Es un relato behaviorista, un retrato casi cinematográfico, de lo malvado para encauzarlo, para dirigirlo, hasta el océano inmenso de la miseria espiritual de una humanidad doliente por las perversidades de la guerra. Escritura de salvación.
Sobrevivir es todo para quien escribe un diario en situación límite. He aquí una extraordinaria narración sobre los últimos días de la caída de Berlín en manos de las tropas soviéticas.
Es el final de la terrible Guerra. Entre el 20 de abril y el 22 de junio de 1945 una mujer, que no quiere descubrir su anonimato por poderosos sentimientos morales, cuenta en su diario con una objetividad fuera de lo común, o sea, poética, la depravación que se apodera de los civiles alemanes mientras esperan, primero, en los refugios antiaéreos el fin la guerra y, después, intentan “convivir” con las tropas soviéticas en una ciudad bloqueada.
Las primeras semanas de "convivencia", por decirlo de algún modo, entre el ejército soviético, el vencedor, y las mujeres alemanas fueron, sin duda alguna, un infierno para las mujeres vencidas. Por derecho propio, sin duda alguna, las escenas espeluznantes de violaciones que este libro refleja forman ya parte del grueso libro de la historia de la infamia. Esta historia es, como nos avisa la autora, muy desagradable, pero imprescindible para conocer de verdad la naturaleza humana.
No hay miseria humana, ni animal, que no pase por el ojo de la autora de este libro. Su centro vital es primario, la supervivencia, pero termina vencido por el poder terapéutico de la sagrada escritura. Búsqueda de una palabra, de una frase, que hable directamente al corazón, a los sentimientos, para que resucite la vida. Búsqueda de alimento del alma a través de la escritura. Literatura poética en estado puro.
Escritura para salvarse de la circunstancia. Reflejo escrito de lo visto por un ojo muy humano. Grandiosa exposición del mundo. Sin atisbo alguno de juicio sobre nadie ni nada. ¿Cabe la Esperanza?; o mejor: ¿hay alguna esperanza? La hay, pero está, como en la caja de Pandora, en el fondo del libro. Es la bella ironía de un cuento, de un relato demasiado humano, para sobrevivir sin posibilidad de moralizar el mundo.
Todo es concreto en este libro. La escritura de esta mujer es como la de Teresa de Jesús. Nunca da tesis abstractas, nunca formula argumentaciones racionalistas, sino que cuenta experiencias. Sus terribles experiencias son descritas sin ninguna autocompasión. Su reflexión no se deja sobornar por ningún concepto idealista, por ninguna justificación. La observación es tan despiadada como su lenguaje. Un libro sin concesiones a la razón. Todo es visceral. Vital. Pura supervivencia en los escombros. Literatura con letras mayúsculas. Libro liberador.
Permitan la comparación: si Las Moradas es una obra de psiquiatría preventiva, una obra para que los descentrados, los desestructurados, los fragmentados, hallemos un centro, un lugar de referencia, que nos permita decir "estoy equilibrado", también el diario de Una mujer en Berlín es un tratado terapéutico para sobrevivir con cierta dignidad, o sea, para convivir decorosamente con la vida herida, la conciencia lesionada por la guerra. Libros de mujeres para conocer al ser humano a través de sus miserias, de sus desgracias, de sus maldades. Grandes libros de experiencias, de hechos vitales, para salvarse y salvarnos, o sea, cultos, porque nos enseñan cosas que desconocíamos con discreción y sensibilidad. La vida.
En la última parte del diario dice con desesperación la autora: "Tengo que pararme a pensar. Qué grande es nuestra miseria espiritual (...) El futuro pende, plomizo, sobre nosotros. Yo me resisto, intento mantener encendida la llama en mi interior. ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Qué hacer con mi vida? Estoy desesperadamente sola como para intentar dar una respuesta". Y, sin embargo, estas palabras patentizan la superioridad moral de la autora sobre su propia miseria.
Superioridad, sí, porque es capaz de establecer diferencias entre malos, malvados y maldades, pero, sobre todo, porque, al final, parece quedar abierto el camino del alma, de la conciencia... La soledad. La profunda soledad que "llevan clavada muy dentro" millones de alemanes, porque "han perdido dos guerras mundiales".
Una mujer en Berlín. Anagrama, 2005. 323 páginas.