CRÓNICAS COSMOPOLITAS
El asesino-camiseta
"En varias ocasiones el Che venía, sutilmente. Se subía a aquel muro. No era difícil subirlo porque tenía una escalera. Se acostaba boca arriba a fumar un habano y a ver los fusilamientos. Eso se comentaba en toda la soldadesca de La Cabaña. Los soldados míos me decían: 'Cuando estábamos en el pelotón de fusilamientos, veíamos al Che fumándose un tabaco arriba en el muro'. Les daba fuerza a los que iban a disparar. Para aquellos soldados que nunca antes habían visto al Che, era una cosa importante. Les daba valor".