La penuria contrasta con lo que ocurre en otros países, en particular en Estados Unidos, donde la biografía –o la autobiografía– de un político forma parte casi obligada de su carrera. Incluso hay más de una, la autorizada, la menos autorizada y la desautorizada del todo. Gana todo el mundo: el público curioso; los electores, que reciben más información: el biografiado, del que se habla más cuanto más se cuenta de él, y la gente que vive de los libros. Pero no es esto lo único que le proporciona a esta biografía de Esperanza Aguirre –La presidenta– su originalidad. En realidad, sería un libro extraordinario incluso en países donde este género se cultiva con más asiduidad.
Y la principal razón se debe a la personalidad de la protagonista. En cuanto a la clasificación apuntada antes, estamos, está claro, ante una biografía de las muy autorizadas. Eso no lo hace aburrido ni previsible y al final de la entretenidísima lectura sabemos de Esperanza Aguirre mucho más que antes. Pero también es verdad que, salvo algunos datos particulares, el material era conocido de antemano.
Lo que faltaba era la visión de conjunto, el retrato en movimiento de un carácter excepcional. Pues aquí lo tenemos. De las páginas de esta biografía sale una Esperanza Aguirre de cuerpo entero: en movimiento perpetuo, terca pero dispuesta al diálogo, ocurrente y rápida, detallista, simpática, exigente e incluso implacable con sus colaboradores, curiosa, atenta a sus interlocutores y a lo que ocurre a su alrededor, con muchas ganas de vivir y, más de lo que a veces se dice, un poco ingenua de puro generosa, como si no fuera capaz de concebir en los demás una doblez que le es ajena.
¿Que habrá por debajo otra Esperanza Aguirre más difícil, más vulnerable y tal vez más dura, con más aristas y más atormentada de la que aquí se nos cuenta? Pues claro, como cualquier ser humano. Pero aquello de lo que aquí se trataba, que era contar la trayectoria política del personaje y presentar un retrato en vivo, está conseguido de sobra. Y la razón primera es, sin duda alguna, la generosidad de Esperanza Aguirre, que a pesar de su actividad frenética parece que no escatimado tiempo para que la autora hiciera su trabajo.
La misma generosidad, magnética y al parecer contagiosa, explica que Victoria Drake haya conseguido entrevistar a tanta gente, más de cincuenta, y con tan buenos resultados. Hay testimonios de la familia y los colaboradores más próximos, pero también de los compañeros políticos, como el excepcional de Francisco Álvarez Cascos.
Haber trabajado así, a base de entrevistas más que de documentos escritos o archivos, le da al libro, extenso y pormenorizado, muy preciso en muchos momentos, un carácter especial. Virginia Drake ha conseguido algo más que acercar a Esperanza Aguirre al lector. Ha logrado que el lector participe del dinamismo de su protagonista. No es que sea un libro rápido. Es que es vertiginoso, y se lee así, como se escucha una obertura de Rossini, arrastrados por una energía inagotable, sin aliento, a pleno galope.
Todo esto, que debía haber beneficiado al libro y a su protagonista, les ha perjudicado un poco. Se conocen las polémicas que algunos pasajes han provocado. No le resultarán nuevas a Esperanza Aguirre. Una mujer metida en política, leal a unos principios de patriotismo y libertad, con una ambición inseparable de la voluntad de servicio, las debe de conocer muy bien. Sí que han revelado, en cambio, mucha falta de... fair play –dejémoslo así– por parte de algunos personajes.
El asunto tiene fácil solución. Si de biografías se trata, las figuras que tantos remilgos y melindres han manifestado ante esta pueden empezar a encargar la propia, como Esperanza Aguirre ha aceptado que se escriba la suya –por cierto que a regañadientes, me consta. Eso sí, veremos si juegan con la misma liberalidad que ella y se atreven a tener la misma cortesía con el lector. Dicho en términos liberales, veremos si consiguen venderles un producto tan atractivo. La receta es sencilla: contar hechos interesantes, bien escritos y sin miedo a esa espesa capa de censura que a pesar del ruido ambiental, asfixia la vida política española, tan subdesarrollada a veces.
Virginia Drake.Esperanza Aguirre. La presidenta. Madrid, La Esfera de los Libros, 2006, 509 páginas.