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Los enigmas del 11M

Algunas reflexiones (II)

Si aceptamos, como sugería en el primer hilo de esta serie, que el 11-M fue un atentado meticulosamente preparado y en el que nadie dejaría nada al azar, entonces existe otra razón por la que cabría descartar la historia oficial de los colocadores de bombas que van por el tren dejando una carga temporizada. La razón ya la he comentado en alguna ocasión anterior: cualquiera que planificara un atentado en una línea de cercanías, forzosamente tendría en cuenta un suceso que no resulta infrecuente: que el tren quede detenido entre dos estaciones por cualquier incidencia en el servicio. A mí personalmente me ha sucedido con frecuencia.

Si tres terroristas fueran a colocar una bomba temporizada que va a estallar en breves minutos y de repente su tren se detiene entre dos estaciones, ¿qué harían? ¿Saltar por la ventana? Nadie se arriesgaría a algo así. Como mucho, podríamos pensar en bombas con doble sistema: un temporizador más un seguro que se accionaría antes de bajar del tren.

Pero, como decía en el hilo anterior, si uno ha planeado el atentado meticulosamente, entonces es que simplemente no tiene ningún sentido arriesgarse a una colocación sobre la marcha. Es mucho más sencillo y menos arriesgado colocar las bombas de antemano: o bien en la cabecera de estación, inmediatamente antes de la partida del tren, o bien en las playas o cocheras durante la noche.

Con respecto a la colocación anticipada durante la noche, he visto que algunos participantes del blog aducen, como objeción, que era imposible saber con antelación qué trenes iban a salir en cada momento. Pero me parece que, al plantear esa objeción, se está asumiendo como premisa algo que no tiene por qué ser cierto: que sólo se colocaron diez bombas (o doce, si aceptamos la existencia de las dos desactivadas en las estaciones). ¿Por qué sólo habría de haberse colocado ese número de bombas?

Si yo dispusiera de medios suficientes (y parece lógico suponer que eso es así en el caso de quienes prepararon el 11-M), lo que haría, si quiero hacer estallar cuatro trenes consecutivos y no sé el orden en que van a salir, es colocar artefactos en todos los trenes candidatos. Después, haría estallar sólo los cuatro que me interesaran. Tras el atentado, eliminaría de los trenes no atacados los artefactos previamente depositados. Es una solución fácil y limpia, porque nadie registraría nunca los trenes que no hubieran sido atacados, sino sólo aquellos en los que hubiera estallado al menos una bomba.

De todos modos, me inclino más por una colocación en cabecera que durante la noche. Aunque, al hablar de cabecera, me parece que hay más posibilidades de que fuera en Chamartín y Guadalajara que en Alcalá, aunque sólo sea por la rapidez que se dieron en centrar nuestra atención sobre Alcalá de Henares después del atentado, con aquellos falsos avisos de bomba.

En cuanto al objetivo principal del atentado, ya he dicho alguna vez que en mi opinión nunca fue Atocha. Si quedamos en que el atentado tenía una tremenda importancia para quien lo planificó, lo lógico es que ese alguien quisiera maximizar sus efectos, eligiendo cuidadosamente el objetivo simbólico. Y Atocha no es (no era) símbolo de nada. Sin embargo, la estación de El Pozo sí. De hecho, la estación de El Pozo es la que juega el papel fundamental en la campaña de agitación posterior al 11-M. El propio Otegui usó la estación de El Pozo como argumento, preguntando retóricamente qué cómo podía alguien pensar que ETA atentaría contra la clase trabajadora, atacando "la cuna del comunismo español".

Algunas de las explicaciones iniciales (que saltaron a los medios con una rapidez pasmosa) hablaban de que los terroristas querían derrumbar la estación de Atocha haciendo coincidir la explosión de dos trenes en su interior. La verdad es que el argumento no puede ser más absurdo: una estación no se derrumba o se deja de derrumbar por el número de trenes que estallen en su interior, sino por el número de kilos de explosivo. Si hubieran querido derrumbar la estación de Atocha, habría bastado con usar un sólo tren y poner más bombas, o poner bombas más potentes. Ni siquiera habría hecho falta atacar trenes, si el objetivo principal fuera derrumbar la estación de Atocha: en esa estación sobran los lugares en los que los terroristas hubieran podido depositar dos docenas de artefactos.

Es precisamente esa tempranísima insistencia en tratar de desviar nuestra atención hacia Atocha como objetivo la que me lleva a dar aún más credibilidad a la hipótesis de que el objetivo principal era otro.

En cuanto al hecho de que todos los trenes estallaran estando parados (y como ya he dicho anteriormente en alguna otra ocasión), la ley de probabilidades está en contra de esa casualidad. Así que tenemos dos opciones: pensar que, de todos modos, es casualidad; o pensar que eso es lo que los terroristas querían exactamente. Y, de hecho, si admitimos la hipótesis de que la campaña de ocultación y la de agitación posteriores al 11-M guardan alguna relación con el propio atentado, entonces cuadra bastante el hecho de que los estallidos se produjeran en las estaciones: al estallar en estaciones, se facilitaba el levantamiento de cadáveres (hasta que no finalizara el cual no había posibilidad de iniciar ninguna campaña de agitación) y se facilitaba también el desguace y desaparición de los trenes atacados.

En cuanto a la activación de los artefactos, si admitimos que no es casual que todos los trenes estallaran en parada, entonces sólo hay una opción: accionamiento a distancia. Para el cual, como comentaba algún contertulio del foro, no es necesario ni siquiera estar presente en la estación. Con un emisor dotado de GPS, los terroristas sabrían en todo momento dónde se encontraba cada tren.

Por supuesto, me parecen perfectamente aceptables las opiniones contrarias expuestas por otros contertulios del blog. Como estamos hablando de deducciones, todas las puertas deben quedar abiertas hasta que dispongamos de pruebas convincentes.

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