Bajo la imagen de un país moderno que avanza rápidamente por la senda del progreso y que reconoce la propiedad privada se encuentra un Gobierno que utiliza la tortura y la coacción para acallar a los escasos disidentes que se atreven a enfrentarse al poder establecido. Entre los contestatarios se encuentran los responsables del diario La Gran Época, que se atreven a ofrecer una visión distinta de China y que acaban de publicar, en el sello argentino Grito Sagrado, el libro 9 comentarios sobre el Partido Comunista.
Es ésta una obra de batalla, que da cuenta de la reciente historia de China, desde la irrupción de Mao en la escena política hasta la época de Jiang Zemin (1989-2002). No obstante, abundan las reiteraciones, y el estilo, un tanto panfletario, le hace perder credibilidad. Por lo demás, llama la atención la descompensación entre el escaso interés que se presta a los padecimientos de los monjes budistas y el ensalzamiento que se hace de Falun Gong (a propósito: que la tiranía comunista la considere "la mayor amenaza" para sus intereses e interne a sus adeptos en psiquiátricos para destrozarles el sistema nervioso da una idea del daño que está haciéndole esta secta).
La moralina religiosa contamina unos argumentos que los autores podrían esgrimir para defender el derecho de todo chino a expresar sus ideas y a profesar el credo que considere oportuno. Aun así, deslizan una idea interesante sobre el ateísmo del régimen. La no creencia en Dios sirve a los comunistas de coartada para prohibir toda religión que debilite la deificación del PC, cuyos miembros han de ser tratados como a elegidos que tienen por misión transformar el mundo.
Por lo que hace a los crímenes cometidos por los comunistas, los casos aquí expuestos son impresionantes. Recordemos, con los autores de 9 comentarios..., que ya Mao abogaba por la destrucción: "Al destruir el viejo universo, surgirá uno nuevo". De ahí las formidables matanzas que se han registrado en el país en el último medio siglo, como la que costó la vida a 110.000 personas en la provincia de Guangxi en 1968, acusadas por las autoridades de rebeldía. De ahí, también, los innumerables atropellos, las humillaciones, las sevicias.
Hablemos, en este punto, de Zhang Zhixin. Fue detenida durante los incidentes de Tiananmen. Y violada. Y sometida a todo tipo de vejaciones. Finalmente, la policía le cortó la garganta para que no pudiera hablar. Tiempo después, Jiang Zemin se retrató cuando un periodista francés le preguntó por el paradero de la joven: "Yo no sé si lo que dice usted sobre las violaciones es verdad o no, pero esa mujer es una maleante. Si de verdad ocurrieron las violaciones, se las merecía".
Este libro dista de ser la obra definitiva sobre el PC chino. Hace falta más objetividad, más detalle en la exposición de los hechos y, sobre todo, una mejor técnica narrativa. Con todo, 9 comentarios... saca a la luz la verdadera faz de la tiranía china, como también ha hecho, con gran brillantez, el escritor francés Guy Sorman. Aunque sólo fuera por eso, merece que se le preste cierta atención.