912

25,4%

22

9191818

49,4%

135

OTROS

447042

1,8%

109434

1,7%

337608

1,8%

TOTAL

25067387

350

6442556

88

18624831

262

Esos números muestran una realidad que sólo hace poco ha comenzado a decirse en voz lo suficientemente alta: el nacionalismo, que no representa más que un 7% de la población española, es quien marca los destinos de toda la nación. A lo largo de los últimos treinta años, y gracias a la desidia de los partidos nacionales, hemos asistido a un fenómeno de auténtico secuestro de la voluntad popular:

Evidentemente, ni la mayoría de los gallegos, ni la mayoría de los catalanes, ni siquiera la mayoría de los vascos, respaldan esa estrategia callada de demolición constitucional, pero la realidad es que los votantes de izquierda de esas tres regiones se han convertido, gracias a la complicidad de PSOE e IU, en garantes involuntarios del poder de una casta que ha hecho del nacionalismo su modo de vida.

Al día siguiente de las elecciones, comenté que asistiríamos a un nuevo engaño, consistente en esgrimir como amenaza el referéndum prometido por Ibarreche, para finalmente colarnos de rondón un estatuto para el País Vasco similar al de Cataluña, que mientras tanto sería convalidado por un Tribunal Constitucional que hace mucho tiempo que dejó de tener la Constitución como referencia de sus actos. Hace dos días, el periódico El País confirmaba que ésa es, precisamente, la intención del PSE: nuevo estatuto vasco a cambio de la no realización del referéndum.

¿Cuál es el resultado que nos espera? Pues algo peor que una eventual independencia de esas regiones falsamente independentistas: hacia lo que vamos es hacia la implantación de un "federalismo asimétrico" que no es otra cosa, en la práctica, que la consagración de España como colonia controlada y parasitada por una cleptocracia amparada en el nacionalismo, que sabe jugar con las miserias de los partidos nacionales para seguir fagocitando los recursos que necesita para subsistir.

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