La izquierda es tan ducha en el manejo del lenguaje con fines propagandísticos como torpe el liberalismo a la hora de divulgar sus ideas. Ha habido, sin embargo, dos notables excepciones, que los liberales hemos exprimido con profusión para tener algún predicamento más allá del aula universitaria. Una es Frédéric Bastiat, ese genio francés del s. XIX que puso de manifiesto que la mayoría de los sofismas económicos que pretenden negar que el libre mercado tiende a la armonía de intereses descansa en la extendida falacia de prestar atención sólo a lo que se ve e ignorar lo que no se ve. La otra excepción es el estadounidense Henry Hazlitt, autor del que probablemente sea el libro de divulgación económica más exitoso de la historia: La economía en una lección.
Pues bien, en España, por fortuna, también disfrutamos de uno de esos maestros de la divulgación capaces de resumir en unas pocas líneas al alcance de todo el mundo los complejos razonamientos económicos diseñados exclusivamente para el sacerdocio universitario: Carlos Rodríguez Braun. Y, por suerte, algunos de sus mejores textos, de los más mordaces e incisivos, de los que mejor retratan el intervencionismo estatal –el auténtico pensamiento único, como a él le gusta llamarlo–, han sido publicados domingo tras domingo en Libertad Digital, en la célebre columna Tontería económica.
Este que hoy reseño es el segundo volumen recopilatorio de esas breves y jugosas columnas. E insisto en lo de breves, pues uno, algo dado al vicio de extender sus artículos en varias páginas más allá de lo necesario, no puede más que maravillarse de la capacidad de síntesis de CRB, que le permite, tras el índice y el prólogo, meter en 175 páginas... ¡176 artículos!
A lo largo de estos breves pero intensos artículos, CRB no deja títere con cabeza; o mejor, no deja sofisma en su sitio. En estas columnas lo de menos es el tonto de turno que propaga las falacias más comunes de nuestra sociedad, y lo de más son las tonterías. De ahí que el profesor no distinga entre amigos o enemigos, sino entre buenos y malos razonamientos; estos últimos son, claro, sus enemigos, que lo son también –y no por casualidad– de la libertad.
El lector interesado en combatir sus prejuicios contra la libertad encontrará en estos textos el arma perfecta. Y es que quizá la claridad del profesor Braun provenga no ya de su prosa fina, amena y cercana, sino de su solidísimo fondo, de donde emerge su insobornable defensa de la libertad. Y digo "insobornable" no ya por considerar la absurda posibilidad de que Rodríguez Braun se convierta en una especie de sicario intelectual a sueldo de liberticidas, sino porque, a diferencia de la mayoría de liberales, no deja que los fines del liberalismo se confundan con sus medios, por golosos y sugerentes que éstos sean.
El profesor Braun no defiende la libertad económica como medio para alcanzar la prosperidad, sino como fin en sí mismo. La libertad sería buena aunque no fuera eficiente, pues al menos permitiría elegir a cada cual entre ser libre o servil. Quizá, en los extraños tiempos que corren, algunos le tachen de doctrinario o de fanático por anteponer la defensa de la libertad a cualquier otra consideración. Otros, en cambio, le agradecemos que no se venda y que no nos venda al político que más prometa y mejor pague.
La mayor tontería económica sería pensar que saldríamos beneficiados de que otros mercadearan y dispusieran a su antojo de nuestras libertades. Los casi 200 artículos del profesor Braun le servirán para comprender no sólo por qué es una milonga, sino también por qué es una milonga a la que ni siquiera deberíamos haber prestado atención. A la postre, el único aspecto positivo de soportar tanta tontería económica en nuestras vidas es que han estimulado a Carlos Rodríguez Braun a actualizar los Sofismas económicos de Bastiat para darnos una segunda Economía en una lección.
CARLOS RODRÍGUEZ BRAUN: TONTERÍAS ECONÓMICAS II. LID (Madrid), 2011, 205 páginas.
JUAN RAMÓN RALLO, jefe de Opinión de LIBERTAD DIGITAL.