Desde hace un tiempo asistimos a intentos, más o menos forzados, de autorregulación de los aspectos más escabrosos de la exhibición de vidas privadas con dinero de por medio, pero lo cierto es que hay cierto pesimismo a la hora de ver el día en que se frene el sensacionalismo, el acoso a individuos "famosos" y la tendencia del telespectador a consumir "telebasura".
Precisamente este término, centro del debate, es lo que aparece menos claro. Lorenzo Díaz recoge en numerosas citas lo que han dicho algunos profesionales del medio, filósofos y expertos en comunicación. Cada uno lo interpreta a su modo, y sobre él se dicen muchas obviedades y algunas frases de impacto. Un bloque de la documentación de La caja sucia está compuesto por los que hablan desde dentro del pingüe negocio montado alrededor de la crónica rosa, en sus versiones "hard" y "light". Coto Matamoros, Javier Sardá, Karmele Merchante, Boris Izaguirre o Mariola Cubells –como arrepentida– han dicho "su verdad" sobre el fenómeno en sendas publicaciones, y Lorenzo Díaz lo refleja en su libro aunque no comparta sus puntos de vista.
También nos facilita distintas tablas en las que se documenta, en cifras de audiencia y coste, la producción de los programas que viven de la explotación de las vidas privadas tanto de gente conocida –monstruos del fenómeno como Marujita Díaz, Pocholo, Sara Montiel o Karina– como de gente corriente y anónima que encuentra en programas de testimonios su manera de emular a unos personajes de dudosa ejemplaridad. Ése quizá es el elemento más inquietante de la extensión del espíritu "basurero" al tejido social, y da la razón a Gustavo Bueno cuando afirma que cada país tiene la televisión que se merece. El filósofo asturiano es uno de los intelectuales españoles que más se ha empeñado en definir la "telebasura" con cierto rigor.
Lorenzo Díaz, que considera la década 1994-2004 como la "ominosa" en términos televisivos, no es muy optimista respecto a la evolución del fenómeno. Ciertamente, como dice Valerio Lazarov, hay que concluir que España es el país más cotilla de Europa, y que la televisión ha encontrado una fórmula rentable de explotar esa "curiosidad" insana alimentada con modelos de Gran Hermano, Salsa rosa, Crónicas marcianas y magazines de mañana y tarde. De modo que tenemos "telebasura" para rato.
En La caja sucia se presenta un "estado de la cuestión" que, tal y como se desarrollan los acontecimientos, puede quedar en unos meses sobrepasado por la propia dinámica televisiva. Baste decir que habla de Carolina Ferre como esperanza blanca de conductora de magazines, que fue flor de un día frente a María Teresa Campos y Ana Rosa Quintana. Estas valoraciones son las que hacen más perecedero el volumen editado por La Esfera. Más seguras son las referencias a clásicos que han analizado el mundo de la televisión, como Bourdieu, Imbert, Sartori, Eco, Lipovetsky o Debord. De todos ellos hay alguna frase que aprovecha.
Lorenzo Díaz todavía no ha tenido la oportunidad de ver cómo caen algunos de los personajes de televisión en que confía, como Julia Otero. Manifiesta fidelidades que el tiempo demostrará que tienen escasa consistencia, pero ofrece una batería de frases, algunas de ellas repetidas a lo largo de las 208 páginas del libro, que no viene mal recopilar, aunque el conjunto pueda resumirse en una pregunta que induce al pesimismo sobre qué es la telebasura en España y la razón de su éxito. La caja sucia quedará como un documento más de una etapa televisiva en nuestro país que va a mayor velocidad que los libros que intentan analizarla.
Lorenzo Díaz, La caja sucia. Telebasura en España, Madrid, La Esfera de los Libros, 2005, 208 páginas.