Se trata de Contra los mitos y sofismas de las teorías literarias posmodernas (Identidad, Género, Ideología, Relativismo, Americocentrismo, Minoría, Otredad), obra colectiva que ha editado el propio Maestro, de la Universidad de Vigo, en colaboración con nuestra amiga, y autora de LD, Inger Enkvist, de la Universidad de Lund. Por lo tanto, no se trata de un libro perpetrado por ajenos al orbe académico, sino por personas que vienen sobreviviendo, es cierto que con dificultad, en los decadentes mares –los más contaminados del planeta– del saber oficial. Y que se meten, como todos los participantes en el volumen, en el tembladeral de los grandes temas de la posmodernidad, que han devenido ideología implícita en las aulas en todas partes. Cuando la posmodernidad no es nada más que negación de lo histórico, reivindicación del irracionalismo y frivolidad absoluta.
La verdad es que cada uno de los dieciocho textos que contienen las 524 páginas en letra pequeña (no menos de 800 en otra edición) de Contra los mitos y sofismas es un libro o, al menos, un jugoso opúsculo, que en casi cualquier parte podría costarle a su autor, y que conste que en su enorme mayoría se trata de profesores universitarios, algún problema profesional. De modo que no es posible realizar una reseña global, y me limitaré a explicar a mis lectores qué es lo que cada uno de ellos trata en particular, empezando por los propios editores de la obra.
Jesús G. Maestro resume el "Estado actual de la Teoría y Crítica de la Literatura en Europa", dejando explícitamente de lado el asunto de lo que ocurre en ese terreno en los Estados Unidos. Inger Enkvist se ocupa de un tema de apariencia menos amplia: "El posmodernismo en Juan Goytisolo estudiado a través de Todorov y otros críticos"; y empleo el término apariencia para que nadie se llame a engaño: a través de la singularidad de la obra de Goytisolo, cada vez menos valiosa literariamente y cada vez más escorada hacia la pasión islámica, por un lado, y hacia el vacío teórico de la posmodernidad, por otro, nos pone delante de esa cuasi nada que es la literatura de prestigio de nuestros días, en los que, curiosamente, como la gran literatura no es popular –como en los tiempos en que Balzac, Dostoievski o Galdós escribían folletines que hoy son clásicos–, la literatura más popular es de un nivel mucho más alto que el de la que se supone gran literatura. Pongo el ejemplo –y no comprometo a Inger Enkvist en la afirmación– de La Reina del Sur, extraordinario logro lingüístico de Arturo Pérez Reverte, gran contador de historias, que es lo que debe ser un novelista –Juan Marsé dixit–, en comparación con El exiliado de aquí y de allá, el último confuso centón de Goytisolo.
Pedro Aullón de Haro, por su parte, ejerce una sana y necesaria crítica de la crítica en "Las caras de la malversación: la crítica literaria lamentable en el siglo XX y sus genealogías", y ya hay que echarle valor para emplear el término lamentable en referencia a lo que los medios todopoderosos nos cuelan como máximo logro de la cultura.
Javier Pérez Jara, miembro de Nódulo Materialista, el grupo de El Catoblepas, la revista digital de los seguidores del maestro Gustavo Bueno, expone "La cuestión del logos de la filosofía posmoderna y su teoría literaria". Por cierto, también el profesor Bueno contribuye a este volumen con un texto sobre "Etnocentrismo cultural, relativismo cultural y pluralismo cultural". Los lectores habituales de esta columna, que pasa de uno a otro suplemento de LD, comprenderán lo feliz que me hace escribir esto, delegando por una vez la prédica antirrelativista en unas voces más autorizadas que la mía, que son, creo, todas las de esta obra.
El texto de Genara Pulido Tirado versa sobre "El problema de las disciplinas: estudios literarios y estudios culturales": la constitución de las disciplinas en el siglo XIX, según la explicación de Immanuel Wallerstein, el distanciamiento entre las ciencias naturales y las sociales, y el paso en éstas de la antidisciplinariedad a la interdisciplinariedad.
