Se trata de una colección de ensayos literarios escritos entre 1986 y 1999 que nos permite conocer a aquellos autores que, en última instancia, son los maestros literarios de Coetzee. Hay en estos análisis, escritos con prosa lineal y mente lúcida, una visión enteramente personal de la literatura, gracias a las descomposiciones de las obras que le han llamado la atención y que, sin duda, le han marcado. Se trata de una sutil peregrinación por la memoria, a propósito de aquellos autores que han dejado en él una semilla.
J. M. Coetzee enriquece la visión de las pequeñas y las grandes cosas. Ya lo sabemos. ¿Qué más se puede pedir a un autor? En este caso, los veintiséis ensayos reunidos dan cuenta del abierto abanico de sus intereses. Comienza por definir a los clásicos en las páginas tituladas, precisamente, '¿Qué es un clásico?', y que corresponden a una conferencia que dictó sobre la materia. Allí sostiene, atinadamente, que "un clásico se define en sí mismo en la supervivencia": mientras haya que defenderle no podrá probar que lo es.
Luego visita a una serie de autores, de ayer y de hoy, todos ellos por demás seductores, observando sus temas, experiencias textuales ("cuando lees, ves", diría Siri Hustvedt) y mecanismos técnicos. En esa lista encontramos, a modo de ejemplo, un análisis (apasionado) sobre Robinson Crusoe; de ahí podemos pasar a los luminosos ensayos del poeta y premio Nobel Joseph Brodsky, o bien a los Diarios de Robert Musil.
A propósito de la autobiografía de Doris Lessing, Coetzee señala que destina mucho tiempo a hablar de política, y observa que la escritora (ex militante del partido comunista) siente desprecio por lo llamado "políticamente correcto", cuyos orígenes se remontan a ese partido, precisamente. Lessing habla de su "ceguera" ante lo que no quiso ver, y afirma haber escrito su historia para que sus lectores sepan ver por sí mismos.
En cuanto a los cuentos de Borges, que en este caso nos tocan tan de cerca, destaca las innovaciones técnicas derivadas de la utilización de la anatomía del ensayo como un relato y sostiene que su "gran talla de escritor" está sustentada en el control, la precisión y la economía de su lenguaje, de extrema sencillez.
Respecto de Salman Rusdhie, analiza la obra de éste como un modo de atisbar el papel de la India en el mundo. El análisis de A.S. Byatt, así como las formas de acercamiento a la poesía de Thomas Pringle, son prodigios de sensibilidad.
Por cierto, este libro de J. M. Coetzee remitirá, afortunadamente, a otros muchos libros. Cumplirá, así, un germinal destino.
Es la obra de un escritor que siente admiración y ternura por sus maestros literarios, siendo él mismo una de las plumas esenciales de las letras modernas. Coetzee ha erigido un libro que nos lleva, con sabiduría, a las extrañas costas del ancho mar de las letras.