Vidas rotas. Historia de los hombres, mujeres y niños víctimas de ETA es un libro que contribuye, y de qué manera, a ese triple objetivo de las víctimas del terrorismo. Vidas rotas es algo más que un libro. Es el relato, víctima a víctima, persona a persona, de la gran pesadilla, del terrible drama que hemos sufrido los españoles desde que en 1959 naciera la banda terrorista ETA, cuyas siglas, paradojas de la vida, significan Euskadi Ta Askatasuna (Euskadi y Libertad), cuando lo único que ha conseguido esta banda de asesinos es sembrar en el querido País Vasco odio, miedo, destrucción y muerte.
Detrás de cada una de las 857 víctimas mortales del terrorismo de ETA había un proyecto de vida que fue truncado de manera cruel y miserable mediante la nunca justificable acción de la violencia. Las víctimas del terrorismo tienen rostro humano; eran padres, maridos, hijos, hermanos, abuelos o nietos. Lo que han hecho los autores de este libro –Florencio Domínguez, Rogelio Alonso y Marcos García Rey– es contar esas historias vitales, no solamente con rigor, sino, lo que es más importante, con alma, con corazón, con humanidad.
Reproducen los autores en el primer párrafo de la introducción unas palabras pronunciadas por una víctima del terrorismo, José María Múgica, hijo de Fernando Múgica Herzog, asesinado por ETA el 6 d febrero de 1996 en pleno centro de San Sebastián: "Se tiene que saber quiénes son las víctimas, sus nombres y apellidos, su historia anónima de persecución, de humillación y de ofensa. Y quiénes son los victimarios, que tienen sus nombres y apellidos, por qué están en la cárcel y qué es lo que hicieron. Hay que saber quién murió y quién mató". Estas palabras animaron a los autores del libro a acometer esa tarea que con tanta lucidez señalaba José María Múgica.
Vidas rotas era algo absolutamente imprescindible para poder seguir recorriendo con paso firme ese camino de la Memoria, la Dignidad y la Justicia que reclaman las víctimas del terrorismo. Y los autores han acertado plenamente con el enfoque de su trabajo. He tenido la oportunidad de trabajar durante seis años con Florencio Domínguez en la agencia Vasco Press. Sólo puedo decir cosas buenas de alguien que es un excelente profesional y mejor persona. Florencio es, con mucho, el periodista que más sabe sobre ETA en España. No sé si eso es un mérito, pero desde luego es una realidad que nadie discute. Y es también algo más: un ciudadano comprometido, como muchos otros, desde su esfera profesional con la causa de la libertad del País Vasco y, por ende, de España.
A Rogelio Alonso tuve la oportunidad de conocerle en el año 2003 en un seminario sobre prensa y terrorismo celebrado en Bogotá. Desde entonces hemos mantenido una magnífica relación personal. Rogelio es un experto en el terrorismo del IRA, y, desde que hace unos años se instaló en Madrid, su trabajo sobre el terrorismo en general y sobre las víctimas que éste genera ha sido ingente y de gran calidad. Al igual que Florencio, su compromiso con la libertad y con la noble causa de las víctimas del terrorismo es innegable. Al tercer coautor del libro –Marcos García Rey– no tengo el gusto de conocerle personalmente, pero el solo hecho de que haya trabajado en este proyecto junto a Florencio y Rogelio me resulta una garantía.
Vidas rotas es una obra, un trabajo imprescindible para cualquier estudioso del terrorismo de ETA y para los periodistas que tengan que escribir sobre estas cuestiones. Pero reitero que es algo más: es una magnífica contribución a la causa de las víctimas del terrorismo, a que se respete su Memoria y Dignidad y a que se haga Justicia con los asesinos de sus seres queridos. Vidas rotas contribuye también a ir saldando la inmensa deuda que tenemos todos los españoles con quienes son, sin ningún genero de duda, lo mejor de nuestra sociedad. Ya quedan atrás esos años de plomo, esos años del olvido, de la cobardía, de los funerales vergonzosos en el País Vasco, cuando los féretros eran sacados por la puerta de atrás de las iglesias y enviados a su lugar de origen –Castilla, Andalucía, Galicia, Extremadura, fundamentalmente– para ser enterrados.
En el final de ETA, que esperemos llegue más pronto que tarde, claro que tendrá que haber vencedores y vencidos. En el primer grupo estarán todas las víctimas del terrorismo, sus familiares y esa inmensa mayoría de la sociedad española que en los últimos años –sobre todo a raíz del asesinato a cámara lenta de Miguel Ángel Blanco, en julio de 1997– han sabido estar siempre junto a las víctimas. Y en el grupo de los vencidos figurarán no solamente los terroristas, sino quienes por acción o por omisión, voluntaria o involuntariamente, les han apoyado, justificado o disculpado. Vidas rotas contribuye a que esa historia se vaya escribiendo bien desde el principio.
FLORENCIO DOMÍNGUEZ, ROGELIO ALONSO Y MARCOS GARCÍA REY: VIDAS ROTAS. Espasa (Madrid), 2010, 1.000 páginas. Precio: 30 €. Los beneficios derivados de la venta de este libro irán a parar íntegramente a la Fundación Víctimas del Terrorismo // Pinche aquí para escuchar la entrevista que CARMEN CARBONELL y MARIO NOYA realizaron a FLORENCIO DOMÍNGUEZ en el LD LIBROS del pasado día 20.
