Cuatro meses de "gobierno" fueron suficientes para convencer a Ortega del fracaso que se cernía sobre la República. Cuatro o cinco meses de historia, de vivencia de los errores del régimen instaurado, fueron más eficaces que los argumentos esgrimidos por Cambó un año antes ante aquél para que desistiera de su aventura republicana.
El punto de vista de Cambó había vencido sobre la visión intelectual, bastante alejada de la realidad, de Ortega, que había tratado de convencer al gran político catalán, en 1930, para que se adhiriera al republicanismo.
Cuando esperaba que yo le diese un sí y una firma –escribiría Cambó más tarde– tuvo que escuchar una exposición serena de mis argumentos, dirigidos a hacerle ver que aquella República de que me hablaba era un puro ensueño; que si la República venía sería gobernada por los socialistas o por Lerroux con gente tarada; que el nuevo régimen supondría el comienzo de una nueva era de convulsiones para España, que se traduciría en un inevitable retroceso de la cultura… Al oírme, tuvo un ataque de furia. Salió de mi salón batiendo la puerta.
Este libro es una contribución honesta y limpia a favor de la respuesta de Cambó a Ortega. Una aportación para que los "intelectuales" contemporáneos no se enfurezcan cuando se les diga que están confundiendo la realidad, el arquetipo de la historia de España, con sus deseos, falsos ideales sobre algo que no sucedió jamás.
He aquí una buena narración de segundo grado, en realidad, un ensayo más que una historia, sobre las grandes historiografías que han explicado el fracaso de la II República por su absoluta carencia de vertebración democrática y liberal. Así, Joaquín Arrarás, Stanley Payne, Luis Suárez, Hugh Tomas, Ricardo de la Cierva, Gabriel Jackson y Pío Moa, entre otros, son convocados, releídos y quintaesenciados con el objetivo de que el lector se haga cargo de lo sucedido y conozca algunas claves interpretativas que le permitan entender la tragedia que la República llevaba en sus entrañas. También hallará el lector una selección inteligente de testimonios e interpretaciones de los principales protagonistas de esa terrible historia; encontraremos un buen ejemplo en el cruce de argumentos entre el honrado e inteligente Besteiro, por un lado, e Indalecio Prieto y Largo Caballero, por otro, sobre qué república erigir. José Antonio Navarro ha tenido que hacer un esfuerzo ímprobo de selección entre las innumerables autobiografías y memorias que escribieron los protagonistas de aquella época. Las Memorias políticas y de guerra de Azaña vuelven a ser una referencia para entender el fracaso de un régimen a través del fracaso de un político.
Destacan, sin embargo, a lo largo de toda la obra dos autores: Pla y Gil Robles. El primero fue un gran periodista y escritor que explicó el fracaso del nuevo régimen casi desde sus inicios. Su historia de la II República, publicada en 1940 por Destino en cuatro volúmenes, es rescatada por Navarro como nadie lo había hecho hasta ahora. El segundo, uno de los grandes protagonistas políticos de esos años, escribió en 1968 No fue posible la paz, una obra imprescindible para comprender el fracaso republicano y el advenimiento de la Guerra Civil.
¿Por qué fracasó la República? es un libro honesto y limpio porque, lejos de adentrarse en las conjeturaciones, cede la palabra a los protagonistas y, después, a los mejores historiadores, para trasmitir la historia de la República sin oropeles y adornos innecesarios. La exposición y presentación, otro mérito de la obra, es cronológica, de forma que los lectores vamos haciéndonos una idea de la aparición de los problemas y de sus imposibles soluciones.