Editorial del programa Sin Complejos del domingo 24/6/2012

"Durante el fin de semana, los gallinazos se metieron por los balcones de la casa presidencial, destrozaron a picotazos las mallas de alambre de las ventanas y removieron con sus alas el tiempo estancado en el interior, y en la madrugada del lunes la ciudad despertó de su letargo de siglos con una tibia y tierna brisa de muerto grande y de podrida grandeza".

Así comienza "El otoño del patriarca", la mejor novela, en mi opinión, de Gabriel García Márquez.

Esa novela narra la historia de Zacarías, un dictador caribeño aparentemente invulnerable y fatigosamente longevo, que sobrevive al tiempo y a todas las conspiraciones tramadas en su contra. Al final, su poder termina extendiéndose más allá de su propia muerte, puesto que el régimen continúa en pie hasta que los gallinazos entran en el palacio presidencial y el pueblo se atreve a seguir su estela, tan solo para descubrir, de repente, que el dictador hace tiempo que ha fallecido.

Nuestro régimen político también está muerto. Lo está desde un 11 de marzo en que alguien decidió volar cuatro trenes en Madrid para poder perpetuar el inestable equilibrio de poderes que ha permitido el saqueo impune de las arcas del estado en las últimas décadas.

Pero, como en el caso del general Zacarías, el poder de ese régimen se ha extendido más allá de su muerte, por la simple inercia de la resignada sumisión ciudadana.

La clase política yace inerte desde hace ocho años en su palacio vacío, incapaz ya de dirigir el país o de escuchar a quienes vivimos en "este lado de pobres". Instalada en la mentira, porque "la mentira es más cómoda que la duda, más útil que el amor, más perdurable que la verdad", nuestra clase política se ha visto inmersa en la ficción "de mandar sin poder, de ser exaltada sin gloria y de ser obedecida sin autoridad".

Sin embargo, en 2007 los gallinazos de la crisis comenzaron a destrozar a picotazos las mallas de alambre que protegían las ventanas del palacio silencioso y todos despertamos de nuestro letargo de siglos, percibiendo el olor de la podrida grandeza. Nos dimos cuenta, poco a poco, de que en el palacio presidencial del estado ya no queda nada de nada, de que estábamos en la ruina. De que en la lata no resta más que una raspadura de café llena de óxido, por utilizar una imagen de "El coronel no tiene quien le escriba", otra novela de García Márquez.

El palacio vacío está allí a la vista, con sus cajones abiertos y llenos de facturas sin pagar, con sus salas desiertas donde no se encuentran ya contables ni gestores. Y, sin embargo, los habitantes de la ciudad han tardado tiempo en cerciorarse de que no queda en el palacio ni resto del antiguo poder. Desde que la crisis comenzara, la situación política se ha ido transformando en una olla cada vez más hirviente de ira contenida y de estupefacción resignada. Las quejas de los ciudadanos han ido subiendo de tono a lo largo de este tiempo. Pero no se ha movido una hoja.

Muy pocos han sido, a izquierda o a derecha, los que se han atrevido en la calle a expresar su desencanto y su enfado.

Pero parece, por fin, que el panorama se mueve y que algunos audaces han iniciado el camino hacia los portones blindados del palacio muerto, para intentar su conquista.

El pasado viernes, Julio Anguita daba el pistoletazo de salida de la operación Syryza española, haciendo público en Internet un manifiesto de actuación con el título "Somos mayoría". En ese manifiesto, Julio Anguita traza una preocupada panorámica de la situación actual, expresa una contundente crítica hacia quienes nos han llevado a ella y pone en marcha una plataforma de izquierda, al margen del PSOE y de IU, para conseguir un cambio económico y político.

La denomino "operación Syryza" porque la plataforma que acaba de lanzar Anguita repite milimétricamente el patrón seguido en los últimos tres años en Grecia, donde una fuerza política de creación relativamente reciente ha conseguido, en un tiempo récord, desplazar al Partido Socialista y al Partido Comunista como fuerza hegemónica de la izquierda.

Permítanme que les haga una predicción: a menos que la crisis escampe de repente por arte de magia, en España va a pasar lo mismo que en Grecia ha sucedido: estén Vds atentos a la evolución de la plataforma lanzada por Anguita, porque es probable que signifique la sentencia definitiva para el PSOE y para los comunistas de opereta al estilo Llamazares. Acaba de nacer otra izquierda y está aquí para quedarse.

¿Y en la derecha, se preguntarán Vds? ¿No hay movimiento? ¡Pues también lo hay! El viernes saltaba la noticia de que 30 personalidades, entre las que se encuentran Alejo Vidal-Cuadras, Santi Abascal, José Antonio Ortega Lara o Francisco José Alcaraz, han dirigido una carta pública a Mariano Rajoy exigiendo la reconversión del Estado. La carta se presentará en sociedad el próximo lunes.

Esa iniciativa no se plantea, al menos de momento, con un horizonte electoral. Se trata más de una apelación a que el PP rectifique, que de un intento de crear una plataforma política. La situación en la derecha, por tanto, no está tan madura como en la izquierda . Pero tampoco hace falta ser ningún lince para detectar que la gente está hasta las narices también en la derecha, y que el clamor para que surja alguna nueva formación política es cada vez mayor, en vista de que el PP no responde a sus electores. Con lo cual, solo es cuestión de tiempo que termine cuajando a la derecha otra plataforma similar a la que Julio Anguita lidera. Si no es esta iniciativa que se presenta el próximo lunes, será otra iniciativa cualquiera.

Así que prepárense Vds para los movimientos que vamos a vivir en los próximos meses en el panorama político, porque pueden significar, como en Grecia, que la clase política surgida de la transición termine saltando por los aires, por méritos propios.

Porque cada vez son más los ciudadanos que, como en el final de la novela de Gabriel García Márquez, están solo a la espera de poder oír "las músicas de liberación y los cohetes de gozo y las campanas de gloria" que anuncien al mundo "la buena nueva de que el tiempo incontable de la eternidad" por fin se ha terminado.