Héctor Brioso Santos escribe sobre "La escuela del presentimiento y el Cervantes americanista", y pone en su sitio las doctrinas –americanas– sobre el supuesto interés del autor del Quijote por las nuevas tierras, más allá de la necesidad que en algún momento sintió de pasar a Indias por mera supervivencia.
Alberto Montaner Frutos emprende una necesaria cruzada "En defensa del sentido literal: de la interpretación a la explicación en el estudio de la literatura", que se abre con una, como siempre, exquisita cita de Pablo de Santis, autor fundamental, y que en su desarrollo incluye un capítulo antológico sobre "la concepción entusiasta-mistérica" de la literatura que poco hubiese gustado a Heidegger.
"Una aproximación a La devoción de la Cruz, drama temprano de Calderón", de Adrián J. Sáez, es un modelo práctico de lo que la crítica debe ser. Cosa que también cabe decir de "Contra la interpretación posmoderna de un cuento de Juan Villoro", de Manuel Llanes, y, en un orden distinto, pues se ocupa del ámbito plástico, "Tindaya, un panteón circularista", de Iván Vélez Cipriano, en torno de la obra de Eduardo Chillida en el monte canario, que apareció en origen en El Catoblepas.
José Ramón Esquinas Algaba se extiende sobre un asunto esencial, en el que poco se repara hoy, y que merecería mayor atención: "¿Qué es el dogmatismo? Ensayo de una delimitación filosófica del dogmatismo".
Carlos Madrid Casado hace preceder por una cita de Gustavo Bueno su ensayo "La ciencia y el relativismo. Una apología materialista de la razón".
María Teresa González Cortés, por quien siento verdadera devoción intelectual y estima personal, reproduce aquí un texto importantísimo publicado en origen en El Catoblepas, en el que acuña un término ya en uso por los críticos inteligentes de la progresía: progretariado. "Progretariado contra proletariado o la necesidad de ciudadasnos" es el título de su contribución, y trata del desastre planificado –y conviene atender a la noción de planificación– de nuestro régimen –que no sistema– de educación. En más de un sentido, hay que relacionar la contribución de González Cortés con la de Ángel Escobar, "Filología clásica en la diana y otras barbaries de la contemporaneidad", así como, en otro orden, con la de Montaner Frutos. En torno de la decadencia en la transmisión del saber trabaja también Marco Cipolloni, en "Usos y abusos de case study (en la formación didáctica y profesional de traductores para los medios y el mercado audiovisual)", en el que relaciona con agudeza el invento de Harvard, la Guerra Fría, el célebre tango Cambalache y la casuística jesuita. Brillante.
Edison Otero entrega aquí "Materiales sobre la idea de impostura intelectual", que yo leo como esquema de una obra mayor sobre uno de los grandes temas del siglo XX, en un análisis que va de Platón a Sorokin y Andreski. Trascendental.
No hace falta indicar los contenidos del trabajo de Enrique Prado, explícitos en su título: "La estructura tropológica del rayo visual. Un ensayo de hermenéutica materialista. Contextos determinantes y colimadores en la concepción teórica del flujo visual, desde la cerámica griega y la Ilíada al cómic actual", magnífica suma de lo andado desde Arnheim y Panofsky hasta ahora, con una propuesta de análisis muy sugerente.
Last but not least, el libro incluye un trabajo en inglés de Susan Haack, de la Universidad de Miami, acerca de la noción de verdad, titulado con exquisita precisión "The Whole Truth and Nothing but the Truth" ("Toda la verdad y nada más que la verdad").
La obra se cierra con un "Decálogo al uso de profesoras y profesores de estudios culturales", escrito por Jacques Joset, que no puedo reproducir íntegro, a pesar de sus dos páginas, y que resume trágicamente, con una gran dosis de humor, el estado en que se encuentra la universidad en general y los estudios culturales en particular.
Y esto es todo lo que puedo hacer por ustedes: contarles de qué va la cosa para que no se pierdan un libro como éste.
JESÚS G. MAESTRO e INGER ENKVIST (eds.): CONTRA LOS MITOS Y SOFISMAS DE LAS 'TEORÍAS LITERARIAS' POSMODERNAS. Academia del Hispanismo (Vigo), 2010, 524 páginas.