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LA PIERNA PERDIDA DEL CAPITÁN ACAB

Tullidos

La colección Letras Diferentes es una iniciativa de la Fundación ONCE que cuenta ya con unos cuantos títulos sobre los llamados rasgos diferenciales. Señas de identidad que descolocan socialmente a quienes las ostentan y que no son forzosamente físicas o mentales; pueden ser, simplemente, culturales.

La colección Letras Diferentes es una iniciativa de la Fundación ONCE que cuenta ya con unos cuantos títulos sobre los llamados rasgos diferenciales. Señas de identidad que descolocan socialmente a quienes las ostentan y que no son forzosamente físicas o mentales; pueden ser, simplemente, culturales.
Deborah A. Reeder: BLINDED BY THE LIGHT.
Tal vez por ello la colección se inauguró con un texto de Rafael Cansinos Assens, Los judíos en la literatura española, que analiza lo que su título indica: una rareza. En tinieblas, de Leon Bloy; Robert Louis Stevenson, de G.K. Chesterton; La torre de marfil, de Henry James; Carta sobre los ciegos, seguido de Carta sobre los sordomudos, de Diderot, son algunos de los títulos que han ido apareciendo después.
 
La literatura universal tiene muchos recursos escondidos: los autores, por experiencia propia, desafío intelectual o simple curiosidad de escritor, exploran los aspectos más insospechados y se sienten atraídos por facetas de la realidad que no son las que salen en las postales. Son pocos los grandes escritores que han desdeñado esos universos. La prueba está en esta antología que comentamos, en la que Luis Cayo Pérez-Bueno, director literario de la colección, y David de la Fuente Coello reúnen diecinueve cuentos de diecisiete escritores (Bloy y Maupassant repiten), algunos de ellos muy señalados, que tratan de diferentes aspectos de lo que conocemos como discapacidad o minusvalía. Vale la pena enumerarlos: Espronceda, Balzac, Turguéniev, Henry James, Villiers de l’Isle-Adam, Maupassant, Bloy, Rubén Darío, Wells, Kipling, Conrad, Horacio Quiroga, Schnitzler, Gustav Meyrink, Roberto Arlt, Alfonso Reyes y el propio Luis Cayo Pérez-Bueno.
 
Todos los cuentos, excepto el de Henry James y el de Ivan Turguéniev, que han sido traducidos por primera vez al español para esta antología –el primero por los propios antólogos y el segundo por Víctor Gallego Ballesteros–, están publicados con la autorización de sus primitivos editores y traductores, cuyos nombres figuran en la solapa del libro. Me excusarán por no mencionarlos a todos.
 
Antes de analizar algunos de los textos, todos ellos hábilmente escogidos, me gustaría explicar algo sobre el título de mi artículo, que puede chocar con la moderna sensibilidad de lo políticamente correcto pero que tiene mucho que ver con el sentido de la antología. "Tullido", aunque ahora pueda parecer un insulto o una descalificación peyorativa, no significa nada más que "baldado", "impedido". Con esa palabra se quiere simplemente denominar a alguien que no puede moverse o que no puede mover algún miembro; también, por extensión, a quien carece de él, por ejemplo, el capitán Acab, y como no hay ningún texto de Melville en este libro, entiendo que es una manera de incluirlo.
 
Guy de Maupassant.La mayoría de los personajes de esta antología entran en esa categoría de discapacitados; de hecho, uno de los dos cuentos de Guy de Maupassant, que trata del sacrificio amoroso de un militar sin piernas, se titula precisamente El tullido; también son cojos los protagonistas del cuento de Espronceda (La pata de palo), así como el de Henry James (Trágico error). Este texto es una rareza bibliográfica, pues su autor no tenía 20 años cuando lo escribió, y lo cierto es que, a pesar de que ya apuntan algunos de los rasgos que caracterizarán su narrativa, adolece de numerosas imprecisiones no precisamente estilísticas.
 
Otros personajes son mancos, y la historia de la mano amputada que cobra vida propia es tratada por Maupassant (La mano) y por el mexicano Alfonso Reyes (La mano del comandante Aranda), cuyo texto se refiere explícitamente al anterior.
 
Los ciegos tienen también un protagonismo estelar; hay tres tratamientos diferentes del tema: Balzac (Facino Cane), Arthur Schnitzler (El ciego Gerónimo y su hermano) y El país de los ciegos, de H.G. Wells, que es de todos ellos el más estremecedor y también el más relevante. En esta fábula Wells da la vuelta a la situación: la excepción hace la norma y, en ese país donde los ciegos de nacimiento han sabido salir adelante con entera soltura, el único disminuido es un desgraciado que cae entre ellos por casualidad y que puede ver.
 
Realmente notable es Ellos, de Kipling, cuento de ciegos y de fantasmas donde todo está sugerido y que casi parece del Henry James maduro. Hay otras "anomalías" tratadas en este volumen: la sordera, por ejemplo, tiene también su brillante interpretación en el cuento de Gustav Meyrink La muerte morada, terrible epidemia que podía acabar con la humanidad si no fuera porque no ataca a los sordos, que se convierten en los amos del mundo, construyendo una utopía muy parecida a la de Wells.
 
Pero la pieza maestra es el cuento de Turguéniev, Mumú, que trata de un siervo, sordomudo de nacimiento, al que trasplantan de la aldea a la ciudad sin consideración alguna ni por sus sentimientos ni por su estado. Falta mucho todavía para la corrección política y la protección de las minusvalías.
 
Precisamente toda la antología está recorrida por esa carencia, por esa falta de sensibilidad ante el dolor de ciertas criaturas, infligido por el azar o la necesidad, que los autores unas veces, como en el caso de Turguéniev, denuncian y otras aceptan con entera naturalidad. La gallina degollada, de Horacio Quiroga, y Los idiotas, de Joseph Conrad, sobre niños "subnormales", verdaderos monstruos de la naturaleza, son especialmente lacerantes a este respecto.
 
Pero es El jorobadito, de Roberto Arlt, el que mejor plasma el escándalo, la rabia y el asco que la deformidad física provoca en las personas llamadas "normales". El libro se cierra con un cuento de Luis Cayo Pérez-Bueno, El negro, que apunta al nacimiento de una nueva marginación, la del mercenario de las letras, minusvalía sobre la que, de momento, no parece que se ejerza ninguna discriminación positiva.
 
 
VVAA, La pierna perdida del capitán Acab, Pre-Textos/Fundación ONCE, 2005, 300 páginas.
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