Las páginas de Las crónicas de la señorita Hempel, de Sarah Shun-lien Bynum, nos hacen plantearnos esas preguntas y algunas más a lo largo de varios capítulos, que tienen como tema principal varios días, aparentemente intrascendentes, de la vida de una joven profesora de instituto. Algunos de ellos fueron publicados por separado en revistas literarias, de ahí esa primera impresión de que estamos ante una recopilación de relatos cortos. Pero pronto esa sensación se disipa: lo importante no es lo que le pasa a la señorita Beatrice Hempel, sino ver cómo ésta se enfrenta a la rutina diaria y cómo la autora la desnuda para nosotros. Así, descubrimos a una mujer insegura ante sus alumnos adolescentes y ante su prometido, sorprendida por sus propias reacciones, soñadora y al mismo tiempo temerosa de su futuro.
El tema de cada capítulo –un festival escolar, una excursión a la playa, una clase cualquiera con la Hempel tratando de ganarse como sea a sus alumnos– deja de parecer trivial en cuanto lo vemos a través de los ojos de la protagonista. Bynum, a fuerza de narrar detalles aparentemente nimios, consigue trasladarnos al mundo de Beatrice. Por eso entendemos que ésta se distraiga en el festival por estar más pendiente de sus medias, que se le caen, o de si la miran o no sus compañeros de claustro. Beatrice, la señorita Hempel, que en la playa deja de ser una profesora responsable para convertirse en cómplice de su alumno más querido, que quiere poner a prueba su propio coraje.
A medida que avanza en la lectura crece la empatía del lector hacia la protagonista, y no sólo por esa profunda humanidad con que Bynum la retrata.
Una de las claves de la obra es el momento que elige Bynum para hablarnos de Beatrice: está ésta próxima a los 30, en su primer empleo, recién enfrentada a la muerte de un ser querido y a punto de casarse con quien cree es el hombre de su vida. Debería sentirse plenamente realizada en el trabajo, pero a veces, en clase, de espaldas a sus alumnos, se queda en blanco y no se siente capaz de seguir. Y debería sentirse feliz ante su inminente boda, pero hay momentos en que se imagina sola, muy lejos de su pareja. Estas Crónicas son el retrato íntimo de alguien con sus rutinas pero inmerso en un momento crucial de su vida: está al final de un camino y sabe que se le abren otros, pero no está seguro de querer seguir adelante.
Este miedo de Beatrice Hempel y su afán de refugiarse en sí misma, y de proyectarse en sus alumnos, hace que la nostalgia de la infancia sea otra de las claves de estas Crónicas. Hay continuas referencias a los primeros años de la adolescencia, precisamente la edad de los pupilos de Beatrice, y a ese futuro lleno de posibilidades que nuestra señorita ve abrirse ante ellos y que añora para sí misma. En algunos pasajes Beatrice evoca momentos de su propia juventud, que aún siente muy cercanos. Aquellos días en que quería ser rebelde pero no terminaba de conseguirlo.
En estas páginas pasa aparentemente muy poco, pero al final terminamos descubriendo cómo un pensamiento inocente de Beatrice, o una frase que dijo una vez a través de una ventana de la clase, termina resultando trascendental, para ella o para otra persona. Llegamos a las últimas líneas conmovidos por la importancia de ciertos momentos de su vida, que no supo valorar debidamente. Y cerramos el libro deseando saber más de esta profesora tan normal, cuyas decisiones comprendemos tanto, o tan poco, como si fueran las que tomamos nosotros día tras día.
SARAH SHUN-LIEN BYNUM: LAS CRÓNICAS DE LA SEÑORITA HEMPEL. Libros del Asteroide (Barcelona), 2011, 264 páginas. Traducción de Gabriela Bustelo