La revisión de Woods en torno a la historia de Estados Unidos se apoya en una relectura de personajes y acontecimientos concretos que durante años han sido planteadas como dogmas de las izquierdas: paradigmas recriminatorios del legado histórico norteamericano; mitos e ideas que incluían culpabilidades y acusaciones contra el papel de Estados Unidos en la historia. Algunos de esos clichés, todavía hoy vigentes, proceden de la llamada “intelectualidad progresista”, siempre empeñada en atacar ideas como el sentimiento patriótico norteamericano, su democracia, el libre mercado, la implantación del capitalismo, el concepto de Dios y la defensa de la familia, entre otras cosas.
Esta guía de Woods interesa por ser “políticamente incorrecta”, o sea por plantar cara a la tergiversación de la historia y por ofrecer una sugerente y polémica revisión de algunos de esos mitos antinorteamericanos. La obra se enfrenta abiertamente y sin tapujos a la moda multiculturalista y a la corriente de lo políticamente correcto, siempre tan reacia a reconocer los grandes logros de la civilización occidental. Woods se opone con datos y argumentos a quienes relativizan la aportación de la moral occidental y su especificidad norteamericana. Sobre todo, desmitifica sin ambigüedades la distorsión de ciertos episodios de la historia estadounidense.
El libro revisa con detalle el devenir histórico norteamericano considerando sus errores y sus aciertos, pero desmontando ideas que a juicio del autor resultan tergiversadas. Hoy sabemos ya que la reinvención del pasado y la manipulación de la historia nacional propia han sido prácticas comunes de todos los sistemas políticos opuestos a la democracia. En Estados Unidos, las izquierdas (presentes y muy vivas en los círculos académicos y universitarios) han venido elaborando una falsa historia llena de serviles sumisiones a lo políticamente correcto. Eso ha llevado a la implantación de mitos tan falsos como incoherentes. Este libro ayuda a desentrañarlos.
En su recorrido diacrónico, Woods valora la historia en función de lo ocurrido y no sobre lo que algunos desearían que hubiese ocurrido. El autor analiza la llegada de los primeros emigrantes anglo-norteamericanos en el “Mayflower” y muestra que no se trataba –como se ha pretendido- de un grupo de hombres blancos racistas, sino de individuos profundamente religiosos, según muestra el trasfondo ideológico del “Thanksgiving Day” o “Día de Acción de Gracias”. La misma labor realiza Woods con su valoración de los Padres Fundadores y su preparación de la Constitución, de la Guerra Civil, del papel norteamericano en las dos guerras mundiales, del establecimiento de la “Great Society” hasta llegar a nuestros días.
Entre los mitos que Woods desmorona y aclara podemos hallar, por ejemplo, cómo la Revolución Norteamericana no puede equipararse a la Revolución Francesa, dada su distinta idiosincrasia. Lo mismo ocurre con la valoración sobre la Guerra Civil (1861-1865), normalmente estudiada en clave abolicionista, sin que tal fuera su única causa. Otra área cubierta con especial relevancia es la Norteamérica de los años treinta donde el impulso de las izquierdas ligadas al marxismo quiso llevar el experimento soviético como modelo para América.
Muy perspicaz es también la valoración de ciertas vacas sagradas de lo políticamente correcto, como el cuestionamiento de la grata visión perpetuada en torno al presidente Franklin Delano Roosevelt. Su labor y su fama son cuestionadas por Woods a raíz de algunas de sus políticas en el llamado “New Deal”, así como por su trato hacia la figura de Stalin y las concesiones de Yalta. Es ahí donde, por contraposición, Woods pone en tela de juicio la nefasta visión perpetuada sobre Joseph McCarthy, político que aparece aquí bajo una nueva luz y en el contexto de la amenaza real comunista contra los Estados Unidos.
Siguiendo con los presidentes, Woods desmitifica también la mimada figura de John F. Kennedy y nos presenta el verdadero rostro de un hombre elevado a las alturas por las izquierdas en Estados Unidos. En ese particular, se presentan datos sobre sus relaciones con la mafia de Chicago –con personajes del pelaje de Sam Giancana- y los apoyos de la mafia a sus campañas presidenciales.
Especialmente interesante es la valoración que este libro hace de la figura de Ronald Reagan, tan criticado en su momento por los sectores del antiamericanismo mundial, pero tan efectivo en la creación de riqueza y en la defensa de la libertad. Por eso, frente a él, y en el lado opuesto, Woods nos presenta el legado de Bill Clinton, cuyos ocho años en la Casa Blanca, no fueron, según este libro, los de la amable sonrisa de su inquilino, ni tampoco los de los años de avance y seguridad que la intelectualidad de las izquierdas siguen queriendo mostrarnos.
Otro aspecto de particular vigencia es el debate sobre la Constitución y las relaciones entre los gobiernos estatales y el federal. Sobre la base de una democracia liberal basada en el federalismo, Woods aclara los varios casos en los que el poder central ha disminuido los derechos y poderes de los estados, clave de la Constitución norteamericana. Lo mismo cabe decir de las interpretaciones constitucionales realizadas a través de los años. Woods se centra en las enmiendas a la Constitución, concretamente en la primera, la segunda, la novena y la décima, cuyo fondo ha generado interesantes polémicas judiciales.
Esta guía políticamente incorrecta no puede considerarse un manual histórico completo, pero sí una llamada de atención sobre las deformaciones realizadas en torno a la historia norteamericana. Resulta útil conocerlas. Primero porque aclara muchas cuestiones que se han vendido sectariamente desde el más ciego antiamericanismo. Segundo porque invita a darnos cuenta de que en esa manipulación de la historia se halla uno de los mecanismos propagandísticos de las izquierdas antiliberales. Tercero, porque sirve para entender el importante debate ideológico existente hoy en Estados Unidos.
El libro de Woods, en definitiva, hace frente a la falsa recuperación de una memoria histórica manipulada, un aspecto que resulta familiar en España al hilo de las invenciones de los separatismos nacionalistas excluyentes y las realidades históricas deformadas. Conocemos ya la importante labor de autores como Pío Moa, Alvaro Vargas Llosa, Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y también el reciente y atinado diccionario políticamente incorrecto de Carlos Rodríguez Braun.
Bien es verdad que con esta guía políticamente incorrecta de la historia norteamericana no estamos ante un ensayo propiamente dicho sobre la cultura norteamericana. No es tampoco una meditación sobre el antiamericanismo, en la línea de la profundidad reflexiva de Dinesh D´Souza, Barry Rubin, Paul Hollander o, desde Europa, de Jean-François Revel. Pero su lectura resulta recomendable como inicio de un debate, aunque no alcance el nivel de libros como los de Paul Johnson o Larry Schweikart.
Nos encontramos ante una necesaria llamada de atención sobre los males de tergiversar la historia y de reinventar un pasado para adaptarlo a los siempre falaces sectarismos ideológicos. Reconozcamos que a veces Woods cae en ese mismo error de llevar el argumento demasiado lejos y de olvidar algunas cosas: por ejemplo, la falta de menciones sobre la importante herencia y presencia de España en la historia norteamericana. Dicha faceta suele obviarse y constituye una labor todavía por realizarse con profundidad y siempre, también, al margen de lo políticamente correcto.