Detrás de cada una de las 857 víctimas mortales del terrorismo de ETA había un proyecto de vida que fue truncado de manera cruel y miserable mediante la nunca justificable acción de la violencia. Las víctimas del terrorismo tienen rostro humano; eran padres, maridos, hijos, hermanos, abuelos o nietos. Lo que han hecho los autores de este libro –Florencio Domínguez, Rogelio Alonso y Marcos García Rey– es contar esas historias vitales, no solamente con rigor, sino, lo que es más importante, con alma, con corazón, con humanidad.
Reproducen los autores en el primer párrafo de la introducción unas palabras pronunciadas por una víctima del terrorismo, José María Múgica, hijo de Fernando Múgica Herzog, asesinado por ETA el 6 d febrero de 1996 en pleno centro de San Sebastián: "Se tiene que saber quiénes son las víctimas, sus nombres y apellidos, su historia anónima de persecución, de humillación y de ofensa. Y quiénes son los victimarios, que tienen sus nombres y apellidos, por qué están en la cárcel y qué es lo que hicieron. Hay que saber quién murió y quién mató". Estas palabras animaron a los autores del libro a acometer esa tarea que con tanta lucidez señalaba José María Múgica.
Vidas rotas era algo absolutamente imprescindible para poder seguir recorriendo con paso firme ese camino de la Memoria, la Dignidad y la Justicia que reclaman las víctimas del terrorismo. Y los autores han acertado plenamente con el enfoque de su trabajo. He tenido la oportunidad de trabajar durante seis años con Florencio Domínguez en la agencia Vasco Press. Sólo puedo decir cosas buenas de alguien que es un excelente profesional y mejor persona. Florencio es, con mucho, el periodista que más sabe sobre ETA en España. No sé si eso es un mérito, pero desde luego es una realidad que nadie discute. Y es también algo más: un ciudadano comprometido, como muchos otros, desde su esfera profesional con la causa de la libertad del País Vasco y, por ende, de España.
A Rogelio Alonso tuve la oportunidad de conocerle en el año 2003 en un seminario sobre prensa y terrorismo celebrado en Bogotá. Desde entonces hemos mantenido una magnífica relación personal. Rogelio es un experto en el terrorismo del IRA, y, desde que hace unos años se instaló en Madrid, su trabajo sobre el terrorismo en general y sobre las víctimas que éste genera ha sido ingente y de gran calidad. Al igual que Florencio, su compromiso con la libertad y con la noble causa de las víctimas del terrorismo es innegable. Al tercer coautor del libro –Marcos García Rey– no tengo el gusto de conocerle personalmente, pero el solo hecho de que haya trabajado en este proyecto junto a Florencio y Rogelio me resulta una garantía.
Vidas rotas es una obra, un trabajo imprescindible para cualquier estudioso del terrorismo de ETA y para los periodistas que tengan que escribir sobre estas cuestiones. Pero reitero que es algo más: es una magnífica contribución a la causa de las víctimas del terrorismo, a que se respete su Memoria y Dignidad y a que se haga Justicia con los asesinos de sus seres queridos. Vidas rotas contribuye también a ir saldando la inmensa deuda que tenemos todos los españoles con quienes son, sin ningún genero de duda, lo mejor de nuestra sociedad. Ya quedan atrás esos años de plomo, esos años del olvido, de la cobardía, de los funerales vergonzosos en el País Vasco, cuando los féretros eran sacados por la puerta de atrás de las iglesias y enviados a su lugar de origen –Castilla, Andalucía, Galicia, Extremadura, fundamentalmente– para ser enterrados.
En el final de ETA, que esperemos llegue más pronto que tarde, claro que tendrá que haber vencedores y vencidos. En el primer grupo estarán todas las víctimas del terrorismo, sus familiares y esa inmensa mayoría de la sociedad española que en los últimos años –sobre todo a raíz del asesinato a cámara lenta de Miguel Ángel Blanco, en julio de 1997– han sabido estar siempre junto a las víctimas. Y en el grupo de los vencidos figurarán no solamente los terroristas, sino quienes por acción o por omisión, voluntaria o involuntariamente, les han apoyado, justificado o disculpado. Vidas rotas contribuye a que esa historia se vaya escribiendo bien desde el principio.
FLORENCIO DOMÍNGUEZ, ROGELIO ALONSO Y MARCOS GARCÍA REY: VIDAS ROTAS. Espasa (Madrid), 2010, 1.000 páginas. Precio: 30 €. Los beneficios derivados de la venta de este libro irán a parar íntegramente a la Fundación Víctimas del Terrorismo // Pinche aquí para escuchar la entrevista que CARMEN CARBONELL y MARIO NOYA realizaron a FLORENCIO DOMÍNGUEZ en el LD LIBROS del pasado día 20.
CAYETANO GONZÁLEZ, periodista. Director del Observatorio Internacional de Víctimas del Terrorismo de la Fundación Universitaria San Pablo CEU.