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CIENCIA

La bomba atómica

El lanzamiento de las bombas atómicas sobre Japón en agosto de 1945 señaló el fin de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de una nueva, la Guerra Fría, un período en el que las armas nucleares fueron el factor disuasorio fundamental y que estuvo vigente casi hasta la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, en 1991.

El lanzamiento de las bombas atómicas sobre Japón en agosto de 1945 señaló el fin de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de una nueva, la Guerra Fría, un período en el que las armas nucleares fueron el factor disuasorio fundamental y que estuvo vigente casi hasta la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, en 1991.
El programa de enriquecimiento de uranio puesto en marcha recientemente por la República Islámica de Irán echa por tierra el Tratado de No Proliferación Nuclear –uno de los éxitos de este periodo (1970)–, vulnera los dictámenes de la comunidad internacional y nos devuelve a un periodo de gran incertidumbre, en términos estratégicos.
 
El libro que comentamos invita a reflexionar sobre el pasado reciente, un tiempo en el que la amenaza de guerra nuclear era el telón de fondo sobre el que se representaban las relaciones entre las dos grandes potencias: los EEUU y la URSS. Se trata de un testimonio y una reflexión sobre el entramado político, social y humano en que se producen las primeras investigaciones nucleares, en Alemania, el Reino Unido, los EEUU y la URSS, basado –y se trata de un mérito de la obra– en el contacto que durante años ha mantenido la autora con algunos de los protagonistas de aquel período histórico; algunos más célebres, como los premios Nobel Hans Bethe, Glenn Seaborg o Joseph Robtlat, y otros mucho menos conocidos por el gran público pero que tuvieron un papel igualmente destacado.
 
Debido a su actividad profesional, Natividad Carpintero ha tenido el privilegio de conocerlos, y ello le ha llevado a recopilar recuerdos personales de los protagonistas de esta aventura, los cuales, unidos a las fotografías y otros documentos inéditos, constituyen la originalidad de su aportación, que Carpintero concilia con la rigurosidad en los datos.
 
El subtítulo del libro subraya la importancia del factor humano en esos años dramáticos y convulsos que abrirían, a la postre, un nuevo orden. Entre los documentos más relevantes están los del científico Georgi N. Flerov, uno de los máximos representantes del primer proyecto nuclear soviético, cedidos en exclusiva a la autora. Dibujos, apuntes y notas de lo que se convertiría en una de las investigaciones más secretas llevadas a cabo durante el régimen de Stalin salpican las páginas de la obra.
 
Respecto al contenido, sobresale el análisis de los hechos que explican por qué la investigación nuclear realizada por el Gobierno nacionalsocialista de Adolf Hitler no obtuvo los resultados deseados. Gran interés tiene también el espacio dedicado al Reino Unido, aliado nuclear de Estados Unidos mediante el Proyecto Manhattan (1943), y en especial el apartado en que se habla de la infiltración de uno los espías soviéticos más destacados de ese periodo en  el equipo británico; un hecho que fue ignorado por el primer ministro del Gobierno de Su Majestad, Winston Churchill.
 
Carpintero recuerda que Estados Unidos e Inglaterra pusieron en marcha el Proyecto Manhattan para contrarrestar la bomba atómica que, por entonces, se temía estuviera fabricando Hitler. Fruto del Manhattan fueron los artefactos utilizados en Hiroshima y Nagasaki. La autora analiza con precisión las razones de este giro estratégico y la polémica surgida en un notable grupo de científicos, entre los que se contaba Leo Szilard, quien alertó al presidente estadounidense, Franklin Roosevelt, sobre las posibilidades de que el III Reich –cuya supremacía científica no se ponía en duda– pudiese estar desarrollando un plan nuclear. Este grupo de científicos era partidario de una demostración no militar de la bomba, es decir, apostaban por que se arrojase en una zona deshabitada y sirviese de ese modo como medida de presión sobre el Gobierno nipón. Harry Truman –sucesor de  Roosevelt tras la muerte de éste, el 12 de abril de 1945– tomó la decisión contraria.
 
Otro apartado con atractivo novelesco es el dedicado al espionaje nuclear durante la Guerra Fría. Como es sabido, algunos científicos pasaron información secreta al Kremlin. El caso más llamativo, debido a su dramático desenlace, fue el del matrimonio Rosenberg, acusado y ejecutado posteriormente en Estados Unidos, en la prisión de Sing Sing (1953). La bomba atómica recrea con detalle el clima social anticomunista en que se produjeron estos acontecimientos, precipitados por la invasión comunista de Corea (1950), primer gran enfrentamiento entre las dos grandes potencias.
 
El capítulo dedicado a la investigación nuclear en la URSS hace hincapié en el clima de persecución y purgas en que se vio envuelta la comunidad científica durante el estalinismo. La autora explica que Stalin interpretó como un desaire el bombardeo nuclear sobre Japón, pues representaba el fin de su política de expansión en el Extremo Oriente, cuyas pautas se habían fijado en la Conferencia de Yalta (febrero de 1945). Desde Hiroshima, la URSS, una nación que había perdido –entre muertos y desaparecidos– cerca de veintiún millones personas en la guerra, inició una investigación a gran escala dirigida por Lavrenti Beria, que culminaría el 29 de agosto de 1949 con la explosión de la primera bomba atómica soviética.
 
El libro se cierra con el análisis de las probabilidades de que se hubiera producido una guerra nuclear total entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, detallando los escenarios que se hubieran dado en el caso de que una de las dos potencias hubiera desencadenado un ataque nuclear. Recoge, en este sentido, un estudio del prestigioso científico nuclear español Guillermo Velarde, del que introduce también un testimonio escrito de su experiencia en Atomics International (EEUU), durante la crisis de los mísiles cubanos (1962). 
 
En definitiva, se trata de un libro de lectura muy recomendable para quienes quieran profundizar en un momento histórico en el que factores como la lealtad, la ética y la conciencia entraron en un conflicto sin precedentes. Algo que debería tenerse bien presente en el tratamiento de la crisis con el régimen teocrático de Teherán.
 
 
NATIVIDAD CARPINTERO SANTAMARÍA: LA BOMBA ATÓMICA. EL FACTOR HUMANO EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL. Díaz de Santos (Madrid), 2007, 359 páginas.
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